27/3/18

Director de e-notícies: Vamos a ser claros de una puta vez: el primer responsable del 155 es Carles Puigdemont. A mí el proceso siempre me ha recordado un coche a toda velocidad con cinco jóvenes dentro que vienen de marcha tras una noche de copas y pastillas...

"Que no les engañen: los verdaderos culpables del 155 son ellos.

Miquel Iceta, en el debate frustrado de investidura de Jordi Turull, ya tuvo que oir como éste le decía: “habla del 155 como si no tuviera nada que ver”. “Usted es tan responsable como los que lo han firmado: usted lo ha votado”, añadió el candidato a presidente.

A Iceta, por una vez, le salió la mala leche: “los únicos responsables del 155 son aquellos que torcieron la decisión del presidente Puigdemont de convocar elecciones”. El líder del PSC no dijo los nombres, pero yo sí que lo haré.

Se refería a las 155 monedas de plata de Gabriel Rufián, a los diputados del PDECAT Jordi Cuminal y Albert Batalla, que dimitieron -total tampoco iban a repetir- o a los de Demòcrates de Catalunya Toni Castellà o Titon Laïlla, que por tener un hueco en las listas se agarrarían a un clavo ardiendo.

Vamos a ser claros de una puta vez: el primer responsable del 155 es Carles Puigdemont. Y lamento decirlo en un día como hoy: ¿pero que se creía? ¿que el Estado no haría nada? ¿que la justicia no actuaría? ¿que podría ir dando tumbos por Europa? Subestimaron al Estado, a la justicia española, a Rajoy. Hasta, ya me perdonaran, al abogado de Vox.

Rajoy será lo que quieran pero no es ni catalán -que yo sepa es gallego- ni independentista ni tampoco está a favor de los Països Catalans. Al contrario, es del PP y además presidente del Gobierno español. ¿Qué esparaban que hiciera? Estuvieron cinco años dando la tabarra, vendiendo ilusiones, fotografiándose con las notificaciones del TC.

Creían que, como mucho, inhabilitaciones. Yo también. A mí me sigue pareciendo una barbaridad lo de rebelión y lo de sedición. Lo de sedición me recuerda a Franco, que iba fusilando a todos los militares que no se apuntaron al Alzamiento cuando el sedicioso era él.

Pero Inés Arrimadas, en el pleno del sábado, ya les recordó que fueron advertidos por los letrados del Parlament, por el Consell de Garanties Estatutàries -cuando no interesa se lo pasan por el forro- y hasta por la oposición.

"Lo hemos repetido en las juntas de portavoces, en las reuniones de Mesa, incluso en las conversaciones privadas: ¿Qué estáis haciendo? ¿Qué locura es esta? ¿Adónde queréis llevar Cataluña?, añadió la líder de Ciudadanos en Catalunya.

Modestamente, yo también lo he dicho, en público y en privado, por activa y por pasiva. Sólo he recibido desprecio. Recuerdo una rueda de prensa en Palau en la que le pregunté a Jordi Turull: “¿no están tirando demasiado de la cuerda?”. Pero era antes del referéndum. Iban lanzados cuesta abajo. Bueno, en su mundo, cuesta arriba.

A mí el proceso siempre me ha recordado un coche a toda velocidad con cinco jóvenes dentro que vienen de marcha tras una noche de copas y pastillas. Al final se vislumbra una curva cerrada a la derecha pero en la excitación nadie se atreve a decir: “frena, frena”. Resultado: dan una vuelta de campana y varias familias destrozadas. Es exactamente lo que ha pasado. Lo digo por las familias.

Desde luego el máximo responsable fue Puigdemont: este hombre no tendría que haber salido nunca de la pastelería de sus padres. Como mucho el periodismo pero no ir más allá. Es indudable que el cargo le venía grande. No se puede tomar decisiones bajo el temor de qué diran las redes sociales.

