28/11/17

La independencia llevaría a Cataluña al modelo Grecia: un escenario de hundimiento institucional, en un régimen de aislamiento económico, con conflicto interno y externo. Las bases de la convivencia se hundirían y surgirían las divisiones latentes entre comunidades etnolingüísticas

"(...) Tanto el modelo ‘Suiza’ como el ‘Suecia’ parten de la idea de un divorcio amistoso entre Cataluña y España. Al día siguiente de la independencia, Cataluña pasaría a ser parte de la unión europea y redactaría su constitución desde cero.

El divorcio amistoso presupone ciertas condiciones políticas. Primero, asume la cooperación de la comunidad internacional y la Unión Europea para poder tener acceso al mercado interno. En segundo lugar, presume la cooperación de las élites económicas. Finalmente, parte de la idea que la situación política en Cataluña será normal, armoniosa.

Hay un tercer escenario, el escenario que llamaré ‘Grecia’, porque me lo ha inspirado este thread de Stathis Kalyvas. Asumamos que España opte por bloquear la independencia. Esto es algo que Sevi Rodriguez Mora ha discutido varias veces (aquí, aquí) de forma bastante convincente.  

Tanto si pensamos en el revanchismo, como en los grupos de interés que pueden ganar con el desplazamiento de las empresas catalanas del mercado español y europeo, no parece probable que haya un equilibrio en España que consista en apoyar a Cataluña. Como explica Sevi, esta idea confunde dos conceptos económicos básicos: el de optimalidad (lo nos conviene colectivamente), y el de equilibrio (lo que ocurrirá).

Los estados Europeos tienen razones también para no apoyar la secesión unilateral, como hemos comprobado tras la (falta de) reacción a las horrible imágenes del 1-O. Esta es la llamada doctrina ‘Prodi’, que entiende que estos problemas son internos de los estados, y un estado que se escinda no pertenecerá automáticamente a la UE. 

La doctrina podría cambiar, claro, pero ésta tiene una base geopolítica muy fuerte: los problemas territoriales internos son comunes a muchos estados europeos (Reino Unido, Bélgica, Francia, etc) y la alfombra roja para Cataluña probablemente no terminaría de sentar un precedente bueno (desde el punto de vista de estos estados). 

En un gran esquema de las cosas, y a pesar de la simpatía que despierta la causa catalana entre las minorías educadas liberales, es posible que una Cataluña independiente no le importe demasiado a nadie.

La ausencia de conflicto social interno en Cataluña tampoco parece estar sobre la mesa, a la vista de las imágenes que nos ha brindado la prensa estos días. Hasta ahora la burguesía catalana había sido capaz de controlar y dirigir el conflicto social para lograr sus fines, pero la Cataluña industrial tiene una historia de conflicto interno y una de las politicas de orden público más represivas del país.

 La segmentación y el antagonismo de los bloques políticos ha sido históricamente bastante estable, y las divisiones latentes entre comunidades etnolingüisticas tienen raíces fuertes. Al abrir la caja de Pandora constituyente, parece razonable que las expectativas de los distintos grupos choquen, y esto podría desregular el conflicto político.

Este conjunto de especulaciones es el modelo ‘Grecia’: una transición que llevaría a un escenario de hundimiento institucional. La independencia iría seguida de una fuga de capitales y de cerebros, una caída sustancial del comercio internacional, un régimen de aislamiento económico, con conflicto interno y externo. Las bases de la convivencia se hunden como ocurrió en el Ulster. En este escenario podríamos incluso ver cierto algún tipo de violencia política.

Las tres condiciones se complementan: si pueden tener acceso al mercado interno, las élites económicas apoyarán el proceso, y la prosperidad económica permitirá limpiar las heridas. Si la tarta para compartir es más grande, es más fácil satisfacer a todos. La miseria, en cambio, probablemente agudiza el conflicto."               (Luis Abenza, Politikon, 08/10/17)

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