"En su último libro, El derecho a saber la verdad, el que fuera delegado del gobierno de Rajoy, Enric Millo,
desvela que Junqueras le advirtió el 1-O acerca de la disidencia que se
vivía en el seno neoconvergente en contra de Puigdemont, pidiéndole que
Millo los llamase para rogarles que no secundasen la proclamación de
independencia. Y uno se queda perplejo.
¿Es el mismo Junqueras que azuzó
a Rufián y a Rovira contra Puigdemont para que no cediese a las
presiones de Urkullu y convocase elecciones? ¿Es el mismo Puigdemont que
ahora dice al primero que se le presenta que la mesa de diálogo es una
trampa y una traición? ¿A qué ese cambio tan radical, ese cambiar el tono pactista por el iracundo en unos y otros? ¿Mentían entonces, mienten ahora, mienten siempre? ¿A qué jugaban, a qué juegan los actores de esta historia?
Lógicamente, Millo solo puede facilitarnos la información que sabe, y
aún ni eso, porque su discreción le obliga a silenciar determinados
aspectos de suma relevancia, verbigracia, porque la vicepresidenta Soraya desoyó los consejos que le llegaban a diario desde cualificadísimas instancias,
léase Fiscalía, brigada de información de la Policía o los informes del
mismo CNI con los que, simplemente siguiéndolos, se podría haber
abortado limpiamente aquella jornada de la que el separatismo ha sabido
extraer no pocos réditos.
Soraya se hizo la sueca, Rajoy estaría leyendo el Marca,
dejaron a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a los pies de
los caballos, los separatistas emplearon a los suyos como carne de cañón
y así se escribió una de las páginas más devastadoramente negras de la
historia catalana contemporánea. Porque no existe nada peor en política
que el error por omisión de quien sabe, de quien conoce el remedio, de
quien se niega a auxiliar al herido.
Millo nos explica lo que él intentó hacer, claro, pero
esa es una parte que, todo y con ser importante, no puede ofrecer la
imagen al completo. Nada mejor para mantener desinformada a la población que segmentar los hechos en noticias distanciadas en el tiempo,
opuestas muchas veces, y sesgadas en función de quién las dice.
Trabajo
les doy a los historiadores del futuro si tienen que hacerse una idea
de lo que pasaba en nuestros días a partir de los medios de
comunicación. Es un auténtico rompecabezas en el que, además de faltar
las partes más importantes, hay muchas otras pensadas para que no
encajen con ninguna.
Ya no es solo el embrollo
separatista, del que pocos se atreven a preguntarse en público a quién
beneficia realmente, porque a las élites catalanas no, por descontado,
ni a sus políticos, ni siquiera al objetivo que los lazis pretenden
conseguir. ¿A quién, entonces? Es en todo lo que atañe a que sepamos de
que va la vaina, que dicen en Hispanoamérica. (...)" (Miquel Giménez, Vox Populi, 10/03/20)
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