"(...) --Los defensores de la inmersión lingüística obligatoria dicen que es un modelo de éxito.
--Ese es uno de sus mantras que no se basa en ningún
dato comprobado, de hecho no hay ninguna prueba a nivel comun a toda
España que indique que sea un modelo de éxito.
--Dicen que garantiza el dominio del castellano y del catalán.
-No es cierto, porque para dominar una lengua con
todos sus registros necesitas muchas horas y aplicar ese aprendizaje no
solamente en la materia de lengua castellana sino también en otras
asignaturas para poder mejorar el vocabulario y la expresión escrita y
oral, y eso es imposible con el número de horas que se imparten
actualmente en castellano.
--También aseguran que la inmersión garantiza la cohesión social y la integración de los alumnos.
--Tampoco estamos de acuerdo. La cohesión social, por
mucho que nos quieran insistir en ello, no es sinónimo de
monolingüismo. La cohesión social se consigue con la igualdad de
oportunidades, que a su vez se consigue invirtiendo en educación,
especialmente en las zonas con poblaciones menos favorecidas
socioeconómicamente.
La cohesión social no se puede conseguir a expensas
de que el castellano esté arrinconado en la escuela, porque el 55% de
la población catalana es castellanohablante y, para que haya cohesión
social, hemos demostrar en las escuelas que tenemos una sociedad
bilingüe y plural. Eso no se transmite a nuestros hijos si su lengua, su
cultura y su identidad está arrinconada.
--Les acusan de querer separar a los niños por razón de lengua, lo que --señalan-- generaría guetos lingüísticos.
--No es cierto. Nosotros no queremos segregar a los
niños por motivo de lengua, nosotros queremos que en las escuelas de
Cataluña los niños --independientemente de que sean castellanohablantes o
catalanohablantes-- tengan las horas en castellano y en catalán
suficientes como para dominar ambas lenguas, que aprendan a querer la
cultura pensada y escrita en castellano y en catalán. Eso sí que es
garantía de cohesión social y de convivencia.
--O sea, que el objetivo no es establecer dos líneas.
--Exactamente. Y los porcentajes de uso de cada
lengua dependerían de cada centro y del tipo de alumnado que tenga en
función de su entorno socioeconómico y cultural.
--Pero la Ley de Política
Lingüística, para la primera enseñanza, sí que otorga el derecho a
recibir la educación en la lengua materna del niño. De ahí surge la
polémica de la casilla.
--Sin embargo, ese apartado de la ley se ha utilizado
incorrectamente, porque lo que se ha hecho es ofrecer atención
individualizada, que al final es segregación. Al final, lo que recibía
el niño eran tres o cuatro consejos de su profesor, que le hacía una
traducción especial a él de lo que no entendiera.
--La Generalitat dice que con eso cumple.
--Con eso no cumple, y además las reiteradas
sentencias de los tribunales no van en esa dirección. Actualmente el
sistema educativo catalán ya está acotado no solamente por las leyes
educativas sino por las diferentes sentencias que han ido interpretando
cómo deben aplicarse estas.
Y dicen que, en todas las etapas
obligatorias de la enseñanza, las dos lenguas tienen que estar presentes
en la escuela. Ese es el camino para que la escuela sea realmente el
reflejo de la sociedad, con ambas lenguas conviviendo.
--Los defensores de la
inmersión también aseguran que hay un consenso político, social y
educativo para seguir defendiendo ese modelo. Y, en relación a las
encuestas en las que se ve que la población apuesta por un modelo
bilingüe o trilingüe, responden que esa cuestión la deben decidir los
pedagogos y no los padres ni los ciudadanos.
--La gente puede pensar y decir lo que quiera porque
estamos en democracia. Pero, en todo caso, a los catalanes nunca se nos
pregunta desde la Generalitat por el sistema educativo que queremos, ni
siquiera en la hoja de preinscripción escolar.
