"La cuestión de fondo de Otra Cataluña desde una perspectiva
filosófica (que ciertamente no es el punto de vista ni la temática
central de este libro) puede ser dicha así: Manuel Sacristán, Antoni
Domènech, Miguel Candel, Francisco Fernández Buey, María José Aubet,
Félix Ovejero, Jesús Mosterín, Juan-Ramón Capella, Santiago López Petit,
José Daniel Quesada, Antoni Beltrán, Manuel García-Carpintero, Ramon
Jansana, José Romo, etc., todos ellos filósofos catalanes o con muchos
años de vida en Barcelona que han escrito una gran parte de su obra en
castellano (también en catalán en algunos casos y en inglés), ¿son o no
son parte de la cultura catalana?
La obra puede leerse como un intento de refutación, conseguido en mi
opinión, de la siguiente reflexión de Jordi Carbonell (1924-2016), uno
de los intelectuales orgánicos más reconocidos e influyentes y admirados
(en su ámbito) del nacionalismo independentista (participó en la Diada
de 1976, la de Sant Boi), publicada en Taula de canvi, la revista
de Alfonso Carlos Comín, en su número de julio-agosto de 1977: “El
castellano es la lengua que el poder opresor ha procurado imponer en un
intento de genocidio cultural que era consecuencia de una política
imperialista”. Más aún: los escritores catalanes en castellano
“constituyen un fenómeno cultural inimaginable sin la victoria del
fascismo”. Conclusión: “si la cultura catalana sigue su ritmo histórico
tenderán a desaparecer por sí solos”. De hecho, Montserrat Roig, en la
misma encuesta de la revista, apuntaba tres categorías: los escritores botiflers
que habían cambiado de lengua en 1939 con la victoria franquista; los
escritos nacidos en Cataluña que no tuvieron acceso a la cultura
catalana (Vázquez Montalbán, Candel, ambos citados por MR), y las élites
surgidas a partir de los años cincuenta del siglo XX que consideraban
la cultura catalana localista y habían caído en la trampa política del
franquismo al escribir en castellano).
No salían bien parados estos últimos, tampoco los primeros por supuesto.
La
anécdota que según explicación del propio autor desencadenó todo: 23 de
abril de 1997, Sergio Vila-Sanjuán recorrió varias librerías para
escribir su crónica sobre el día de Sant Jordi para La Vanguardia.
Se encontró en una de ellas, “Ona” es su nombre, con el entonces
presidente de la Generalitat, Jordi Pujol.
Sergio Vila-Sanjuán le
preguntó por sus lecturas y sus planes para la jornada. La respuesta del
“molt honorable manipulador”: era un buen momento para comprar novelas
porque el nivel de la narrativa catalana estaba muy alto. El gran
patriarca enumeró una serie de autores de primera categoría en lengua
catalana.
Como no había señalado ningún escritor en castellano, Sergio
Vila-Sanjuán le recordó que “un peso pesado de la narrativa barcelonesa,
Eduardo Mendoza, había publicado hacía muy poco Una comedia ligera, una de sus obras más notables”. La respuesta del “honorable defraudador” fue: “No és el mateix”, y pasó a otro tema.
Sergio Vila-Sanjuán intenta dar sentido y respuesta, desde una perspectiva crítica, a ese “no es lo mismo” pujolista.
Algunas de sus tesis y aportaciones (tomo pie básicamente en las conclusiones de Otra Cataluña, pp. 357-359):
(...)
3. La producción cultural catalana en castellano de los siglos XIX y XX tuvo un protagonismo importante en la cultura española.
4.
La utilización del castellano en Cataluña como lengua de cultura, en
opinión de Sergio Vila-Sanjuán, se debe, a lo largo de los siglos, “a
tantos motivos diferentes que resulta imposible una teoría de conjunto”.
Las razones son diversas.
5. El uso del castellano fue hecho en
momentos de condiciones restrictivas para el catalán pero también en
condiciones de total libertad.
6. Algunos de estos escritores en castellano se les puede tildar de conservadores; a muchos otros no, en absoluto.
7.
No puede atribuirse al franquismo la existencia de la tradición
cultural castellana ni tampoco al Decreto de Nueva Planta. No fue así,
no ha sido así, digan lo que digan los ensayistas nacionalistas.
8. Considerar cultura catalana a solo una parte, la escrita en catalán, es confundir la parte con el todo.
9.
Los actuales usos antroponímicos instan a referirnos a Pau Piferrer,
Francesc Pi i Margall, Francesc Ferrer i Guàrdia. No eran esos los
nombres con los que ellos firmaban. (...)"
(Reseña de Otra Cataluña. Seis siglos de cultura catalana en castellano, de Sergio Vila-Sanjuán. Una razonable e informada respuesta a un comentario de Jordi Pujol sobre Eduardo Mendoza. Salvador López Arnal , Rebelión, 22/03/19; fuente: El Viejo Topo, diciembre de 2018)
No hay comentarios:
Publicar un comentario