"(...) la
evolución de la movilización se refleja en el cambio de consignas:
pasamos del eslogan de un movimiento social "la violencia debe pagarse
a 600 euros" a la de un movimiento etnocultural. Populista: "España nos roba, los catalanes".
Negocio en cascada
Para
hacer este cambio, los líderes aplicaron el principio de Eric Hoffer:
"Para poner fin a un levantamiento social simplemente promover un
movimiento religioso o nacionalista".
Cataluña
es una de las comunidades más ricas de España, la que ha aplicado las
medidas antisociales más agresivas y cuyo partido hegemónico, que dio
forma a la imagen de las instituciones autonomistas, se ve afectado por
una avalancha de casos de corrupción que afectan a la
familia del ex presidente Pujol, a un buen número de funcionarios de la
Generalitat y al partido nacionalista CiU (hoy, PDeCat).
La
instrumentación de la cuestión de identidad fue reconocida por Santi
Vila, miembro del gobierno catalán, en 2014: "Si este país no hubiera
producido una narrativa nacionalista, ¿cómo podría haber apoyado los
recortes presupuestarios de más de 6.000 millones de euros? euros? "
Sentido de superioridadEl
movimiento de independencia proporciona a las clases medias catalanas,
atomizadas y despolitizadas un sentido de superioridad étnica y social
sobre la otra mitad de la población, compuesta por trabajadores de habla
española del resto de España que viven en las periferias del Área
metropolitana de Barcelona, y que Quim Torra, actual presidente de la
Generalitat, llamó "colonos" (SOS Racismo calificó su discurso de
"peligroso, irresponsable e inaceptable").
Por
otro lado, este movimiento actúa como un elemento de homogeneización
ideológica de las clases medias inseguras por la crisis, que conduce a
un sentimiento de comunión de identidad.
Una historia pseudohistórica desde cero.Para fomentar la homogeneización, fue necesario adaptar una narrativa pseudohistórica que rechazara los logros del período democrático. Franco es resucitado para establecer una analogía entre la independencia de hoy y los republicanos de la guerra civil.
Contrariamente
a la evidencia de indicadores de democracia como Freedom House o The
Economist Intelligence Unit, el movimiento de independencia presenta a
España como un estado franquista. Más
que una banalización del franquismo, se trata de una falta de respeto
por el antifranquismo: es una impostura, porque la mayoría de la
burguesía catalana se ha acomodado y se ha sentido protegida por el
régimen franquista hasta el final.
Otras
referencias sociológicas actuales: solo el 32% de los catalanes con
ingresos inferiores a 900 € quieren la independencia, mientras que
alcanzan el 54% desde 4 000 € (El País, 28/09/2017). Por
otro lado, en España, Cataluña se está quedando atrás en el cuidado de
la salud y está liderando el camino en la privatización. En resumen, Catexit es un caso escolar del nacionalismo / populismo de los ricos.Manejo y desinformación.
Los defensores de la independencia nunca han logrado obtener el apoyo de la mitad de la población catalana; La idea de un "mandato del pueblo" es un cóctel de propaganda y relaciones públicas. Una anécdota de la periodista Sandrine Morel lo demuestra. Cuando
expresó sus dudas sobre la legitimidad del referéndum del 1 de octubre
al director de comunicación de PDeCat, "se ve molesto por mi
escepticismo. [...]
Y me lanza una frase que me deja aturdido: "Si compras dos páginas de
publicidad en Le Monde, escribes lo que te dicen tus jefes ..." Al ver
mi indignación, responde avergonzado: "Bueno, Así es como funciona aquí ". El
reportero también relata la manipulación de la información que siguió
al 1 de octubre, incluida la información falsa sobre los heridos.Hay otras realidades que son difíciles de aceptar. Por
ejemplo, el hecho de evitar una manifestación no nacionalista el 16 de
septiembre, los ataques contra los escaños de partidos no nacionalistas o
la presión sobre los jueces (67 abandonaron la comunidad autónoma en
dos años) y otras instituciones. del estado. La bandera como trompe l'oeil."
(Le Soir, 02/10/18; Par Armando Fernández Steinko, professeur
de Sociologie à Madrid; Antonio Santamaría, journaliste catalan et
Martin Alonso, politologue retraité à Cantabria; traductor google)
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