Luego vienen Junqueras y Romeva. Al fin y al cabo eran los dos pesos pesados del Govern. Al vicepresidente se lo dije un día en el bar del Parlament tras una interminable comparecencia suya. Le debió llegar al alma porque hasta comimos juntos: "Oriol, què vols, que t'inhabilitin?" ("Oriol: qué quieres? ¿que te inhabiliten?"). Por supuesto, nunca alcance a imaginar -él tampoco- que me quedaba corto en la tipificación del presunto delito.

Lo de Romeva es más grave. Porque el consejero de Interior está pendiente del terrorismo, el de Sanidad -otro que tal- de las listas de espera, la de Educación de los barracones. Él, no. El sólo tenía que ir por el mundo pregonando las bondades del proceso. Hasta se fotografió ante la estatua de Abraham Lincoln. ¡El presidente americano que hizo una guerra de cuatro años para evitar el derecho a decidir de los estados del Sur! Pero él a lo suyo.

Me lo dijeron hasta excompañeros suyos de ICV: Romeva ha sido eurodiputado. Sabía cómo las gastan los estados. Y que los países miembros de la UE no nos harían ni puñetero caso entre el Brexit, la crisis de los refugiados, el terrorismo islámico, el futuro de la Unión Europea o el avance del populismo. Sin embargo, continuó gastando un dineral.

A continuación viene el resto del Gobierno. No se escapa ninguno. Es que ni Santi Vila. Y no me refiero al último gobierno sino al primero que constituyó Artur Mas tras echar a los consejeros de Unió. Entonces ya dijo que ahora sí, ahora tenemos un ejecutivo independentista. Por cierto: ¿el exconsejero Jordi Jané sigue agazapado entre los Mossos?.

Neus Munté -¡ahora con aspiraciones de alcaldía- es tan responsable como el resto: ella era la mano derecha de Artur Mas. Las veces que nos peleamos en rueda de prensa y siempre echaba balones fuera. "Llegaremos hasta el final", todavía decía en una entrevista en El Punt-Avui en julio del 2016.

Tampoco hay que pasar por alto tampoco a Artur Mas. Con él empezó todo. Vaya vista, Artur. ¿Y la astucia? Él fue el que la lió. Simplemente porque quería ser presidente. En el fondo siempre pretendió negociar con Madrid pero como Rajoy no acepto el órdago fue subiendo la apuesta.

Quizá en este apartado deberíamos incluir a Jordi Pujol. Pero a mí me da pena. Incluso con todos los casos de corrupción de la família de por medio. Yo creo que debe estar encerrado en casa diciendo: “Dios mío, ¿qué hemos hecho?”. Pujol será un chorizo -eso lo tienen que decir los tribunales- pero les da mil vueltas a toda la panda que ha venido después. Se le han desmadrado.

La desgracia del expresident es doble: por una parte ha dejado de ser un referente moral.  No puede ejercer ni de padre de la patria como supongo que le hubiera gustado. Por otra, han hundido toda su obra de gobierno. No quedará nada.

No hay que olvidar igualmente a Carles Viver Pi-Sunyer, el cerebro jurídico del proceso, junto al resto de miembros del famoso del Consell Assessor per a la Transició Nacional (CATN), el think tank del procés.

Estuvieron haciendo papelitos y alimentando sueños. Si en vez de hacerle la pelota a Artur Mas alguno le hubiera dicho: “presidente, cuidado, estamos jugando con fueog”. En estas horas bajas hay que recordarlos, uno a uno, ellos también son responsables del desastre (1).

Luego los palmeros con Pilar Rahola a la cabeza. 

Esta tarde me he dado una vuelta por su twitter y ayer todavía decía que Puigdemont es “el puto amo” por haber burlado la justicia española. Hoy va diciendo que está internacionalizando el proceso catalán. Pero no me extraña: la tienen a pan y cuchillo en TV3.

A continuación vienen el resto de pelotas, los que han vivido toda la vida de Convergencia: Francesc-Marc Álvaro, Vicent Sanchis, Toni Aira, Marçal Sintes o Agustí Colomines. Este el viernes me decía “miserable” y que le daba "asco".

