"-Usted es independentista.
–Soy independentista en el sentido de que creo que la mejor opción para Cataluña sería ser un estado independiente.
-Pero no lleva lazo amarillo.
-(Enfáticamente) ¡No! Es que eso no tiene nada que ver.
–¿Qué simbolizan estos lazos amarillos?
-De primeras lo que simbolizan es pedir
la excarcelación de las personas que están procesadas en el sumario que
lleva el Tribunal Supremo. En realidad de fondo, lo que significa es
formar parte de los que dan apoyo a Convergencia, Esquerra, la ANC,
Omnium … Los que dan apoyo a esto que se llama el procés.
-Una forma de señalar que perteneces a un colectivo.
-Y una forma de señalar también a los que
no pertenecen. Lo cual se ve mucho en las poblaciones de tamaño medio o
pequeño, en las que todo el mundo se conoce y en las que este tipo de
comportamientos se perciben con mucha claridad.
-¿Por qué cree que los
independentistas tienen esta necesidad de demostrar su adscripción
política? Porque aquí en Madrid no se sabe si la gente vota al PP o a
Podemos si no son tus amigos, si no te lo dicen. En Cataluña parece que
hay que demostrar públicamente que eres independentista.
-Precisamente porque no tiene nada que
ver con la independencia ni con el independentismo. Porque este proyecto
no es un proyecto político. Es un proyecto puramente identitario. Es un
proyecto de identificarse aquellos que forman parte del proyecto frente
a los que no forman parte.
Pero sin necesidad de lograr ningún objetivo
ni ninguna finalidad. Por eso todo es simbólico. Y por eso tiene tanta
importancia demostrar tu pertenencia yendo por la calle marcado de una
determinada forma.
-¿Qué es el ‘procés‘ exactamente?
-En dos palabras, un engaño. Más
extendido, si lo vemos con mayor distancia temporal, podemos decir que,
después de haber fracasado los proyectos de mayor autogobierno dentro
del marco constitucional y estatuario actual, lo cual fue un fracaso de
los gobiernos de Pujol, de lo que se llamó el peix al cove, se
intentó llevar a cabo un proyecto estatutario que también fracasó.
Después de eso, no hay nada que hacer. Y ante ese nada que hacer, la
mitad de la población catalana ha optado por estar en la reivindicación
constante sin ningún resultado. Eso es el ‘procés’.
La globalización, la crisis económica…Una
situación que genera bastante angustia en una serie de capas sociales
que hasta ahora tenían una serie de certezas consolidadas.
-¿Qué tipo de certezas y en qué capas sociales?
-Es un fenómeno más amplio. No solamente
ocurre en Cataluña, sino en todos los lugares en los que se está
imponiendo el populismo autoritario. Ellos se consideraban el núcleo del
país, sea en la India, sea en Turquía, sea Estados Unidos, el Reino
Unido con el Brexit, Hungría o la propia Italia…Y esto lo pone en
cuestión la globalización. Las fronteras abiertas para productos y para
personas hacen que su posición social esté en discusión.
También por los
cambios de mentalidad. Ante esto viene una crispación identitaria y un
cierre para controlar el Estado. Y para que el Estado esté a su
servicio. En los casos en los que ese Estado existe el objetivo es tomar
el control, como en la India o Estados Unidos, y en los casos en los
que ese Estado no existe, como Cataluña, el objetivo es tenerlo.
–¿El nacionalismo ve a las personas que vienen de fuera como una amenaza para su hegemonía?
-No es tanto una cuestión de capas
sociales, sino de competencia global. En Estados Unidos ven como una
amenaza para su autonomía a los inmigrantes mexicanos, y en Hungría a
unos inmigrantes que ni siquiera existen. El inmigrante si acaso sirve
como fantasma. Como amenaza flotante de una angustia identitaria, que
existe en estos países.
-Un fenómeno curioso que ha traído el procés es el auge de Ciudadanos. Y que por primera vez haya manifestaciones constitucionalistas masivas en Cataluña.
-Por una razón. El procés ha ido
degenerando y ocupando el espacio del independentismo. Como se va
tratando cada vez más de formar parte de un grupo, de estar haciendo performances y
ofrendas para demostrar que formas parte del grupo, esto excluye a las
personas que perciben que están fuera.
Pero esto no solamente afecta a
los catalanes con origen en el resto de España, sino también a todos los
catalanes de origen catalán que no están de acuerdo con sus postulados.
