"Con la tranquilidad que le caracteriza, a la que acompaña siempre la agudeza, Josep Borrell calificó ayer los insultos de Gabriel Rufián de “serrín” con “estiércol”. Fue la suya una metáfora apropiada después de que el diputado de ERC —que es exactamente lo que parece que es— le injuriase, mucho más allá de proferir un calificativo abrupto en el calor del debate parlamentario. (...)
A Josep Borrell no solo tendrían que defenderle los suyos —que algunos lo hicieron con renuencia— sino cualquier ciudadano que se sepa y se sienta demócrata. (...)
Si algunos socialistas no dispusiesen de referentes
como el de este catalán recio y brillante, acabarían creyendo que
España es lo que se inventan los nacionalistas vascos y catalanes que
es. Versionan nuestra historia con el mito nativista y, por lo tanto,
reclamante de la autodeterminación poscolonial. Y por ahí Borrell no
pasa. (...)" (José Antonio Zarzalejos, El Confidencial, 22/11/18)
"Los diputados de Esquerra Republicana abandonaban en fila el hemiciclo después de que hubiera sido expulsado Gabriel Rufián.
Josep Borrell, ministro de Exteriores y protagonista de un tenso
rifirrafe con el portavoz de ERC, contemplaba la escena en pie desde la
primera fila de la bancada, cuando al paso de uno de los diputados
independentistas ha reaccionado de forma airada: "¡Eh, eh, eh!", ha
espetado mientras señalaba a Jordi Salvador. Inmediatamente después,
Borrell ha asegurado que le había escupido. (...)" (El País, 22/11/18)
Si el Sr. Rufián fuera Catilina le hubiera replicado, como Cicerón, "Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?" (¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?). Pero las Catilinarias tenían un nivel oratorio imposible de comparar con el del diputado Rufián.
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