"Actualmente, la clase trabajadora en Catalunya no tiene
referentes con capacidad para representarla políticamente e
institucionalmente. Unos referentes que le ofrezcan el mínimo que hay
que exigir: su trabajo y su dignidad.
En 1978 las diferentes fuerzas
socialistas llegaron a un acuerdo que cristalizó en el Congreso de
Unidad Socialista, que supuso, visto en perspectiva, la degradación
moral para los trabajadores de esta comunidad autónoma –la inmensa
mayoría de lengua castellana– y la perpetuación de su posición
subalterna.
Desde entonces, los sucesivos gobiernos de la
Generalitat de Catalunya no han hecho sino consolidar la hegemonía del
catalanismo / nacionalismo / secesionismo desde una perspectiva
esencialmente excluyente y supremacista.
Destruido el potente anarquismo, domesticado el socialismo y
confundido el comunismo, la izquierda en Catalunya se plegó a la derecha
oligárquica catalana –una de las más corruptas de España y Europa–, que
se infiltró, en un trabajo de décadas, en todos los resortes
de poder: medios de comunicación, educación, administraciones públicas y un largo etcétera que lo alcanzaba absolutamente todo; llegando, incluso, a negar a la ciudadanía de cultura y lengua castellanas no sólo sus derechos, sino incluso su propia existencia como tal.
Ante este estado de cosas, a la gente de la izquierda sólo se nos
ofrecía dos alternativas: abandonar, es decir, marchar de Catalunya; o
aceptar resignadamente la situación y unirnos al enemigo de clase, por
aquello de que "si no puedes con tu adversario, únete a él".
Sin
embargo, ante los gravísimos hechos ocurridos en Catalunya en 2017 –que
podían haber llevado al enfrentamiento civil y que, finalmente, sólo
sirvieron para profundizar la fractura social que se gestaba desde hacía
años–, se abrió una oportunidad para que la izquierda
resurgiera como tal con la presencia de destacados dirigentes históricos
suyos tanto en la manifestación del 8 de octubre de aquel año como en
las posteriores que se realizaron como respuesta al desafío totalitario.
Esta izquierda ni se irá de Catalunya ni se unirá al enemigo. Se
tiene que organizar y ofrecer una respuesta al desafío secesionista
mediante un mensaje claro que incluya las siguientes premisas
innegociables:
Primera, que la acción política de gobierno se tiene que centrar en el eje social y se tiene que dirigir a conseguir el bienestar
de las clases populares, asegurando trabajo para todo el mundo y la
dignidad de pertenencia.
Segunda: España es la nación cívica y política.
Catalunya no tiene derecho a la autodeterminación, reservado según el
derecho internacional a los pueblos sometidos a dominación colonial u
ocupación militar.
Y tercera y última: castellano, catalán y aranés son
las lenguas oficiales de Catalunya, que tienen que convivir sin
preferencias en el espacio público. Estas premisas innegociables no
pretenden negar la realidad política y social de Catalunya, pero sí
combatir a los que la nieguen en su realidad completa. Aquí no hay un
solo pueblo, como tampoco existe en el resto de España. Los que se empecinen en esto, en imponer su cosmovisión, nos tendrán delante.
Sería conveniente, para hacerse una idea total de los
posicionamientos de esta izquierda que toma como referente la fecha del 8
de octubre, consultar el documento "La Cataluña que queremos para el siglo XXI - Modelo propuesto para Cataluña", elaborado por la Asamblea Social de la Esquerra de Catalunya / Asamblea Social de la Izquierda de Cataluña (ASEC / ASIC).
Allá se pueden encontrar las ideas-fuerza de esta nueva izquierda:
antes que nada, la redefinición de las premisas que han regido la
política catalana desde finales del franquismo, con la voluntad de
construir una sociedad más justa e inclusiva.
Entre estas, que en una sociedad bilingüe cada cual puede expresarse
en la lengua que considere oportuno, y el sistema educativo tiene que
tener en cuenta, al inicio del proceso escolar, tanto la lengua familiar
de origen como la situación económica de la familia.
O que sólo es democráticamente asumible una concepción laica o aconfesional del poder respecto a la identidad:
los sentimientos de pertenencia a una comunidad son aceptables, pero
sólo en cuanto que esta comunidad garantiza espacios de libertad,
derechos y ampara todas las diferencias." (Antonio Francisco Ordóñez
. Cofundador y miembro de ASEC/ASIC, El Triangle, 01/07/20)
No hay comentarios:
Publicar un comentario