"Es mentira podrida cuando la ciudadana Inés Arrimades sostiene que Cornellà es una tierra plural y diversa como Catalunya. Como Catalunya, no, excelencia. (...)
Lo que quiere decir doña Inés, guiñando el ojo, lo que dice sin decir la interesada jerezana que busca votos, es que Cornellà forma parte de la Catalunya española,
de una tierra fuertemente castellanizada, colonizada, asimilada, en
buena parte, a España y olé, donde los catalanohablantes vivos son
minoritarios y a veces invisibles, remotos, una tierra donde la inmensa
mayoría son inmigrantes o hijos de inmigrantes y viven exclusivamente,
aisladamente, en español. Una tierra de nacionalismo español muy
marcado, de españolismo.
Una tierra donde solo hay un colectivo que se
cree superior a los demás colectivos y que ha decidido no integrarse en
Catalunya. Donde viven individuos, plurales y diversos, que te dicen con
gran satisfacción que ya llevan viviendo aquí cuarenta, cincuenta años y
no entienden ni una palabra de catalán.
Que por reivindicar España hoy
reivindican su derecho a la ignorancia, a no saber el catalán, una
lengua que ven sólo como un estorbo y que por eso lo combaten, atacando
la inmersión lingüística.
Salvando algunas, quizás numerosas
excepciones, el colectivo castellanohablante es el único colectivo
inmigrante que tiene la arrogancia de vivir en Cornellà como vivía
Chiquito de la Calzada en Tokio, prácticamente como si no se hubiera
movido de casa, de la casa de los orígenes de España y olé, una tierra
mítica que no se puede dejar de venerar como en una religión extraña.
Cornellà no tiene mucho de plural ni de diversa.
En el cinturón industrial de Barcelona, en esa tierra magnífica, que
Inés Arrimadas mitifica para reclamar el voto, yo he conocido a un chico
solitario, aislado y asustado, a quien sus compañeros denominaban “el
catalán” para estigmatizarlo, para acosarle, como si no estuviéramos en
Catalunya y ellos no fueran también catalanes.
También he conocido a
otro antiguo alumno mío que ocultaba ante todo el mundo que hablaba
catalán en casa, consciente de la inoportunidad de su identidad lingüística y cultura,
exactamente igual como hacen los gays o los judíos ante los partidarios
de la unanimidad.
Yo he conocido un encendido desprecio por Catalunya
en esta tierra plural y diversa de Cornellà donde la cultura era sólo un
desagradable distintivo de ricos, una marca de disidencia, donde además
la cultura catalana era vista como una imposición intolerable de una
gente desconocida a la que se odiaba o se despreciaba.
Esta es la tierra
plural y diversa de la que habla Inés Arrimadas, un lugar salvaje,
deprimido y castigado por las diversas crisis, del que todo el que puede
se va y se olvida, un territorio que hace bandera del adoctrinamiento
españolista, del odio a los que no son como ellos, donde prolifera la
ley del más fuerte, la violencia en todas sus formas, la ultraderecha,
el sexismo, el resentimiento permanente del inmigrante que no quiere
dejarlo nunca de ser, que no quiere nunca aceptar que ya vive en
Catalunya y que Catalunya ya se ha convertido en su propia casa.
Yo nací
y viví muchos años muy cerca de Cornellà, y a los catalanohablantes,
excelencia, nos señalabais con el dedo. Tú también, Inés." (Jordi Galves, El Nacional.Cat, 17/11/17)
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