7/2/08

ETA resiste porque el nacionalismo justifica el uso político del asesinato, el terrorismo

Desde que Francia entró resueltamente en juego, la debilidad de ETA ha pasado a ser estructural, por mucho que logre adaptarse a la situación, causar grandes quebrantos y estirar largos años su fase terminal. En la medida en que actúan sobre la cabeza de la organización y no sólo sobre los ejecutores de los atentados, la justicia y la policía francesas reúnen ahora una información cualificada superior a la que se recaba en España. (…)

¿Por qué persisten, entonces? Porque confían en su capacidad de regeneración y saben, por experiencia, que se puede contar con los errores y contradicciones del enemigo. Su fuerza, sus mejores armas, son el particular microclima político vasco que permite que en una población como Lesaka de 2.700 habitantes surja, como por generación espontánea, una célula entera de ETA. Es la permanente deslegitimación nacionalista del Estado lo que asegura la pervivencia de ese estado de cosas ambiental, lo que permite a los avalistas de ETA moverse como pez en el agua, también en la radio-televisión pública. Si las instituciones vascas proclaman que la condena de la trama civil de ETA supone criminalizar las ideas y respaldan la visión de una Euskadi sojuzgada por España, si Arnaldo Otegi endurecía sus exigencias después de entrevistarse con el lehendakari, si el consejero de Justicia, Joseba Azkarraga (EA), reprueba por la mañana el bombazo al juzgado de paz de Sestao y por la tarde, en el congreso de su partido, aplaude la presencia del dirigente de Batasuna, Pernando Barrena, ¿cabe escandalizarse de que una parte del nacionalismo legitime la industria política del asesinato? (JOSÉ LUIS BARBERÍA: Las armas de ETA. El Pais, ed. Galicia, Opinión, 04/02/2008, p. 33)

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