Aún así, en las últimas
elecciones el partido más votado, Ciudadanos, proponía un sistema bilingüe
para la escuela, por lo que hay al menos 1.100.000 personas que están
en desacuerdo con la inmersión lingüística obligatoria. Entonces no
puede ser etiquetado como un modelo de amplio consenso social.
--Pero son muy pocas personas las que han acudido a los tribunales o las que optaron por la fórmula Wert para conseguir una educación bilingüe.
--Hay muchos padres que quieren una educación
bilingüe pero que se callan porque acudir a los tribunales casi te
convierte en un héroe. Tienes que luchar contra la comunidad educativa y
contra la maquinaria nacionalista y te expones a que te señalen
socialmente. No todo el mundo quiere pasar por eso.
Cuando los padres
nos preguntan por cómo conseguir algo de educación en castellano, la
siguiente pregunta es si van a marcar o a señalar a su hijo de alguna
forma. Tienen miedo, a pesar de estar en un país democrático europeo. La
gente tiene miedo a exigir sus derechos.
--¿Tienen miedo?
--No hay padre que nos llame que no nos haga esa pregunta. Ha habido casos alarmantes, como el de Balaguer o el de Mataró,
o incluso como lo que se intentó en Castelldefels pero no se logró,
pero también tengo que decir que desde octubre del año pasado se ha
disparado el número de padres que nos contactan para lograr una
educación bilingüe para sus hijos. Hay muchos catalanes que parece que
desde octubre han dicho que se acabó y están dispuestos a exigir sus
derechos.
--Los promotores de la
inmersión dicen que con este sistema los alumnos catalanes dominan el
español más que los del resto de España.
--El sentido común contesta a esta pregunta. Es
imposible creer que con dos horas a la semana en primaria y con tres a
la semana en secundaria puedas dominar la lengua castellana en todos sus
registros como lo hace un niño que estudia el 90% de las horas en esa
lengua. Además, insisto, no hay ninguna prueba homogénea a nivel de todo
el Estado para medir el nivel de castellano. (...)
--¿Por qué cree que los colegios de pago utilizan un sistema plurilingüe y no la supuestamente exitosa inmersión en catalán?
-Porque buscan ofrecer una educación de calidad que asegure el mejor futuro para los niños. Por eso, eligen el mejor sistema.
--De hecho, ¿no le parece
curioso que los políticos que promueven la inmersión lingüística
acostumbran a evitarla cuando se trata de sus hijos?
--Me parece incoherente. Hay que ser cínico. Pero
todavía me da mucha más pena que haya personas que crean en aquellos que
defienden la inmersión públicamente pero apuestan por otro sistema para
sus hijos. (...)
--Usted ha conseguido que su
hija, que está en primaria, reciba una parte de la educación en
castellano --el 25%--. ¿Ha sido complicado el proceso?
--El proceso judicial en sí no es muy complicado. Eso
a veces los padres lo desconocen y la AEB está haciendo un trabajo de
información en ese sentido. La AEB conoce perfectamente el procedimiento
legal para llegar a que los tribunales dicten las medidas cautelares
que obligan al colegio a ofrecer bilingüismo. En un plazo de unos nueve
meses se pueden llegar a tener las medidas cautelares hoy en día.
--¿Es muy caro este proceso?
--Nosotros no cobramos nada.
--¿Recomienda a otros padres hacer lo mismo que usted hizo?
--Sí, absolutamente, porque compensa. De hecho, cada
vez está pasando más que varios padres de un colegio se agrupan e
inician el procedimiento juntos. (...)" (Entrevista a Ana Losada, Alejandro Tercero, Cronica Global, 25/02/18)
"Ana Losada ha conseguido que su hija reciba el 25% de clases en castellano.
Su hija, de 10 años, estudia en el centro concertado Pare Enric d’Ossó, de L’Hospitalet de Llobregat. Este instituto religioso imparte todas las materias en catalán, a excepción de la asignatura propia de Lengua Castellana.
