17/4/19

Director de e-notícies: La próxima Guerra Civil parece inevitable... en Cataluña. Ahora ya no es un sol poble. Ahora son dos comunidades irreconciliables, impermeables y enfrentadas... Hay un sector del independentismo que cree que la independencia bien vale una guerra corta. A veces parece que quieran un muerto para poder echarle la culpa al contrario...

"La Guerra Civil en Catalunya parece inevitable. Al menos si no se le pone remedio. No quiero ser alarmista.

Y ojalá me equivoque. 

Si fuese budista me quemaría a lo bonzo en medio de la Plaza Sant Jaume. Como aquellos monjes que protestaban contra la Guerra de Vietnam. Por suerte soy agnóstico. Estoy seguro de que alguno hasta encendería con gusto la cerilla.

Pero cada vez estoy más pesimista. 
No es que sea yo la alegría de la huerta. Ya tengo una vena existencial que ustedes habrán percibido a través de mis escritos. Pero es que Catalunya se ha ido a la mierda.

A veces tengo la sensación de que estamos sentados en un barril de pólvora.

Lo de siempre: ¿qué pasará cuando lazos y anti-lazos se encuentren en una calle desierta en una noche oscura? De hecho ya ha habido agresiones y momentos de tensión. Recuerden que a Pere Navarro, la agredieron a la salida de una iglesia. El independentismo tomó el asunto con escepticisimo, incluso con incredulidad. Leías las crónicas de alguna prensa digital y parecía que el entonces primer secretario del PSC se lo había inventado o se había agredido a sí mismo.
Estas cosas no pasan en la Catalunya actual, decían.

Y, en la manifestación contra la sentencia del Estatut, el entonces pesidente de la Generalitat, José Montilla, tuvo que salir escoltado por la agresividad de algunos manifestantes. Han sido indicios. Señales de alarma. La opción menos mala no es un conflicto abierto sino enquistado.

Como en Irlanda del Norte, por ejemplo. Han avanzado mucho desde la primera que estuve a finales de los 80. Se siguen odiando intensamente pero al menos ya no se matan por las calles.

¿Es eso lo que queremos?

Porque, en el fondo, lo del oasis catalán es un mito. Estamos jugando con fuego. Catalunya ha sido con frecuencia tierra de guerras, revueltas y conflictos. Incluso de guerras civiles aunque ahora nos parezcan lejanas y remotas. Es casi una tradición. Como la crema catalana.  (...)

Y, sin ir más lejos, en el siglo XIX hubo tres guerras civiles: las guerras carlistas.
Sin olvidar que la Guerra 1714, en el fondo, también fue una guerra civil. Había catalans en los dos bandos.  (...)

El historiador Carles Puigferrat se preguntaba en una entrevista en El 9 Nou el año pasado: “¿Qué tendencia tenemos los catalanes? Hermos sido unos violentos de cuidado” (2).
Y Vicens-Vives, en su clásico “Noticia de Catalunya·”, revela que ha habido más guerras y revoluciones en Catalunya que en Castilla, Francia, Países Bajos o Inglaterra (3).
Catalunya ya no es un pueblo, como decía. Ahora son dos.

Los indepes han vuelto a empezar. Sin apenas autocrítica. Y convencidos de que defienden una “causa justa”. “Estamos en el lado correcto de la historia”, ha afirmado en más de una ocasión el presidente Torra.

Mientras que los no indepes están hartos de que los culpen de todos los males, incluido el 155.
Al fin y al cabo -dicen- quién ha puesto a los dirigentes independentista en la cárcel no ha sido el PSC, el PP o Ciudadanos sino un juez por mucho que estas fuerzas políticas votaran a favor de la aplicación del citado artículo de la Constitución.

Sí, ya sé que hablar de guerra civil en Catalunya puede parecer descabellado. Incluso una temeridad.
Pero las guerras se saben cómo acaban -generalmente por agotamiento- pero no cómo empiezan.
Y ya sé que aquí presumimos de oasis, de ser superdemócratas, de madurez democrática.
Pero Sarajevo celebró unos Juegos Olímpicos de Invierno en 1984. Apenas ocho años antes de que empezaran a matarse.

El diplomático español Enrique Criado (Madrid, 1981), que acaba de publicar un libro sobre su experiencia en los Balcanes, recuerda que Yugoslavia era "un portentoso ejemplo de convivencia" antes de la guerra.

Incluso menciona una familia croata emigrada que tras regresar a su país desde Alemania poco antes el conflicto, les pregunta por qué volvieron y contestan: "No nos podíamos imagianr todo lo que ocurriría después. Era impensable. Impensable." (4)

 Percibo, por otra parte, demasiados coqueteos con la violencia. Las palabras de Torra sobre Eslovenia. La polémica de los muertos de Marta Rovira.

Hace años, en un acto independentista, ya me encontré a un periodista digital que me dijo que íbamos hacia una guerra civil. Me quedé atónito. Cuando le pregunté si se refería a una nueva guerra civil española me aclaró para mi sorpesa que no, que entre catalanes. 

Hay un sector del independentismo que cree que la independencia bien vale una guerra corta. Hace unos meses un padre que conozco -de buena posición económica y prejubilado de una entidad bancaria- me dijo que esto se arreglaba con treinta mossos muertos. De nuevo me quedé pasmado. Tuve que preguntarle qué pasaría si uno de los muertos era su hijo. No contestó.

Lo único que me consuela saber -y que felizmente podrían dar al traste con tan dramáticas previsiones- es lo que he dicho otras veces: las revoluciones las hacen los sans culottes, los hambrientos, los que no tienen nada que perder.

No gente que veranea en la Cerdaña o en Cadaqués. Ya lo dijo aquel consejero de la Generalitat antes de ser cesado fulminantemente: “el patrimonio que no me lo toquen”. 

Toquemos madera. Nunca mejor dicho valga la redundancia. 

A veces parece que quieran un muerto para poder echarle la culpa al contrario."                        (Xavier Rius, director de e-notícies, 15/04/19)

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