"¿Se puede ser hostil al nacionalismo y, sin embargo, de izquierdas?
¿Son impostores los progresistas que se ponen la etiqueta de jacobinos?
¿Son la mayoría de los andaluces o extremeños nacionalistas españoles
encubiertos? ¿Y los habitantes de Cornellá?
En España, se planteado históricamente el problema
administrativo de la descentralización como uno vinculado al
reconocimiento del pluralismo y las distintas identidades.
Según esta visión, existen varias naciones, varias identidades, y es
deseable que estas se acomoden y se respeten con niveles de
descentralización cada vez más altos que, además, llevarían a una
eficiencia cada vez mayor.
Desde este ángulo, el conflicto tiene que
ver, sobre todo, con la tolerancia y el pluralismo y, simétricamente, el
conflicto con la intolerancia y el autoritarismo encubierto.
¿Qué
podría llevar, si no, a alguien progresista a rechazar una idea que
acomoda la tolerancia y la gestión eficiente del dinero público? Por eso
a las personas que se han mostrado escépticas respecto a este problema
se las ha etiquetado como conservadores, o con el “nacionalismo español“.
(...) podemos pensar en el “nacionalismo español” como una adhesión light al
mito del pacto político del 78, a los valores que representa, y cierta
lealtad al estado central. Pero entonces, estamos hablando de una forma
bastante moderna, y mucho más democrática e inclusiva de “nacionalismo”,
que ha demostrado ser compatible con niveles muy altos de autogobierno y
autonomía. (...)
Como ha explicado Alvarez Junco (un libro muy interesante),
en España esta idea de nacionalismo queda más o menos hundida con la
experiencia de la dictadura franquista. Y los intentos de construir una
visión “liberal” del mito nacional, como el que existe en Francia por
ejemplo, han tendido a encallar. Especialmente desde unas coordenadas
ideológicas progresistas.
¿Qué hay de la situación actual? (...)
Desde siempre, han existido visiones en la tradición marxista con diversas visiones plurales sobre la cuestión nacional. Desde la hostilidad de Rosa Luxemburgo, el instrumentalismo de Lenin,
el jacobinismo de Leon Blum o Jean Jaurés, o el compatibilismo de Otto
Bauer, hasta el revisionismo de varios historiadores filomarxistas (I, y II), hay muchas posturas para elegir. Y diría que la mayoría no son entusiastas respecto a la narrativa nacionalista.
En España hay, además, muchas figuras de la izquierda -Josep Borrel, Paco Frutos, Alfonso Guerra, Ramón Jauregui, Alberto Garzón
; casi cualquier político de izquierdas o derechas andaluz o extremeño-
que se han desmarcado con más o menos fuerza del derecho a la
autodeterminación.
Exagerando un poco, esta asociación del eje
“nacional” y el eje “izquierda-derecha” llevaría, analíticamente, a
situar a Núria Gispert como alguien relativamente progresista, y a los políticos antes mencionados como alguien relativamente conservadores- algo que se me antoja paradójico.
Como explicaba Jorge Galindo hace poco, en España existe en efecto una fracción considerable de la la población (alrededor de un 15% del censo), que es “jacobina“:
gente que se identifica con una tradición de izquierdas, pero que al
mismo tiempo es hostil a la descentralización y al nacionalismo
infraestatal.
Entiendo que existan incentivos políticas para presentar la
hostilidad al nacionalismo regional como algo asociado a ideologías
reaccionarias, pero creo que tomárselo en serio es algo que le hace un
flaco favor a la realidad, la historia y, mucho peor, a la estadística.
Si vamos a repensar el problema “nacional”, creo que la salud
democrática sugeriría que todas las posiciones que tienen arraigo en la
sociedad española estén representadas en el debate.
Y para que el
entendimiento sea posible, es importante partir de cierto reconocimiento
de lo que motiva a las distintas partes, y no estigmatizarlas. El
lector habrá probablemente detectado que yo, personalmente, soy simpatizante de esta posición llamada “jacobina“.
Como no solo no pienso en ella como una forma de nacionalismo
“cultural”, sino que creo que mucha gente se encuentra en una situación
similar, tengo interés en que esté representada y articulada en el
debate público." (Luis Abenza, Politikon, 22/11/17)
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