8/11/18

Landaluce: "El discurso del rey el 3-O es el más republicano que se pueda hacer"... los derechos que fueron pisoteados el 1-O fueron los de los catalanes que se sienten españoles... sirvió para demostrarnos a muchos republicanos para qué está el jefe de Estado...

"Emilia Landaluce (Madrid, 1981) es periodista y escritora. Acaba de publicar el libro No somos fachas, somos españoles (Ed: Esfera de los libros), que describe como un "argumentario para irse a discutir al bar con cualquiera" sobre la idea de España, más allá de prejuicios y complejos. 

La obra también narra la semana crucial del otoño más caliente de los últimos años en España. Estuvo en San Julià de Ramis --el pueblo de Puigdemont-- durante el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 y en la manifestación del 8 de octubre en la que el constitucionalismo llenó las calles de Barcelona.

--En su libro habla del “espíritu del 8-O” para explicar una manifestación que surgió de la iniciativa de los ciudadanos de a pie y en la que después se sumaron los partidos constitucionalistas. ¿El pueblo español mostró más valentía que sus representantes?

Por supuesto. Pero eso suele ser algo común porque la política no suele invitar a ser precisamente valiente. Los partidos que no pertenecen a la izquierda radical temen la palabra mágica: facha, que es una forma de expulsar a la mayoría social (y esto lo dice hasta el CIS de Tezanos) que defiende la Constitución.

 Que no se cuestiona permanentemente lo que debe de ser España y vive en ella sin complejos. Me parece que si no llega a tener lugar la manifestación del día 8 de octubre la aplicación del 155 hubiera sido mucho más complicada. Entre otras cosas porque el centroderecha siempre ha infravalorado a sus votantes y la izquierda está secuestrada por el nacionalismo y el rupturismo. 

De hecho, los manifestantes obligaron a Rajoy, Rivera y Sánchez a plantarse frente al nacionalismo.
--Usted distingue la manifestación del 8-O de las de la Diada no solo por el contenido político sino también por cosas como que en la de los nacionalistas la masa va uniformada o hay una organización muy elevada. ¿Qué extrapola de ello?

El nacionalismo suele ser mucho más esencialista y, por lo tanto, más homogéneo. No deja espacio para la disidencia. O eres un esclavo, como pueden ser tantos periodistas no nacionalistas que se empeñan en la equidistancia entre el delincuente y el que no lo es. O eres un facha que merece ser purgado de ese pueblo idílico que pretenden. 

Luego por otro lado, se nota el poso totalitario de sus performances en la Diada. Son, ya se ha dicho muchas veces, de Corea del Norte. Con su camiseta del color que mande ANC y Ómnium Cultural, su minuto de silencio a las 17.14 horas... Los constitucionalistas son mucho más alegres porque los españoles son como les da la gana. Hasta nacionalistas catalanes. 

Ahora me interesa mucho el nacionalismo cultural. Todos esos sopar groc, la ratafía y llevar esas alpargatas que usa Torra. Esos son signos, uniformes que se van poniendo los nacionalistas.

--Una idea que veo muy interesante en su libro es la de que las elites españolas han sido más frívolas o mediocres que sus ciudadanos. Antiespañolas, dice. Cita incluso un reflexión de Henry Kissinger. ¿A qué elites se refiere?

En España hay elites que son increíbles. La clase profesional tiene una calidad excepcional. Piense en los ingenieros, en los farmacéuticos, en los médicos o en muchos agricultores. En fin, paradójicamente, Kissinger se refería a los que habían hecho la Transición, por lo que creo que fue bastante injusto.

Con las elites --yo las llamo "esas elites"-- no solo me refiero a empresarios o banqueros más o menos conocidos (al Íbex, por lo general, España le da bastante igual hasta que se ven con el agua al cuello como pasó con el 3-O) sino también a opinadores, periodistas... (lo que llamamos, líderes de opinión) que desprecian a ese 70% de españoles que sigue creyendo que vivimos los mejores años de nuestra historia. 

Por ejemplo, durante la crisis económica, los medios se han dedicado a hacernos creer que éramos el país más corrupto, el más intolerante --ahora según Andrés Conde, director de Save the Children España, es un infierno para los niños--. Sin embargo, no somos peores que el resto de los países. Esas élites quieren hacernos creer que somos un fracaso. Han tenido siempre un comportamiento poco heroico históricamente. Al final son los españoles --ellos dirían los españolitos-- los que tenemos que sacar el país adelante. (...)

--Desgrana muy bien y con muchos ejemplos cómo el nacionalismo ha controlado el relato y la propaganda de cara al exterior. En un momento dice que “deberíamos pasar un poco más de lo que diga la prensa internacional”, como hacen en EEUU o Reino Unido. ¿Cree que es mejor pasar o combatir el relato nacionalista?

Lo primero que hay que conseguir es que en el resto de España dejemos de creernoslo. Como con la leyenda negra, que, como explico en libro, aún persiste en nuestro imaginario. A partir de ahí será más fácil que nuestras embajadas, institutos Cervantes y demás instituciones contribuyan a que el resto del mundo entienda que lo que paso en Cataluña fue un golpe y que España es una democracia plena. También ayudaría a tener un gobierno que no no descuide la comunicación y piense que las crónicas de los corresponsales son menos importantes que los editoriales.  (...)

--También defiende el discurso del rey del 3-O. ¿No le faltó nada? ¿Una frase en catalán? O por el contrario, ¿cree que este discurso es un punto de inflexión hacia el aumento de popularidad del Jefe de Estado?

El rey hizo el discurso más republicano que se puede hacer. Dijo que nadie está por encima de la ley. A lo mejor lo tenía que haber dicho Rajoy, pero al menos sirvió para demostrarnos a muchos republicanos para qué está el jefe de Estado. Respecto a hablar en catalán... quizás. 

En cualquier caso, los derechos que fueron pisoteados el 1-O fueron los de los catalanes que se sienten españoles. Los mismos que han estado abandonados por el Estado en los últimos 40 años."                    (Entrevista a Emilia Landaluce, Laura Fábregas, Crónica Global, 01/11/18)

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