29/10/19

Pilar Eyre: ¿Estuvo instalado el franquismo en la burguesía catalana? Sería una ingenuidad pensar lo contrario. En la inauguración del Liceu allí estuvieron todos con el brazo en alto. La prosperidad actual de Cataluña no hubiera sido posible si no hubieran colaborado con el franquismo. Hemos pasado de entonar en 1939 el ‘Cara al sol’ a cantar ‘Els Segadors’ en el Liceu. Y posiblemente los de ahora son los hijos de aquellos...

"La periodista y escritora Pilar Eyre acaba de publicar ‘Un perfecto caballero’ (Planeta) una novela histórica ambientada en la Barcelona de la posguerra y en la que su propia familia tiene un papel protagonista.

 El personaje principal es Mauricio Casasnovas, que se hace cargo de la empresa textil de su familia al volver triunfante de la Guerra Civil, donde luchó en el bando de los sublevados de Franco. Junto a los personajes de ficción aparecen personajes con apellidos muy conocidos: Samaranch, Carulla o el actor Alberto Closas, entre otros. Pilar Eyre traza con ellos un retrato de la Barcelona de la posguerra con sus luces y sombras. (...)

¿Estuvo instalado el franquismo en la burguesía catalana?
 
Sería una ingenuidad pensar lo contrario. En la inauguración del Liceu allí estuvieron todos con el brazo en alto. Los había de corazón y los que no, pero participaron todos. La prosperidad actual de Cataluña no hubiera sido posible si no hubieran colaborado con el franquismo. Hemos pasado de entonar en 1939 el ‘Cara al sol’ a cantar ‘Els Segadors’ en el Liceu. Y posiblemente los de ahora son los hijos de aquellos.


¿Dónde estaba entonces el nacionalismo catalán?
 
En la novela cuento la anécdota de una fiesta en casa de mis abuelos a la que tenía que asistir la hija de Franco, Carmen Franco Polo. Dos o tres empresarios catalanes dijeron que no querían ir, incomodados por su presencia. Eran los Carulla, propietarios de Gallina Blanca, y los Cendrós, de la Floïd

. Mauricio, el personaje principal de la novela, expresa a su suegro, el empresario Agustín Prat, su estupor por el hecho de que al mismo tiempo estén enriqueciéndose con el franquismo. ‘Hay que encender una vela a Dios y otra al diablo. Y en estos momentos no sé quién es Dios y quién es el diablo’, le contestó el suegro. En la actualidad, esos mismos 50, 10, 200 apellidos continúan mandando en Barcelona. (...)

¿La postura del suegro de Mauricio sería un ejemplo del seny catalán?
 
Sí, el suegro era un romántico, un hombre afinado, prudente, sosegado… Todo un ejemplo de seny en contraposición con Mauricio, que representa la rauxa, el hombre que hace grandes locuras y cosas terribles por la mujer que ama.


Hay una anécdota que he escrito en el libro muy representativa: el día de la entrada en Barcelona de las tropas de Yagüe no se atrevían a poner banderas españolas en los balcones porque pensaban que ‘igual duran cuatro días’. Además, las republicanas las guardaron por si la tenían que volver a sacar.


El catalán tiene ese espíritu de no creerse nada del todo. He visto con mis propios ojos las multitudes que salían a las calles de Barcelona cada 1 de Abril, para celebrar el Desfile de la Victoria, y se repetía lo mismo: ‘¡Viva Franco y viva España! Y era gente de todos los estamentos sociales, no sólo las clases más pudientes.

 ¿Dónde se situarían en la actualidad los personajes de esta novela?
 
Hay una gran endogamia en la sociedad barcelonesa. Se casan entre ellos y las principales familias, vía estas uniones, reúnen unas fortunas fabulosas. Pero las bodas son discretas, ya que el catalán nunca ha sido ostentoso. Paco Umbral, que era muy amigo mío, siempre me decía, ‘es que los catalanes sois fanfarrones de puertas adentro’. Y es cierto. Por ejemplo, esta gente tiene barcos y yates impresionantes, pero los llaman la barca. 

El otro día me encontré a Susana Gallardo, de los laboratorios Almirall, que es amiga mía y una de las grandes fortunas de Barcelona, además de haberse casado recientemente con Manuel Valls. Le dije que iba con un traje muy bonito y me contestó sorprendida: ‘Pues hace 20 años que lo tengo porque nunca me compro nada’. Los más ricos circulan en coches pequeñitos aunque luego tienen unas casas de morirte. De puertas para afuera su máxima es no llamar la atención.

 ¿Temes situarte en el punto de mira del independentismo con esta ‘reescritura’ de la Barcelona de la posguerra que haces en la novela?
 