Bueno, peor porque al fin y al cabo yo soy un mindundi. Pero se lo decía también a Jordi Cañas, exportavoz de Ciudadanos, un partido que ganó las últimas elecciones con 1,1 millones de votos. Deduzco que debe pensar lo mismo de sus votantes.

Y eso que es un alto cargo de la Generalitat: director de la Escuela de Administración Pública. ¿Qué les enseñan a los funcionarios?. Imaginen cómo está el patio en Catalunya: o estás con nosotros o contra nosotros. No hay termino medio.

Por supuesto está también TV3 y Catalunya Ràdio. E incluso Rac1 o 8TV porque Catalunya es un ecosistema comunicativo en el que unos tertulianos van de un medio a otro para vender el mensaje.

Ni que decir que ahora asistimos a un curioso fenómeno meteorológico: el yo ya lo decía. Como ya hizo el exconsejero Vila. Bajarse del barco en el último minuto para hacer un libro, exculpar los culpas y a ver si lo fichan de alcaldable de Barcelona los de Lliures o los de Units per Avançar, los restos del catalanismo moderado. ¡Santi Vila no se atrevió a dimitir antes porque no era diputado y se quedaba sin nómina!.

Es el caso del citado Francesc-Marc Álvaro o Josep Martí. Quizás incluso Antoni Puigverd. No, no lo decían. Han estado alimentando el proceso hasta el batacazo final. La hostia ha sido descomunal, espectacular, histórica. Se han cargado el catalanismo moderado, el soberanismo y hasta el país. Cuanto daño han hecho.

En Catalunya ha habido miedo escénico. Aquí ha callado todo el mundo: los partidos, los medios de comunicación, los periodistas, los empresarios -preferiría que hubiesen hablado antes en vez de llevarse las empresas fuera-, la auténtica sociedad civil. Hasta la burguesía catalana o lo que queda de ella.

Siempre que iba a cubrir un consejo nacional de Convergencia -o incluso de Esquerra- me preguntaba: ¿pero qué aplauden? Porque ya sé que los 200 o 300 tíos ahí reunidos tenían todos sueldos públicos o de partido. Pero si alguno en vez de aplaudir al líder como si fuera el PCUS en su buena época hubiera preguntado: "Artur, ¿seguro que vamos bien?" quizá el otro se hubiera iluminado.

En efecto, parecía que si no estabas con el proceso eras un “facha”. A mí me han llegado a decir "español". ¡Yo que iba a manifestaciones por la independencia con 16 años!. Cuando dicen que la culpa del 155 es del PSC -o incluso del PP o Ciudadanos- es porque quieren eludir responsabilidades, mantenerse en su zona de confort: el marco mental del 155.

Es como romper un plato y decir luego: yo no he sido. Que caray un plato, han roto la vajilla de la abuela entera. Se han cargado la arquitectura institucional de Catalunya -la Administración, los Mossos, TV3- levantada durante 40 años. Hemos vuelto a finales de los 70. Hay que empezar de cero. No hay más remedio. Reconstruirlo todo.

 (1) 
• Enoch Albertí, catedràtic de Dret Constitucional de la Universitat de Barcelona
• Germà Bel: catedràtic d'Economia de la Universitat de Barcelona
• Carles Boix: catedràtic de Ciència Política de la Universitat de Princeton
• Núria Bosch: catedràtica d'Hisenda Pública de la Universitat de Barcelona
• Salvador Cardús: professor de Sociologia de la Universitat Autònoma de Barcelona i periodista
• Àngel Castiñeira: director de la Càtedra de Lideratges i Governança Democràtica d'Esade
• Francina Esteve: professora titular de Dret Internacional de la Universitat de Girona
• Joan Font: empresari
• Pilar Rahola: periodista i escriptora
• Josep Maria Reniu: professor de Ciència Política de la Universitat de Barcelona
• Ferran Requejo: catedràtic de Ciència Política de la Universitat Pompeu Fabra
• Joan Vintró: catedràtic de Dret Constitucional de la Universitat de Barcelona"           (Xavier Rius, director de e-notícies, 24/03/18)

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