"Catalunya lo va a pasar mal en los próximos meses. No tiene
el liderazgo ni la unidad necesarios para contener con éxito el
coronavirus. Tampoco la capacidad técnica para controlar los brotes cada
vez más grandes y numerosos que están surgiendo. El panorama es negro.
Estamos empezando a ver la oscuridad al principio del túnel.
Unidad. El coronavirus, lo hemos visto desde el
inicio de la epidemia, no distingue entre ideologías ni clases sociales.
Donde mejor se le ha frenado es allí donde ha habido una respuesta
coordinada y coherente de toda la sociedad. Allí donde se ha entendido
que el enemigo común es el virus y no el vecino, o el socio de gobierno,
que tiene opiniones e intereses distintos a los nuestros.
Y donde cada
miembro de la comunidad ha asumido su parte de responsabilidad en la
epidemia, desde el estudiante que se pone mascarilla para proteger a los
demás hasta el gobernante que lidera la respuesta de un país a la
epidemia. Lo repitió una vez más el director general de la OMS, Tedros
Adhanom, en la rueda de prensa del viernes: “Nuestra mejor arma es
trabajar juntos con unidad nacional y solidaridad global”.
Liderazgo. La unidad solo puede mantenerse si
aparecen personas que lideren la respuesta ante la epidemia. El
liderazgo, cabe recordarlo, no consiste en ordenar a los demás lo que
tienen que hacer –esto solo es autoridad–, sino en ser reconocido como
la persona a la que se sigue.
Para que los gobernantes sean reconocidos como líderes en
esta epidemia deben renunciar a sus intereses cortoplacistas y sus
tentaciones oportunistas. Solo así conseguirán que sus indicaciones sean
aceptadas por todos. Si creen que esto es una utopía en una democracia
como la nuestra, miren a su alrededor. Angela Merkel en Alemania, Mette
Frederiksen en Dinamarca, Jacinda Ardern en Nueva Zelanda… Las tres,
curiosamente todas mujeres, han ejercido un papel clave en el control de
la epidemia en sus países transmitiendo un mensaje de unidad que ha
calado en la población.
No lo han conseguido quienes han fomentado la división como
Donald Trump en EE.UU., Boris Johnson en el Reino Unido o Jair
Bolsonaro en Brasil. Tampoco los gobernantes de Catalunya ni de la
Comunidad de Madrid.
Dirección técnica. Pero los políticos no son
especialistas en epidemiología ni en salud pública. Para que su
liderazgo ayude realmente a contener la epidemia, deben dejarse guiar
por técnicos que tengan la competencia y los recursos suficientes para
evaluar la situación en cada momento y hacer las recomendaciones
oportunas.
En Alemania este papel lo han realizado con éxito el
Instituto Robert Koch y el virólogo Christian Drosten. En España, el
Centro de Control de Alertas y Emergencias Sanitarias dirigido por
Fernando Simón. ¿Quién lidera la respuesta técnica ante la epidemia en
Catalunya? Aparentemente nadie. Catalunya necesita un Fernando Simón.
Una figura independiente con la autoridad y la capacidad de guiar a los
gobernantes y dar explicaciones convincentes a los ciudadanos.
Recursos técnicos. Aun así, de nada servirá tener
a un Fernando Simón si no dispone de los recursos necesarios para
monitorizar la evolución de la epidemia y hacer el seguimiento
epidemiológico de los casos.
De todas las malas noticias de este fin de semana en
Catalunya, la más inquietante ha sido que la alcaldesa de l’Hospitalet,
Núria Marín, tuvo conocimiento del brote en su municipio el viernes, el
mismo día en que lo había publicado La Vanguardia . Fue la
alcaldesa quien tuvo que llamar al Departament de Salut para pedir
información. Hubiera debido ser Salut quien días antes, cuando el brote
se hubiera podido controlar más fácilmente, contactara a la alcaldesa y
la informara de la situación: “Señora Marín, tenemos una emergencia en
su municipio”.
O bien Salut no fue capaz de detectar el brote o bien lo
detectó y no hizo nada. Ambas posibilidades son igualmente graves.
L’Hospitalet ha tenido 184 nuevos diagnósticos por PCR en
la última semana. Hace falta por lo menos un rastreador por cada nuevo
caso diario, ya que cada caso tiene una media de unos diez contactos a
los que hay que encontrar y entrevistar. No hay rastreadores suficientes
para contener el brote de l’Hospitalet.
Humildad. Los confinamientos domiciliarios que se
han impuesto esta primavera en gran parte de Europa han reducido la
epidemia hasta un nivel que se podía controlar cualquier rebrote.
Catalunya, a diferencia de otros países, no ha aprovechado este tiempo
para prepararse. Como en la fábula de los tres cerditos, se ha quedado
con una casa de paja mientras otros han reforzado la suya con ladrillos.
Catalunya no tiene ahora la capacidad de contener
todos los casos que están apareciendo.
La epidemia está fuera de control
en Lleida. L’Hospitalet es una bomba epidemiológica de relojería y se
está agotando el tiempo para desactivarla. Barcelona no quedará al
margen de lo que pase en l’Hospitalet y tiene sus propios rebrotes que
controlar.
La situación es grave y va a peor. Es momento de
pedir ayuda. O por lo menos de aceptarla. El Ministerio de Sanidad la ha
ofrecido en repetidas ocasiones desde el 5 de junio. Hasta hoy la
Generalitat la ha rechazado." (Josep Corbella, La Vanguardia, 14/07/20)
No hay comentarios:
Publicar un comentario