7/2/08

Así éramos los gallegos... campesinos ¿Y ahora? Nin se sabe, pero dulzura...

“Afirma en algún lugar Riszard Kapuscinski que en todas partes las gentes de la ciudad han despreciado a los campesinos…El juicio vale, desde luego, también para describir la actitud de los gallegos, enojados tal vez consigo mismos por proceder, en una muy amplia mayoría, de orígenes rurales… lo normal entre nosotros ha sido denostar con gran vehemencia, hasta llegar a lo mórbido, la vida del campo.

Pero lo cierto es que Galicia se ha desagrarizado a una velocidad de vértigo. De hecho, los historiadores sugieren que ha sido el país europeo en el que se ha consumado ese proceso de una manera más rápida. (…)

Ese hecho tiene muchas implicaciones… Pero tal vez la ecuación más complicada de resolver es la que afecta al cambio de actitudes y de mentalidad. Las aldeas ¿están desapareciendo o simplemente han cambiado de lugar? No puede caber duda de que la aldea ha de buscarse hoy más bien en los barrios de nuestras ciudades, en los catedráticos de economía, los empresarios del metal, las señoras de la limpieza, los vendedores del Corte Inglés y, por supuesto, los miembros del Parlamento. Es allí dónde hay que intentar localizar los gestos, los automatismos, todo el material genético incorporado a una cultura y una forma de vida que no puede evaporarse en el transcurso de una sola generación sin dejar rastro. (…)

En ese sentido, los últimos años están marcando una transformación no sólo histórica y económica, sino, si la palabra no fuese tan ambigua, antropológica. Están emergiendo nuevos tipos de gallegos antes desconocidos como producto de nuevas hibridaciones sociales. Se observan nuevos tipos humanos más decididos, pero tal vez de menor capacidad para el humor negro y el sarcasmo.

La mentalidad de nuestros campesinos, que tal vez hemos heredado, estaba forjada por dos factores: la debilidad de su posición social y la dureza de sus condiciones de vida. De lo primero se derivaba una tendencia a guardar el equilibrio, a la ambigüedad y, en definitiva, una proclividad al pacto, dados los costes que tendría una afirmación excesiva frente a aquellos de los que dependía. De lo segundo una tensión que a veces se resolvía en explosiones de violencia o de crueldad.

Existe el equívoco que hace de Galicia un país blando. Hay poco de cierto en ello. El nuestro es una tierra de gentes que vienen de honduras históricas en las que lo que precisamente no era posible era la dulzura.” (ANTÓN BAAMONDE: Aldeas. El País, ed. Galicia, Galicia, 04/02/2008, p. 4)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, pero en Galicia no puede surgir un movimiento terrorista; el pueblo gallego tiene, gracias a Dios, otro nivel.........