"(...) el Estado se identificó con el franquismo, un régimen que se
proclamaba adalid de la unidad de España. Es hasta cierto punto lógico
que la izquierda, al combatir todo lo que se identificara con la
dictadura, terminase asumiendo o al menos sintiendo simpatía por el
nacionalismo.
En este contexto hay que integrar el sesgo nacionalista que en muchas
ocasiones han presentado tanto Iniciativa per Cataluña, heredera del
PSUC, como el PSC, que aglutinó los diferentes grupúsculos socialistas
catalanes incluyendo la propia agrupación regional del PSOE.
En ambos
casos, su tendencia independentista aparece ya en la misma relación con
su referente nacional, definiéndose como organizaciones independientes.
Han venido repitiendo la problemática y el conflicto que se daba entre
Cataluña y España.
Ambas formaciones se han mostrado todos estos años
muy celosas de su independencia y de su autonomía, no permitiendo que
las direcciones centrales intervengan en sus organizaciones, aunque
ellos sí se consideraban con derecho a interferir en la dirección
estatal, eligiendo a sus órganos y conformando sus decisiones.
El papel de estas formaciones políticas ha sido fundamental en la
configuración social y política de Cataluña y también del nacionalismo.
Sirvieron para canalizar y aglutinar a las clases populares, obreras y
en una buena proporción de emigrantes, que poco tenían que ver con el
catalanismo.
Sin embargo, sus direcciones, con arraigo en gran medida en
la burguesía catalana, presentaban una tendencia clara hacia el
catalanismo cuando no al nacionalismo o al independentismo.
De esta
manera, en Cataluña se obstaculizaba e impedía la existencia de una
izquierda jacobina con vocación internacional, como existe en todas las
otras Comunidades. Tanto IC como el PSC han mostrado a lo largo de todos
estos años un comportamiento confuso y oscilante, sin saber muy bien
dónde ubicarse, pero con un coqueteo constante, cuando no entrega, al
nacionalismo.
Con esta situación ambas formaciones han venido creando en mayor o
menor medida conflictos y dificultades a IU y al PSOE, al tiempo que han
condicionado sus planteamientos ante el problema catalán.
Especial
relevancia ha tenido y tiene la influencia del PSC sobre el partido
socialista, dado el protagonismo que esta formación política tiene en la
política global española y en la respuesta que hay que dar a los
partidos secesionistas.
Desde hace algunos años ha surgido un hecho nuevo que ha dado aire y
fuerza al independentismo (ver mi artículo de 14 de septiembre en este
mismo diario). La crisis que se inició con el euro en 2008 y las
políticas mal llamadas de austeridad originaron con toda razón fuertes
movimientos sociales de contestación, también en Cataluña, contra las
múltiples medidas que se consideraban injustas y frente a las
situaciones de pobreza y de desigualdad difíciles de aceptar.
Se hacía
de ello responsable a los partidos mayoritarios, y lo que eran al
principio movimientos de protesta se convirtieron en formaciones
políticas ansiosas de reclamar su cuota de poder a lo que consideraban
vieja política.
Surgió así una nueva izquierda sin contornos muy definidos, y quizás
distintos en cada una de las Comunidades Autónomas.
En Cataluña, desde
luego, muy próxima por no decir identificada con el nacionalismo. Lo que
en sus inicios constituyó una protesta social y económica se ha
transformado en una reyerta territorial. Ese fue el ardid de Artur Mas,
trasladar de sitio la diana y conseguir que los ataques que se dirigían
contra el Gobierno de la Generalitat se orientasen hacia Madrid y que lo
que era una contienda de clases y de grupos sociales se transformase en
una lucha entre territorios.
Y aquí tenemos esa nueva izquierda situada
en el mismo bando que aquellos que provienen del partido más
reaccionario y corrupto de España, CiU, y defendiendo los intereses de
una de las regiones más ricas y prósperas de la península frente a las
más pobres y subdesarrolladas.
Esta mutación tan descorazonadora no ha quedado confinada en el
ámbito de Cataluña, sino que se ha instalado en toda España. (...)
Han desaparecido las manifestaciones por las pensiones, por la reforma
laboral, por los salarios, por la sanidad, por la educación y se han
sustituido por las reivindicaciones de los independentistas, que si ya
resultan contradictorias en un partido de izquierdas catalán, qué decir
cuando se hacen desde Andalucía, Extremadura, Galicia o Castilla." (Juan Francisco Martín Seco, República.com, 09/11/17)
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