O sea que tiene un origen étnico muy débil en el caso catalán. A
diferencia de en otros.
-¿Cree que el nacionalismo catalán sabe que no son tantos como intentan hacer ver?
–Bueno, ellos piensan
que son hegemónicos porque en realidad lo son. También por el sistema
electoral…lo que quiera. Pero en definitiva, tanto en las elecciones al
Parlamento de Cataluña, como, sobre todo, las elecciones municipales,
que es donde realmente se juegan esas redes clientelares, ese
capitalismo de amiguitos local en que ha degenerado la autonomía
catalana, las ganan. Y van formando gobiernos. Y desde ahí controlan los
cargos, los nombramientos, los medios de comunicación, etcétera.
-Ha hablado de los medios de comunicación. ¿Se puede hablar en TV3 si no formas parte de este discurso mayoritario?
-Difícil no. Es imposible. En TV3 y en
los demás medios de comunicación, tanto en los públicos como en los que
se han venido a llamar los concertados. Solamente van los que tienen una
posición claramente españolista para servir de contraste y de ‘coco’,
por decirlo así y los partidarios del procés. Por docenas. Todos los demás no tienen ni voz ni presencia.
-Se intenta también ridiculizar el constitucionalismo, presentándolo como franquista o de extrema derecha.
-Eso tiene relación con todo esto. Con
que tradicionalmente el catalanismo había sido un movimiento de reforma.
Estoy hablando de los últimos 150 años, tanto el franquismo como antes.
Era una España atrasada y con un proyecto político de aislamiento. Pero
eso se quiebra con la entrada en la Unión Europea.
El catalanismo no ha
sabido reconvertirse. España ya es moderna, un Estado democrático,
integrado en Europa…con todas las carencias que se puedan tener, pero no
hay un proceso de involución democrática como pasa en Polonia o
Hungría. Frente a esa España democrática, lo que hacen los
independentistas es mentir. Y presentar a España como si fuera un Estado
franquista, totalitario…lo cual los convierte en una secta.
Porque eso
no tiene nada que ver con la realidad, ni nadie se lo cree. Solo los que
pertenecen a esa secta cada vez más sectarizada, valga la redundancia.
Cada vez más encerrada en sus propios medios, sus propios discursos y
sus propias manías, que nada tienen que ver con la realidad.
-¿Y cómo cree que pueden salir de
esta disonancia cognitiva? Porque tendrá que llegar un punto en el que
se den cuenta de la realidad…
-En absoluto. Es rentable. Electoralmente es rentable.
-O sea, que cree que el procés se puede alargar indefinidamente.
-Mientras sea rentable electoralmente se alargará.
-¿Se puede volver a organizar un referéndum o declarar la independencia en el futuro?
-Uno de los efectos que ha tenido todo
esto es la expulsión del talento. Es decir, eligen el personal en
función de si son los más fieles o los más fanatizados. Y eso se paga.
Llega un momento en que el personal dirigente es un personal de muy baja
calidad. Y eso da lugar a que se cometan errores tremendos. Por ejemplo
el año pasado.
Ellos sabían de sobra que no iba a haber independencia,
que no iba a haber un referéndum, que iba a ser simplemente una
manifestación. Pero calcularon mal. Como ha reconocido la exconsejera Ponsatí.
Yo venía diciendo mucho tiempo esa metáfora, la de que jugaban al póker
e iban de farol.
Pero ellos pensaban que el Estado también iba de
farol. Por eso se arriesgaron a una situación de cometer delitos, a la
que no tenían previsto llegar en absoluto. Ahora puede volver a pasar lo
mismo. Teniendo en cuenta su grado de aislamiento, de fanatismo y de
bajo nivel, pueden hacer cualquier cosa.
-¿Realmente pensaban que algún país les iba a reconocer como independientes?
-No, sabían de sobra que no.
Precisamente, existían unas delegaciones y una consejería de Exteriores
con el señor Romeva, cuya única función era dar conferencias para los ya
convencidos, que en los medios de comunicación catalanes se vendían
como éxitos de la internacionalización. Pero ellos sabían de sobra que
no estaba pasando absolutamente nada. (...)
-¿Cree que en la génesis de esto está la corrupción de los Pujol o el 3%?
