1/2/19

Que en Catalanuya esté montada la que se ha montado por partidos que, todos juntos, no suman el 50% de los votos y que gozan de exiguas mayorías parlamentarias por la única razón de que los votos de un ciudadano de Gerona o Lérida vale el doble que el de un ciudadano de Barcelona es sencillamente indignante. Que se lo trabajen y que obtengan apoyos holgados antes de dar cualquier paso...

"(...) De la misma manera que el aislacionismo ya no es una opción viable en el siglo XXI, tampoco hay mundialismo que pueda acabar con la fragmentación territorial por un doble motivo: porque la democracia de proximidad es de mayor calidad y porque nuestro carácter grupal es algo que llevamos marcado a fuego en nuestra evolución como especie.

En este sentido, la opción federal y la fragmentación  de la soberanía en función de los ámbitos temáticos me parece, por tanto, la opción que mejor se corresponde con los retos y las aspiraciones democráticas del mundo actual

“Vale, vale, muy bonito todo, pero y lo de Catalunya qué”  repetirá  el mismo de antes
Pues, aunque – como he explicado antes –  yo no comparta las pretensiones secesionistas –  creo que Catalunya hade hacer  lo que quiera, como es natural. 

Todas las divisiones territoriales actualmente existentes son fruto, más o menos disparatado, de actos de guerra. Por tanto, no debe llamar a escándalo que se pretendan modificar fronteras 
Sin embargo, me parece esencial tener en cuenta – además de las consideraciones con las que he iniciado este artículo – otras dos que me parecen esenciales

1.- Las modificaciones fronterizas tienen que ser fruto de un consenso político amplio en el territorio que se quiere independizar.  

Los referéndums de Quebec y Escocia  e incluso el del Brexit en Gran Bretaña deberían servir para algo.  

En este sentido, que en Catalanuya esté montada la que se ha montado por partidos que, todos juntos, no suman el 50% de los votos y que gozan de exiguas mayorías parlamentarias por la única razón de que los votos de un ciudadano de Gerona o Lérida vale el doble que el de un ciudadano de Barcelona es sencillamente indignante. Que se lo trabajen y que obtengan apoyos holgados antes de dar cualquier paso.

2) La organización territorial del poder ha de fundamentarse en la búsqueda de la racionalidad política y en la voluntad de la ciudadanía.

Las cuestiones lingüísticas, históricas y culturales pueden ser utilizadas como refuerzo pero con mucha mesura: intentar que sean la demostración irrefutable de que la  secesión debe producirse me parece absurdo y reaccionario: la voluntad política es lo único que cuenta. 

En este sentido, la mía – mi voluntad política – tiene mucho que ver con mi convicción de que el cómplice natural de un trabajador que cobraba salarios irrisorios y que ahora  cobra una pensión irrisoria son todos los trabajadores del universo mundo que se hallan en una situación semejante, no los rentistas que viven como dioses y sin pegar palo al agua, ya sean estos catalanes, madrileños o suecos."  
           

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