13/4/18

Si esa movilización tan notable se dirigiera a objetivos compartibles con todos, sería posible crear una fuerza democratizadora importante para toda España, sobre todo para los de abajo. Pero eso es imposible. ¿Por qué? Porque la obnubilación que han creado en sus bases sociales las induce a ver como extranjeros a quienes no comparten sus ideas


Mig any després d'un # 1O sostingut per la gent en un acte extraordinari de sobirania que va marcar un abans i un després de la nostra història.

[Medio años después [01.04.02018] de un 1-O sostenido por la gente, en un acto extraordinario de soberanía que marco un antes y después de nuestra historia]

(...)  El tuit de Xavier Domènech [XD, el sorprendente tuit de XD que, por cierto, es historiador: ¿acto extraordinario de soberanía? ¿Por qué no se suma entonces al secesionismo? ¿Cuáles son sus diferencias? No hubo acto alguno de soberanía el 1-O. No hubo una decisión mayoritaria del pueblo ciudadano (que ni siquiera fue convocado: sólo los fieles, el pueblo elegido, y otros ciudadanos que acudieron, reaccionando ante la actuación policial).

 ¿Ese 1-O ha marcado un antes y un después en nuestra historia? ¿No ha sido, por el contrario, junto al 6 y 7 de septiembre y el 3-O, el momento en el que se ha roto en mil pedazos la unidad de las clases trabajadoras catalanas? En síntesis: la cosmovisión y el relato secesionistas en estado puro en las palabras de XD.

Y no sólo es un tuit, un mal momento. De una entrevista reciente en La Vanguardia:

¿Irá a la manifestación de la Taula per la democràcia el 15 de abril? 

 Sí, claro. Nosotros propusimos hacer un bloque democrático y se ha hecho esta Taula per la democràcia i la convivència. Evidentemente estaremos allí. (...)

Un sector de Catalunya en Comú, los Comuns federalistes, afirman que la propuesta territorial del partido es ambigua y que los propios militantes no la entienden. 

Hace sólo diez meses que nació Catalunya en comú, y allí apostamos claramente por un estado plurinacional, por un reconocimiento de Catalunya y por una relación de tipo confederal. Esta es la apuesta, y yo creo que es clara. Ahora bien, si hace falta rediscutirla, lo haremos.

Estado plurinacional no definido (los definidos, Bolivia por ejemplo, apuestan por la unidad nacional); relación bilateral .Cat-.Es (¿cuáles son las implicaciones de ese tú a tú?); apuesta por el confederalismo (¿dónde existe un Estado confederal? ¿No presupone ese estado la independencia previa de .Cat?); presencia en la manifestación secesionista del 15 de abril; participación en el frente separatista de la Taula (presentado con otros ropajes),, etc.

 ¿Qué más se les puede pedir desde un punto de vista nacional-secesionista? ¿Qué tendrá que ver todo eso con los valores y finalidades emancipatorias de la izquierda?   (...)

Los dirigentes políticos del independentismo catalán han inducido, sostiene JRC, una situación en que parte importante de “la población de Cataluña sueña una quimérica república catalana reñida con la realidad y sobre todo con los procesos democráticos” y añade algo cada vez más importante:

Si esa movilización notable se dirigiera a objetivos compartibles por quienes no piensan como los movilizados respecto a la institucionalización política de Cataluña, entonces sería posible crear una fuerza democratizadora importante para toda España, sobre todo para los de abajo de toda España.

 Pero eso es imposible. ¿Por qué? Porque, dicho con total claridad, la obnubilación que han creado en sus bases sociales las induce a ver como extranjeros a quienes no comparten sus ideas en Cataluña, y su desconfianza hacia el régimen político español -un régimen de libertades deficiente, pero seguramente el mejor que hemos tenido nunca- se extiende a la sociedad española, incluso a sus conciudadanos: una desconfianza geográfica, o, lo que es lo mismo, una desconfianza racista.

Esta obnubilación disparatada, “impulsada por emociones cuyas teclas saben tocar muy bien los irresponsables políticos independentistas -esa catalanidad llorona, quejosa, ofendida por lo que quiere verse ofendida, creyente en un credo histórico sesgado cuando no imaginario-, es su principal aportación a nuestra desgraciada historia”.

Que los políticos independentistas hayan dado lugar a esto no es delictivo, matiza JRC. Es mucho peor que un delito, una ruindad. Por lo demás, insiste JRC con una idea ya formulada por él que es muy importante, “en Cataluña hay un falseamiento político muy básico: su norma electoral reduce a 85 los más de 130 escaños del Parlament que deberían poder elegir los habitantes de la provincia de Barcelona”.  (...)

Los responsables de las violaciones del derecho se presentan como víctimas. Al hacerlo, en su obstinación por seguir recorriendo hasta el final un curso político derrotado, sostiene JRC, “impiden que podamos solidarizarnos con ellos -tampoco ellos se solidarizaron con las angustias y preocupaciones que causaron y causan a la mitad de los catalanes”.  (...)

Un daño colateral de la división política y social originada, sostiene JRC con razón, “es que ha acabado destruyendo a la izquierda política en Cataluña”. Los dirigentes de lo que quedaba de esa izquierda “no han sabido callarse cuando se tenían que callar”.  (...)

 Y con solidaridades con los políticos nacionalistas burgueses que nadie les exigía, “un afecto que repartían gratis -sobre todo desde el ayuntamiento de Barcelona-, han empujado a los de abajo a huir de ellos y a apoyar políticamente a la peor derecha del país: a Ciudadanos”. 

No me queda claro que, hoy por hoy, sea Ciudadanos la peor derecha del país pero es lateral, no es un punto importante de la argumentación. Muchas gentes trabajadoras, tengo ejemplos en mi familia, apoyaron electoralmente a Ciudadanos esta vez, y acaso primera vez, porque, en su opinión, no había otra. Nunca han votado al PP y el PSC no les ofrecía garantías suficientes visto lo visto.  

(...)  construir un espacio político de izquierda no nacionalista (perdón por la redundancia) no será fácil, pero hay que intentarlo, ya hay gentes que lo intentan. No nos queda otra. Y más pronto que tarde y unidos, además, en una izquierda española que no reproduzca en su seno las tensiones nacionalistas que tantas veces ha incorporado en su propia estructura. Unos por aquí, otros por allá, con soberanía propia, separándonos cuando nos interesa (ejemplo de ICV), etc.(...)"                   (Salvador López Arnal,   Rebelión, 09/04/18)

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