19/11/18

La idea de levantar una frontera consiste en decir que el tipo que está al otro lado no tiene los mismos derechos que yo. Ese es el pensamiento reaccionario que nace contra la ilustración francesa

"(...) ¿Es por eso habla de una «izquierda antiilustrada»?

Es que en ese sentido es directamente antiilustrada. Cuando nace la ilustración hace doscientos años aparece en Alemania el historicismo alemán, que dice que esto de fundamentar la vida compartida en las constituciones y los ideales universales de la razón (igualdad, libertad, fraternidad) no tiene sentido. Y dice que tiene que asentarse en la tradición, en las esencias, en lo que comparte el pueblo.

Como la lengua.

Sí… Y eso que se dice de que compartir una lengua es compartir una mirada del mundo es falso en diversos sentidos. No es así desde los conocimientos que hoy tenemos de lingüística. Y ni siquiera en el caso español la lengua que quiere construir esa nación es mayoritaria en el seno de esas hipotéticas comunidades políticas.

¿Teme que el nacionalismo catalán termine por hacer florecer un nacionalismo también identitario pero español?

El nacionalismo español, políticamente, es residual. Hay algunos estudios empíricos que muestran que este es uno de los países con menores indicadores objetivos de nacionalismo. En la población se puede dar, pero no tiene una presencia institucional, pública y articulada. Franco nos vacunó frente a esto, y para bien.

 Dime un político español de gran nivel de presencia, como Torrá o Jordi Pujol, que haya dicho frases racistas como que los andaluces son tal cosa, o que los otros son esta otra. O que son una raza inferior. Jamás. Ni Franco diría algo parecido.

Le cito: «Hoy lo revolucionario es defender la Constitución». Hoy, cuarenta años después. ¿Esto es otra consecuencia de ese «pensar a la contra»?

El caso de la Constitución es una de las mayores paradojas que hay por parte de la izquierda. Se habla de una especie de contaminación de origen. Y es cierto: se hizo bajo unas circunstancias históricas innegables en las que el peso de los militares era indiscutible. Pero no hay ninguna constitución que se haya hecho en un vacío histórico. La republicana no la votaron las mujeres, la de Estados Unidos ni las mujeres ni los negros, la alemana la impusieron las provincias aliadas...

Volviendo atrás, ¿cuándo nace esta idea de la «izquierda reaccionaria»?

Quizás mi sensibilidad esté agudizada. Por estar en Cataluña y por ser un hijo de la «inmigración», reparo pronto en la fascinación nacionalista de la izquierda catalana. En los ochenta ya se veían las señales, aunque tardé en percibirlas.

Y ahora eso se ha extendido más allá con las políticas de la identidad y del género, que desprecian el conocimiento científico cuando los resultados les incomodan. La idea misma de «perspectiva de género» supone el abandono del afán de objetividad que ha de tener el conocimiento.

¿Por qué?

Si se puede resumir el ideario de la izquierda en una frase, esta sería: «Ninguna desigualdad sin responsabilidad». Es decir, que todo aquello que se deriva de haber nacido en un lado u otro de la frontera, negro o blanco, una clase social u otra… Todo eso no es atribuible a una responsabilidad personal y tampoco puede justificar derechos especiales ni privilegios. Las diferencias en el sexo no pueden justificar privilegios. La aspiración final es un proyecto igualitario. (...)


Usted dice que no hay debate desde el moralismo.

El asunto es que hemos desplazado el debate de ideas al debate de mi trato de las ideas, de si yo soy honesto, coherente, íntegro y los otros no. Y con integridad, con honestidad y con coherencia se puede defender un campo de concentración nazi o una comuna hippie. Dígame usted qué propone. Mi compromiso es con la razón. Donde la razón me lleve, que dirían los clásicos."              (Entrevista a Félix Ovejero, Bruno Pardo, ABC, 16/11/18)

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