4/11/08

La identidad india pertenece a los jefes indios. La identidad catalana pertenece a los jefes catalanes... y nacionalistas

"Es difícil comprender el papel tan importante que el recurso a la identidad de grupo -ahora llamado, en general, "política de la identidad"- desempeña dentro de las sociedades democráticas contemporáneas en relación con una gran variedad de fenómenos, desde la movilización política rutinaria en unas elecciones hasta el malestar civil en épocas de crisis.Los detractores de la política de la identidad hacen hincapié en sus inconvenientes.

Los grupos exigen a sus miembros una lealtad que puede chocar con sus obligaciones respecto a la sociedad, los seres humanos y el bien público... Las divisiones que provoca la política de identidad de grupo desembocan en desconfianza, odio e incluso violencia; no precisamente una receta para la buena salud de las democracias ni la defensa de causas justas.

Los defensores de la política de la identidad presentan un panorama muy distinto. Señalan que los seres humanos no sólo siempre se han identificado con grupos, sino que siempre lo harán. Los seres humanos, dicen, son animales sociales. Además, los individuos se identifican de manera natural con quienes son "como nosotros"; ser como nosotros incluye identidades de grupo voluntarias e involuntarias tan distintas como las de humanos, hombres o mujeres, jóvenes o viejos, cristianos, musulmanes, judíos, heterosexuales, homosexuales o transexuales, y así sucesivamente. (...)

¿Existe alguna forma de superar esta enconada división entre los críticos y los defensores de la política de la identidad? (...)

Pensemos en un caso muy significativo de justicia denegada a causa de la política de la identidad: Julia Martinez vivió en la reserva de Santa Clara de los indios pueblo, en el suroeste de Estados Unidos, toda su vida. Se casó con un navajo y tuvieron ocho hijos a los que educaron en la reserva, donde aprendieron a hablar la lengua tradicional de los pueblos, tewa, y a respetar sus costumbres y tradiciones. Como Martinez se había casado con alguien que no era de la tribu, ni ella ni sus hijos podían tener la ciudadanía ni los derechos sociales de los pueblo. Si Martinez hubiera sido hombre y se hubiera casado con alguien de fuera, entonces sí habrían conservado todos los derechos correspondientes. Martinez presentó una demanda contra las autoridades tribales (...)

Martinez perdió la demanda porque, en el Tribunal Supremo de Estados Unidos, dividido, la mayoría decidió que "derogar las decisiones tribales, por buenos que sean los motivos, es destruir la identidad cultural bajo la apariencia de proporcionarla". (...)

El caso de Martinez ilustra lo que tiene de malo la idea de conceder soberanía absoluta a cualquier grupo. Martinez perdió su demanda de igualdad de trato no por su identidad de grupo, sino porque la mayoría de los miembros del Tribunal Supremo de Estados Unidos decidió ceder la soberanía absoluta a las autoridades pueblo -todas ellas, varones-, pese a que eso suponía derogar la igualdad cívica, la libertad y la igualdad de oportunidades para las mujeres pueblo. No existe ninguna prueba que indicase que la identidad pueblo habría quedado "destruida" por conceder esos derechos a las mujeres. Las identidades de grupo son múltiples, no singulares.

Una visión democrática de la política de la identidad debe identificar los aspectos positivos y problemáticos que tiene la identidad de grupo en la política democrática." (AMY GUTMANN: La mujer del navajo contra la tribu pueblo (El País, Ed. Galicia, Opinión, 31/10/2008, p. 33)

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