“Quiero que mi hija sepa que el castellano es también una lengua de cultura”, explica esta madre de 48 años. Losada pidió al centro que impartiera más horas lectivas en esa lengua. Al no obtener respuesta, denunció al Departament d’Ensenyament por entender que se “vulneraban” los derechos de su hija.
A la espera de sentencia, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) le dio la razón de forma provisional y obligó al centro a que en la clase de la menor se impartiera, al menos, un 25% de horas en castellano.Desde finales de 2015, la clase de la alumna ha pasado de dos a seis horas semanales en castellano.
Esto se traduce en que, ahora, su hija estudia otra asignatura más en esta lengua; en su caso, Medio Social. El juez también obliga al instituto a enviar las notas y las comunicaciones de su hija en castellano, en un centro en el que la mayoría de estudiantes tienen ese idioma como lengua materna.Losada explica que algunos padres, molestos por esta medida, la acusaron de “politizar” la escuela.
Otros, dice, le agradecieron el aumento de horas en castellano. Ella defiende que su hija “tiene los mismos derechos que otra persona catalanohablante” y rechaza el actual sistema de educación. “La inmersión lingüística no cohesiona y ahora lo vemos con una sociedad fracturada”, observa.
En estos dos años, Losada mantiene que su hija, ha “mejorado” en vocabulario y gramática. Y defiende que es “incomprensible” afirmar que se pueda tener la misma “capacidad” y “comprensión lectora” en castellano que en catalán con solo un espacio de dos horas a la semana para la primera lengua.
La madre explica que acudió a los tribunales porque no puede asumir el coste de llevar a su hija a un centro privado que sí imparta el 25% de sus clases en castellano. “No tengo por qué sacar a mi hija de su entorno socioeconómico”, asegura. “Quiero que domine el catalán, pero el castellano también forma parte de su identidad”. (Guillem Andrés, 17/02/18)
"Ana Losada ha conseguido que su hija reciba el 25% de clases en castellano.
Su hija, de 10 años, estudia en el centro concertado Pare Enric d’Ossó, de L’Hospitalet de Llobregat. Este instituto religioso imparte todas las materias en catalán, a excepción de la asignatura propia de Lengua Castellana.
“Quiero que mi hija sepa que el castellano es también una lengua de cultura”, explica esta madre de 48 años. Losada pidió al centro que impartiera más horas lectivas en esa lengua. Al no obtener respuesta, denunció al Departament d’Ensenyament por entender que se “vulneraban” los derechos de su hija.
A la espera de sentencia, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) le dio la razón de forma provisional y obligó al centro a que en la clase de la menor se impartiera, al menos, un 25% de horas en castellano.Desde finales de 2015, la clase de la alumna ha pasado de dos a seis horas semanales en castellano.
Esto se traduce en que, ahora, su hija estudia otra asignatura más en esta lengua; en su caso, Medio Social. El juez también obliga al instituto a enviar las notas y las comunicaciones de su hija en castellano, en un centro en el que la mayoría de estudiantes tienen ese idioma como lengua materna.Losada explica que algunos padres, molestos por esta medida, la acusaron de “politizar” la escuela.
Otros, dice, le agradecieron el aumento de horas en castellano. Ella defiende que su hija “tiene los mismos derechos que otra persona catalanohablante” y rechaza el actual sistema de educación. “La inmersión lingüística no cohesiona y ahora lo vemos con una sociedad fracturada”, observa.
En estos dos años, Losada mantiene que su hija, ha “mejorado” en vocabulario y gramática. Y defiende que es “incomprensible” afirmar que se pueda tener la misma “capacidad” y “comprensión lectora” en castellano que en catalán con solo un espacio de dos horas a la semana para la primera lengua.
La madre explica que acudió a los tribunales porque no puede asumir el coste de llevar a su hija a un centro privado que sí imparta el 25% de sus clases en castellano. “No tengo por qué sacar a mi hija de su entorno socioeconómico”, asegura. “Quiero que domine el catalán, pero el castellano también forma parte de su identidad”. (Guillem Andrés, 17/02/18)
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