"La respuesta a las movilizaciones de los trabajadores
públicos catalanes por parte del movimiento independentista no se ha
hecho esperar. Pocos días después de estas masivas protestas los líderes
secesionistas se declararon en huelga de hambre a fin de desviar de la
agenda política la cuestión social y alimentar el victimismo de sus
bases sociales.
Una huelga de hambre a la que histriónicamente se ha
sumado durante 48 horas el presidente vicario de la Generalitat, Quim
Torra, en el espacio cargado de simbolismo de la Abadía de Montserrat,
cuna del catalanismo católico y donde se fundó Convergència en 1974.
De esta manera se repite el esquema de origen del
movimiento independentista tras el 15M, las dos huelgas generales y las
grandes movilizaciones de los trabajadores de la sanidad y enseñanza
pública.
La tensión en la sociedad catalana, siempre a flor de piel, volvió a
subir varios grados con las acciones de los Comités de Defensa de la
República (CDR), vinculados a la izquierda independentista y la CUP, que
intentaron reventar las concentraciones del partido ultraderechista Vox
en Terrassa y Girona, que fueron respondidas por las duras cargas de
los Mossos d’Esquadra.
Quim Torra desautorizó la intervención de la
policía autonómica y dio un ultimátum al conseller de Interior, Miquel
Buch, que apoyó la postura del president vicario, para purgar a la
cúpula del cuerpo de seguridad. (...)
La reacciones negativas de amplios sectores de la sociedad catalana,
Artur Mas incluido, obligaron a Buch a desdecirse de sus palabras y
desmarcarse de Torra. Así se disculpó ante los mandos policiales por su
falta de apoyo, manifestó que su actuación en Girona y Terrassa había
sido la correcta para evitar un choque de imprevisibles consecuencias
entre militantes de Vox y de la izquierda independentista y aseguró que
no habría purgas en el cuerpo policial.
La primera reacción de Torra y Buch puede
interpretarse como un permiso a los CDR para que ejecuten las anunciadas
acciones con el objetivo de paralizar Catalunya coincidiendo con el
Consejo de Ministros que está previsto celebrar en Barcelona el próximo
21 de diciembre, con la certeza que los Mossos d’Esquadra no impedirían
sus acciones. (...)
Las acciones de los CDR contrastan vivamente con las de los chalecos
amarillos en Francia. Mientras los primeros operan en connivencia con el
gobierno catalán que ve con simpatía sus acciones, los segundos actúan
en frontal oposición al ejecutivo francés que apoya plenamente la
actuación de los cuerpos policiales.
Mientras el objetivo de los CDR es
nacionalista y pretenden proclamar inmediatamente la secesión, la meta
de los segundos es modificar las políticas neoliberales del gobierno
Macron.
El sábado, aún abierto el enfrentamiento entre el ejecutivo autónomo y
la policía catalana, se celebró en Bruselas la presentación del Consell
per la República (...)
Las intervenciones de Quim Torra y del exconseller Toni Comín, quien
como otros dirigentes socialistas han abrazado la causa del
independentismo identitario, marcaron un punto de inflexión en la
estrategia –al menos discursiva– del movimiento independentista, frente a
la imagen cívica y pacífica de la denominada “revolución de las
sonrisas”.
El primero apeló a la vía eslovena y el segundo mostró que
debe encararse el tramo dramático del proceso del que no puede excluirse
la sangre.
El análisis de estas manifestaciones debe realizarse en el triple
tablero de juego donde se dirime el proceso independentista. A nivel
internacional, el sector liderado por Carles Puigdemont y su vicario
Torra está dispuesto a perseverar en la vía unilateral y provocar una
situación insoportable de disturbios e ingobernabilidad que obliguen a
la Unión Europa a presionar al gobierno español, para lo cual se han
poner muertos sobre la mesa. (...)
En el ámbito español, las manifestaciones de Torra y Puigdemont bloquean
la vía de diálogo y pacificación del conflicto propuesta por el
gobierno de Pedro Sánchez quien, además, puede encontrarse con un duro
recibimiento en Barcelona auspiciado por el president vicario de la
Generalitat.(...)
Ello podría conducir al PSOE a endurecer su postura frente al
independentismo, lo cual conferiría un gran protagonismo al ministro
Josep Borrell, auténtica bestia negra del movimiento secesionista.
Finalmente, en el escenario catalán las tesis
fundamentalistas de Torra significan un envite contra la línea pactista
de ERC, en vísperas de un largo ciclo electoral que comenzará con las
municipales y cuyo telón de fondo será el juicio a los líderes
independentistas. (...)
No parece que las apelaciones al sacrificio y la muerte para lograr la
independencia hayan convencido a la mayoría de la base mesocrática del
movimiento secesionista. (...)
En cualquier caso, las declaraciones de Torra han
revelado que un sector del movimiento independentista –el representado
por el grupo de Puigdemont y la CUP– está dispuesto a todo, muertos
incluidos, para lograr sus objetivos.
Ello, además, revela el carácter extremadamente
peligroso de los nacionalismos étnicos que no solo provocan una profunda
división de la sociedad catalana, con un discurso del odio hacia
quienes no comparten su proyecto político, sino que están prestos a
pagar el precio de la confrontación civil e identitaria para conseguir
sus objetivos.
La evolución de los acontecimientos no invita al optimismo.(...)
El etnonacionalismo, como diría Hannah Arendt, se comporta como una religión laica inmune a los argumentos racionales.
El combate contra el etnonacionalismo catalán debería
conllevar una enérgica reacción de la sociedad catalana y del gobierno
español, en el orden ideológico y político. Sin embargo, el ascenso del
nacionalismo español, encarnado en PP, C’s y Vox, dificulta
extraordinariamente el carácter cívico de esta lucha y conduce
fatalmente a un choque entre dos nacionalismos identitarios, dibujando
el negro panorama de una confrontación que destruye los puentes de
distensión y donde se alimentan los peores instintos de la población." (Antonio Santamaría , El Viejo Topo, 13/12/18)
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