"Distinguido señor:
(...) Quiero decirle también que yo, a La Vanguardia, la quiero. Pese que a
veces no lo parezca. Si en alguna ocasión me hubieran pedido consejo
para la edición digital, por ejemplo, lo hubiera hecho gratis.
Era el periódico que se compraba en casa de mis padres. (...)
Todavía ahora, a primer hora de la mañana, empiezo a leer la prensa por La Vanguardia. Luego viene el resto (...)
Por eso he leído ahora con mucho interés que han creado un consejo asesor en Madrid (17 de mayo) y que el director, Màrius Carol, ha dado una conferencia en el Fórum Europa de Nueva Economía (14 de junio) para defender la “imparcialidad” del diario durante el proceso. Bueno, ahora lo llaman "crisis catalana". (...)
Permítame decirle, en todo caso, que van tarde. Durante años, La
Vanguardia ha estado alimentando el proceso. No se trataba de hacer un
diario independentista o un diario unionista, sino simplemente hacer un
diario de referencia: uno que explicara las cosas como son.
Se nota mucho que ahora quieren alejarse, desmarcarse, soltar lastre.
Pero La Vanguardia ha tenido un papel fundamental en lo que bautizaron
como "transición nacional". No se sabe muy bien hacia donde vistos los
resultados. Porque no es sólo un diario, es todo el grupo: un periódico,
una cadena de radio y una televisión.
Recuerdo que, en las elecciones del 2012, el entonces candidato de
CiU, Artur Mas, hizo campaña con los dos grandes grupos de comunicación
del país a favor. Uno público: la Corpo. Y otro privado: el Grupo Godó.
¡A pesar de ello perdió doce diputados de golpe! Pasó de 62 a 50. Ahí
ya se vio por primera vez que los diarios tradicionales estaban
perdiendo no sólo audiencia sino también influencia a causa de las redes
sociales y los medios digitales
El Brexit o la victoria de Trump sólo ha hecho que confirmar esta
tendencia. Ha pasado exactamente lo contrario de lo que auguraron que
pasaría. Una cosa es lo que piensen -y quieren- y otra muy distinta lo
que deciden los electores. El voto felizmente es secreto.
Es cierto que poco después saltó José Antich de la dirección. Que
conste que yo, con Pepe Antich, tengo buena relación personal. Y espero
continuar teniéndola. Pero tampoco entiendo su evolución profesional
desde las cercanías del PP y de Convergencia -devoré en su día su libro
sobre Jordi Pujol- hasta el soberanismo más hiperventilado.
Al fin y al cabo llegó a la dirección del diario una semana después
de la mayoría absoluta de Aznar. Ahora es el referente de periodístico
de Puigdemont, que anda todo el día retuiteándolo. Si el tándem
Antich-Barbeta -uno en la dirección y otro como redactor jefe de
política- hizo lo que quiso durante todo ese tiempo fue porque usted se
lo permitió. Ahí La Vanguardia empezó a jugarse su credibilidad.
Guardo, como oro en paño, algunas piezas de Jordi Barbeta que más que
crónicas periodísticas parecen artículos de opinión. Eso sí, publicadas
en las páginas de información. ¡Que caray en las páginas de
información, abriendo la sección de Política! ¿No había nadie para
ponerle freno?
Sin olvidar que La Vanguardia ha albergado a algunos de los más
ilustres gurús del proceso -ya he mencionado antes a Pilar Rahola- como
Francesc-Marc Álvaro, entre otros. Bueno, a Álvaro más que albergar lo
tenían a pan y cuchillo: La Vanguardia, Rac1, 8TV.
¡Hasta Eduard Pujol pasó directamente de la dirección de Rac1 a
portavoz de JxCat! ¿Usted sigue sus intervenciones? Casi da miedo. El
otro día, en un pleno del Parlament, dijo que Ciudadanos habían sido "derrotados" y que Catalunya los había vencido. Y eso que ganaron las elecciones. Otro que se cree que Catalunya és él.
Perdón por la pregunta: ¿pero usted se lee el periódico? ¿al menos
entre líneas? ¿escucha los informativos de Rac1? Un día, pillé el del
mediodía por casualidad -iba a un túnel de lavado- y me quedé de piedra.
Luego descubrí que lo presentaba una exjefe de prensa próxima a CDC.
Aplicando aquella famosa frase de Clemenceau durante la Primera
Guerra Mundial: “la guerra es demasiado importante como para dejarse a
los generales”. Pues lo mismo: un periódico es demasiado importante para
dejarlo sólo en manos del director.
Tendría que haber estado usted más encima del producto. El editor
tiene que ser el alma, el vigilante, llevar el periodismo en la sangre.
Como, si me permite las comparaciones, Katharine Graham con el
Washington Post durante el Watergate. Era ella la que daba la carea. La
que paraba los golpes.
Porque hay otra cosa que no entiendo: que La Vanguardia vaya por un
lado y Rac1 por otro. Quizá es usted un genio -o su hijo Carlos- y ha
llegado a la conclusión de que más vale tener un medio de cada ideología
para contentar a todos.
Pero tras el batacazo por la aplicación del 155 lo primero que hicieron en Rac1 fue acentuar el perfil soberanista de las tertulias -debía ser para darse ánimos- y fichar a Albano Dante y a una tertuliana que ha tratado de "pajarraca" a la jefa de la oposición. Vaya nivel. ¡Haber fichado al menos Joan Coscubiela para reequilibrar!
Y dejo de lado 8tv porque me temo que no ha conseguido consolidarse
como la televisión privada de Catalunya. Quizá ahora Ramon Rovira
intenta un sutil cambio de rumbo pero me temo que los tertulianos son
más o menos los mismos. Ni siquiera es alternativa a TV3 y eso que ahora
sería el momento de abrir hueco. Dicen que les hicieron una oferta para
comprarla y que la Generalitat vetó la operación.
Por eso, a veces me da la sensación que en el grupo no manda nadie.
Va haciendo, por inercia. ¡Y eso que hay seis directores generales
incluido Josep Caminal!
Permítame, don Javier, decirle dos cosas para terminar. La primera es
que lamento las críticas pero creo que alguien tiene que decírselas. La
segunda es que, como ya le he dicho antes, a La Vanguardia la quiero. Y
en ocasiones me hace sufrir. Por eso he preferido decirle la verdad.
Espero que continue siendo el primer diario de Barcelona durante
mucho tiempo. Pero para eso hay que poner manos a la obra ya. Cuanto más
tiempo pase, peor. En tiempos de internet el tiempo vuela. Mucha
suerte." (Xavier Rius, director de e-notícies, 15/06/18)
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