"Alberto Garzón, coordinador federal de Izquierda Unida, presenta ¿Quién vota a la derecha?
(Península), un ensayo que aborda cómo el PP, Ciudadanos y Vox seducen a
las clases medias y trata de desmontar el tópico de que los
conservadores crecen por el apoyo de la clase obrera: en su
investigación sostiene que los responsables del auge de los diestros
viene de aquellos privilegiados que temen perder su estatus, no del currito medio.(...)
En el libro dices que la crisis ocasionada
por el capitalismo y su consecuente desigualdad generan sensación de
poca cohesión, de poca solidez, y eso favorece a los partidos como más
patriotas o nacionalistas españoles. Hay un auge de la identidad
nacional. ¿Va a recuperar alguna vez la izquierda esta idea?
El problema de nuestro país es que durante los
últimos 200 años casi todas las victorias políticas han sido victorias
de la derecha. La izquierda, los progresistas o los liberales, en
función de la época, han ganado muy pocas veces: en el siglo XIX contra
el absolutismo en el trienio, en el bienio progresista y en la
revolución La Gloriosa.
Tres escuetas y breves victorias en el siglo XIX
y en el siglo XX en la Segunda República y la Transición, hasta cierto
punto. El resto han sido victorias de la derecha conservadora, que ha
impuesto su propia visión de España. Una noción basada en la idea de una
España tradicionalista que bebía del absolutismo, de la religión, de la
prohibición, del centralismo; una España que después sintetizó muy bien
Menéndez Pelayo: una España que se enfrenta a una antiespaña.
El
enemigo exterior fue sustituido a final del siglo XIX por el enemigo
interior: los catalanes, los vascos, los comunistas, los republicanos…
esa concepción de España se ha ido inoculando a través de muchas
producciones culturales, no sólo hablo de grandes intelectuales, sino
del teatro, del cine, de la televisión.
Esa concepción de España es muy reaccionaria y no
entiende que España es plurinacional y diversa. Pero en la historia
también ha habido otras concepciones del país y han venido de la
izquierda. El republicanismo federal y el movimiento obrero han
defendido otra concepción de España, pero han perdido las batallas y a
veces la guerra y han sido aniquilados. La izquierda no tiene un
problema con el concepto de “nación”, el problema es que el proceso de
“nacionalización española” ha sido conservador.
¿A partir de ahora?
Tenemos que ser pragmáticos. En España hay personas que nos sentimos
españolas y otras que se sienten vascas o gallegas o catalanas y esto
está solapado: no vas a encontrar ninguna forma de compartimentarlo. A
través del diálogo hay que construir un Estado que permita la
convivencia y la pacificación de esas realidades diversas.
¿Va hacer las paces la izquierda con la
bandera de España alguna vez? Es cierto que se ha usado en
manifestaciones contra el aborto o contra el colectivo LGTB, ¿esa estela
puede limpiarse o hay que empezar de cero con una nueva bandera?
Claro, lo simbólico es político. La bandera
rojigualda no generó ningún problema, por ejemplo, al republicanismo
federal del siglo XIX. Y la Primera República tuvo la bandera rojigualda
y no generó ningún problema. De hecho, la rojigualda fue sustituida por
la tricolor para simbolizar un cambio de etapa, y, por cierto, se
incorporó el morado para intentar representar a Castilla.
Independientemente de las causas históricas, está claro que la bandera
rojigualda ha sido utilizada de forma partidista por una parte de este
país que ha patrimonializado la idea de España y sus símbolos. El
problema de nuestra derecha es que es antidemocrática y cree que España
es suya y que todo lo demás es AntiEspaña. Entiende que yo soy un
traidor, que los catalanes son unos traidores, que los rojos, los
republicanos, los comunistas son traidores.
Por eso te insultan con la bandera como si a mí me
ofendiera la bandera española. Esto es el resultante de procesos
anteriores. Yo no tengo ningún problema con esta bandera ni con ninguna.
Es una expresión más. Tenemos que redefinir nuestro país, y eso sólo
podría hacerse con una derecha democrática, pero PP y Ciudadanos se han
lanzado en los brazos de una derecha radical y, de hecho, son ellos los
que han creado a Vox con esa deriva. Pero si en algún momento la derecha
democrática española fuera tolerante con una España plurinacional, se
aproximaría a la bandera.
Podríamos compartir bandera todos.
Sí, si lo que defiendes es una España más amable,
muchos se podrían sentir representados por el símbolo; pero si lo que
defiendes es una España reaccionaria que saca banderas españolas contra
el diálogo, estás tomando partido.
¿La izquierda ha cometido un error al
comprarle al nacionalismo catalán su discurso, cuando ella, per se,
tiene vocación internacionalista?
La izquierda que yo defiendo no es nacionalista. No
creo que la fractura principal sea qué identidad tenemos en términos
culturales, sino en términos materiales: si somos ricos o pobres, si
somos clase obrera o capitalista, por simplificar. El problema es que la
izquierda española (que nunca triunfó en su intento de nacionalizar el
país) se aproximó a los nacionalismos periféricos como forma de luchar
contra esa España fuerte y reaccionaria.
No fue sólo Menéndez Pelayo el
que codificó el concepto reaccionario de España, sino que incluso
visiones más positivas como la de Ortega y Gasset decían que España era
Castilla, que la columna vertebral era Castilla. Y España no es sólo
Castilla, ni Madrid: España es muchas más cosas. España es Andalucía,
País Vasco, Cataluña, etc. Es verdad que la izquierda ha cometido un
error y ha sido romantizar los nacionalismos periféricos, hay una
sensación de que son emancipadores: yo no lo pienso, aunque sé notar las
diferencias entre un PNV que es nacionalista pero es democrático y un
Vox que es nacionalista y antidemocrático. (...)" (Entrevista a Alberto Garzón, Lorena G. Maldonado, El Español, 26/11/19)
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