"Crecí en los años más duros de eso que algunos llaman “conflicto vasco” y
que muchos vascos todavía no sabemos muy bien cómo llamar. Eran los
años ochenta y noventa del siglo XX y yo vivía en uno de esos pueblos
feos, sucios y superpoblados de la margen izquierda del Nervión, tal vez
una de las zonas más conflictivas de aquella España heredera del
franquismo. A aquellos años duros algunos los llamaron “los años del plomo” (...)
No soy la única que al ver las imágenes de los disturbios en Cataluña
recuerda aquellos años con preocupación y, yo por lo menos, con una
gran desazón porque, cada vez más, veo síntomas comunes, reconozco el
peligro. (...)
No sé si llamar a todo esto síntomas comunes, pero sí resonancias, ecos
de un pasado cercano que todavía no está superado y que jamás se debería
repetir. Que no lleguemos a ese punto no es sólo (y menos mal) labor de
los políticos, también tienen una gran responsabilidad los medios de
comunicación y toda la ciudadanía de este país para no caer en la
inercia del juicio fácil, la polarización o la justificación del abuso,
sea contra quien sea." (Edurne Portela, El País, 20/10/19)
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