–No. Tiene que ver con
el agotamiento de un proceso histórico. De llegar a la conclusión de que
el autogobierno es insuficiente. Y de que este autogobierno no se puede
ampliar. Luego ya hay cosas concretas. Pero corrupción también ha
habido en el resto del Estado. Y en el caso del Partido Popular,
teniendo mayoría absoluta ha habido dirigentes condenados y que están en
la cárcel. Creo que no tiene nada que ver. (...)
-¿Y la CUP?
-La CUP es otra cosa. La CUP son las
juventudes de Convergencia. De hecho, si miras los datos son bastante
graciosos. ¿Sabe usted que partido tiene los votantes con mayor renta
per cápita de Cataluña? La CUP. Y si miras los lugares donde tiene mayor
apoyo electoral, coincide con precisión con la zona que estuvo en manos
de los carlistas durante las guerras carlistas.
Es decir, es una
especie de crispación identitaria, más identitaria todavía, por parte de
los hijos de Convergencia. Por lo tanto, la CUP tiene cierta bula.
Porque le sirve a Convergencia para hacerle la pinza a Esquerra. (...)
-Desde el nacionalismo catalán el discurso que se vende es que ellos son mucho más de izquierdas que el resto de España…
-Bueno, hay de todo. Es decir, hay una
franja extremadamente reaccionaria. Sería un error llamarles fascistas,
porque no es fascismo, es otra cosa. Es una especie de tradicionalismo,
anterior al fascismo, de los años 20 y 30, que es lo que podría ser
ahora Torra. Y hay otra franja que podría ser de pulsiones de izquierda.
Pero no es una cuestión de ideologías.
Porque todo esto en la práctica
no tiene ninguna aplicación. Porque todo esto de ser más de izquierdas o
menos de izquierdas es una cuestión de discurso. En la práctica no se
percibe ninguna diferencia. Es un tema más de relaciones públicas de
cara a la opinión pública que no de políticas reales. Es como ellos
dicen muy a menudo: simbólico.
-¿Cree que hay una parte de
superioridad moral? Es decir, “nosotros somos los demócratas, los que
queremos votar…” es del discurso que se oye habitualmente.
–Bueno, eso es lo
esencial. En todo esto lo esencial es no conseguir resultados, sino
decir “nosotros somos los buenos”. Y la prueba de que somos los buenos
es que nos persiguen, que nos maltratan, que no nos hacen caso…Y para
ser los buenos hace falta un malo. Y de ahí viene esa demonización de
llamar a España franquista, etc. Lo cual, si solo fuera propaganda no
tendría tanta gravedad.
Lo grave es que se lo creen. Y sus movimientos
se hacen desde la base de esas concepciones que son totalmente erróneas.
Por eso no hacen otra cosa que dar palos de ciego. Por ejemplo, si
resulta que el Estado es franquista…¿Cómo es que ERC y PDeCat votan a
favor del cambio de gobierno?
-O por ejemplo, piden la liberación de los presos, cuando eso no es potestad del Gobierno.
-Orwell ya en su momento escribió que los
catalanes, y hablaba en la Guerra Civil…Que los catalanes son
antifascistas, pero lo que no son es antitotalitarios. Los componentes
democráticos y la cultura democrática son muy débiles en Cataluña. Y de
ahí vienen todos esos comportamientos de exclusión del discrepante,
posición de unanimidad, imponer el silencio…Todo aquello que viene del
movimiento autoritario.
-¿Y los Comités de Defensa de la República son una extensión de este autoritarismo?
-Sí. Es la de imponer la voluntad en la
calle. Hay dos maneras, una la suave, que es la de los lazos amarillos. Y
otra dura, que es la de imponerse por la violencia que son los Comités
de Defensa de la República, que han surgido del ámbito de la CUP.
-¿Hay un silenciamiento social del que no sigue la línea del Gobierno catalán?
-Sí, total. Lo que pasa es que Cataluña
es una sociedad muy amplia. Esto se sufre mucho en las localidades
pequeñas. Ahí la única manera de no ser atacado y marginado es mantener
el silencio y disimular.
-¿Hacia dónde va a devenir todo esto? ¿Cuál es el proyecto del Govern Torra?
-No tiene ninguno. El fracaso del año
pasado lo que puso de manifiesto es que no hay proyecto. Y por lo tanto,
eso lo tienen que compensar con crispación y gesticulación. Y la
gesticulación cada vez es más estrambótica. Por ejemplo la que acaban de
hacer en Washington. Cuanta menos política, más gesticulación, más
ruido, más nivel de queja y más nivel de lloro." (Entrevista a Alfons López Tena, Smatemps, 08/07/18)
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