Tengo muy buenas relaciones con los independentistas. Mi hermana es independentista, pero yo no, al igual que ocurre con otras muchas familias. Ellos tienen un sueño y unos ideales que no son los míos, pero es legítimo. No es un delito ser independentista. Lo que rechazo es la violencia, que tampoco les gusta a ellos. 

Hay pequeños grupos, que hacen mucho ruido y ensucian su legítima reivindicación porque se les mete en el mismo saco a todos. La violencia nos perjudica tanto a independentistas como a no independentistas, a nuestra ciudad y a nuestro país, Cataluña para unos, y otro más grande, España, para los que no somos independentistas. (...)

Dedicas el libro a tu padre. “A nadie he querido como a ti, papá”. Toda una declaración de intenciones desde el inicio de la que es tu novela más reivindicativa y sentida, tal y como has reconocido. ¿Qué crees que hubiera dicho tu padre?
 
Me gustaría pensar que mi padre, allá donde esté, pensaría ‘pues mira, esta Pilarica, con gafas, que era tan feucha y no sabíamos qué hacer con ella, al final no lo ha hecho mal del todo’. Pero no sé si le hubiera gustado porque mi padre jamás quiso hablar de la guerra. Murió mayor, a los 96 años, y para entonces yo ya había escrito libros sobre el franquismo. Le preguntaba y siempre levantaba la mano y me decía: “No quiero saber nada, no me preguntes nada”. 

Pero yo sé que la guerra, estuvo dos años preso esperando que le fusilaran. Tenía dos penas de muerte y nunca pudo recuperarse. Su vida estuvo dividida en dos partes. Hasta los 18 años y después el resto de su vida, que fue distinto por culpa de la guerra. La guerra marcó a toda una generación y ha seguido marcándonos a los descendientes, porque hay una parte de la vida de nuestros padres que nos ha sido hurtada, de la que no se habla. He querido rellenar ese hueco con este libro y se lo ofrezo a mi padre, ‘papá, va por ti’. Pero no sé qué hubiera pensado.

¿Se ha leído ya tu familia la novela? ¿Qué te han dicho?
 
He recibido mensajes. Mis tíos ya se han muerto, pero viven sus mujeres y una de ellas, de 92 años, me llamó ayer y me dijo que tenía el libro y ‘que sepas que hayas escrito lo que hayas escrito del tío Antonio, sé que lo has hecho con todo el cariño’. Por la mañana había dicho en un programa que no sabía si mis primos iban a darme un beso o una hostia. Mi prima, hija de mi tía María Dolores, la delegada de la Sección Femenina y que es la que más sale en el libro, me envió un mensaje en el que decía: “Esta prima te abraza”. Así que puedo estar tranquila.


A lo largo de la novela aparece la figura del rey en el exilio. ¿Qué representaba la monarquía en esa burguesía complaciente con el franquismo?
 
El propio Juan de Borbón no sólo se ofreció a venir a luchar a España, sino que llegó hasta Pamplona con la boina roja y la camisa azul. Las tropas de Franco le trasladaron otra vez al extranjero. Franco decía que era monárquico y cuando se dieron cuenta de que no tenía ninguna intención de que volvieran los borbones, se convirtió en antifranquista. Hay unas cartas vergonzosas de Don Juan a Franco en el que le da el tratamiento de Excelencia y habla de sus gestas. Da vergüenza ajena.


Lo que pasa en Cataluña con la monarquía es curioso. Hay mucha fascinación entre la burguesía catalana por los títulos y la aristocracia. Una de las ilusiones ha sido siempre rebuscar entre los antepasados en busca de algún título o la posibilidad de incluir el ‘de’ en el apellido. (...)

¿Qué te ha enseñado esta novela?
 
La equidistancia es una palabra que está infravalorada y se utiliza de forma negativa. La vida me puso en un lugar en el que yo tenía que ser de derechas. Así fue hasta los 18 años. Cuando fui a la Universidad, no sabía que había republicanos, ni que había gente que había perdido una guerra o personas que vivían de manera diferente a como vivíamos nosotros. La vida por mi nacimiento me puso en un lugar y luego mis conocimientos y las amistades que tuve me trasladaron a otro lugar totalmente contrario.

 Fui una furibunda antifranquista en la Universidad que corrí delante de los grises, tiré cócteles Molotov. Ahora, con los años, he podido alcanzar ese punto medio de distancia. No existe la maldad o la bondad pura. El ser humano tiene la suficiente fuerza para resistirlo todo y tirar adelante. La sociedad catalana ha estado fracturada durante muchos años y al final hemos salido adelante y ahí estamos."                  (Marisu Moreno, El Plural, 24/10/19)

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