La tarde del 30 de mayo de 1984 unos cuantos miles de personas se apostaron en el camino que va del Parlament de Cataluña a la sede de la Generalitat exigiendo inmunidad para el presidente recién investido. La manifestación era el punto culminante de una campaña de movilización del nacionalismo ante la querella presentada contra Pujol y otros directivos de Banca Catalana por apropiación indebida. La intimidación generalizada (de la que la manifestación fue sólo su versión pública) acabó con el fiscal general Luis Burón y no digamos con el apesadumbrado juez instructor Ignacio de Lecea; dejó prácticamente inútiles a los fiscales Mena y Villarejo…; ahormó al periodismo catalán, por si fuese necesario, e hizo mudos y/o serviles a políticos, escritores, artistas y pintureros locales con la excepción honrosísima del ponente constitucional Jordi Solé Tura. (Blog de Arcadi Espada, 31-01-07 )
El equivalente del nacionalismo democrático a los "años de paz" del franquismo. Más llevadero. Más suave. Más presentable. Más democrático...
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