"El presidente Torra lo ha vuelto a hacer. Después de su reunión con el
presidente flamenco ha afirmado, tras la denuncia del fotoperiodista
Jordi Borràs, que “no puede pasar que el fascismo corra impune por las
calles de Catalunya” y que “Europa no entiende nada de lo que está
pasando con este revival franquista”. (...)
El presidente ha aprovechado el incidente para volver a vender
la idea de que, en Catalunya, estamos rodeados de fascistas. Es un
mensaje que emana desde las altas instancias del Govern y del que TV3 y
Catalunya Ràdio hacen correa de transmisión.
A mí, francamente, no me lo parece. Como cuando decían que España es
una dictadura. No veo controles militares por las calles, gente
encañonada en las esquinas o tanques desplegados por el centro de la
ciudad. Supongo que los miles de turistas que nos visitan tampoco
percibirán la “crisis humanitaria” de la que hablaba un día en el
Parlament. Aquí nos va más bien el tapeo, la cañita, las aceitunas.
Pero da igual. La portavoz del Govern, Elsa Artadi, ya dijo la semana
pasada en rueda de prensa que “hay violencia por entornos fascistas en
Catalunya”. Cuando le pregunté si no confundían a todo el que va con una
bandera española con una facha me dijo que no, que sólo “los que van a manifestación y levantando el brazo”.
Cayó en la trampa:
¿Ustedes han visto muchos saludos fascistas en manifestaciones de SCC?
Yo cubrí la del pasado 29 de octubre en Barcelona -aquella en la
supuestamente había un millón de personas- y no vi ninguno. Es que ni
una miserable bandera con el aguilucho para llevarme a la boca.
El problema es que no som un sol poble como creían en Palau y
a alguien hay que echarle la culpa de los tropiezos del proceso. No se
la van a echar a ellos mismos. No lo han hecho nunca.
¡Ahora han salido antifranquistas de debajo las piedras! (...)
Vamos a dejar las cosas claras en otro punto: ¡durante el franquismo
la mayoría de catalanes eran franquistas!. Como en el resto del Estado,
por otra parte. Un régimen como aquel no podría haber aguantado durante
40 año sin el apoyo de las clases medias. Les dio estabilidad y
progreso. El famoso 600.
Y para retroceder un poco más: en la batalla del Ebro había catalanes
a un lado y otro de primera línea. Aunque en uno los curtidos del
Tercio de Nuestra Señora de Montserrat y en el otro los pobres chavales
de la quina del Biberón. En cuanto les pegaban un tiro pedían por su
madre. Eran unos críos. Ya podría haberse ahorrado Negrín la ofensiva.
¿Total, para qué?.
Un franquista ilustre, José María Fontana (1911-1984) hasta dedicó un
libro a la participación catalana en el bando franquista: “Los
catalanes en la Guerra de España” (Barcelona, 1951). Muchos años
después, el escritor y entonces diputado de ICV Ignasi Riera hizo otra
aportación bibliográfica -sin voluntad de comparación- con su “Els
catalans de Fanco” (1998).
Créanme, había un montón.
En realidad, los hijos de la burguesía catalana se hicieron de
izquierdas porque sus padres eran de derechas. Y entonces ser de
derechas era ser franquista. La desaparecida Esther Tusquets (1936-2012)
describe este peculiar fenómeno en un libro delicioso: “Habíamos ganado
la guerra” (2007).
Todavía recuerdo una entrevista de L’Avenç al editor Xavier
Folch -editor, factótum del PSUC y director del Ramon Llull con el
tripartito- en octubre del 2010 en la que explica que nació en Burgos
porque su familia era “anti-republicana”. Todavía le duele. No dice
“franquista”, dice “anti-republicana”.
Quizá recordar por último que las tropas de Franco entraron en
Barcelona sin pegar un sólo tiro. En Madrid al menos tuvieron la
gentileza de aguantar hasta el golpe de Casado. Aunque después de tres
años de guerra, hambre y bombardeos era comprensible. Franco murió
entubado pero en la cama. Los portugueses al menos hicieron una
revolución para derrocar la dictadura." (Xavier Rius, director de e-notícies, 17/07/18)
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