"(...) Tanto el modelo ‘Suiza’ como el ‘Suecia’ parten de la
idea de un divorcio amistoso entre Cataluña y España. Al día siguiente
de la independencia, Cataluña pasaría a ser parte de la unión europea y
redactaría su constitución desde cero.
El divorcio amistoso presupone ciertas condiciones
políticas. Primero, asume la cooperación de la comunidad internacional y
la Unión Europea para poder tener acceso al mercado interno. En segundo
lugar, presume la cooperación de las élites económicas. Finalmente,
parte de la idea que la situación política en Cataluña será normal,
armoniosa.
Hay un tercer escenario, el escenario que llamaré ‘Grecia’, porque me lo ha inspirado este thread
de Stathis Kalyvas. Asumamos que España opte por bloquear la
independencia. Esto es algo que Sevi Rodriguez Mora ha discutido varias
veces (aquí, aquí)
de forma bastante convincente.
Tanto si pensamos en el revanchismo,
como en los grupos de interés que pueden ganar con el desplazamiento de
las empresas catalanas del mercado español y europeo, no parece probable
que haya un equilibrio en España que consista en apoyar a Cataluña.
Como explica Sevi, esta idea confunde dos conceptos económicos básicos:
el de optimalidad (lo nos conviene colectivamente), y el de equilibrio (lo que ocurrirá).
Los estados Europeos tienen razones también para no
apoyar la secesión unilateral, como hemos comprobado tras la (falta de)
reacción a las horrible imágenes del 1-O. Esta es la llamada doctrina ‘Prodi’, que
entiende que estos problemas son internos de los estados, y un estado
que se escinda no pertenecerá automáticamente a la UE.
La doctrina
podría cambiar, claro, pero ésta tiene una base geopolítica muy fuerte:
los problemas territoriales internos son comunes a muchos estados
europeos (Reino Unido, Bélgica, Francia, etc) y la alfombra roja para
Cataluña probablemente no terminaría de sentar un precedente bueno
(desde el punto de vista de estos estados).
En un gran esquema de las
cosas, y a pesar de la simpatía que despierta la causa catalana entre
las minorías educadas liberales, es posible que una Cataluña
independiente no le importe demasiado a nadie.
La ausencia de conflicto social interno en Cataluña
tampoco parece estar sobre la mesa, a la vista de las imágenes que nos
ha brindado la prensa estos días. Hasta ahora la burguesía catalana
había sido capaz de controlar y dirigir el conflicto social para lograr
sus fines, pero la Cataluña industrial tiene una historia de conflicto interno y una de las politicas de orden público más represivas del país.
La segmentación y el antagonismo de los bloques políticos ha sido históricamente bastante estable, y las divisiones latentes entre comunidades etnolingüisticas
tienen raíces fuertes. Al abrir la caja de Pandora constituyente,
parece razonable que las expectativas de los distintos grupos choquen, y
esto podría desregular el conflicto político.
Este conjunto de especulaciones es el modelo ‘Grecia’: una transición que llevaría a un escenario de hundimiento institucional. La independencia iría seguida de una fuga de capitales y de cerebros, una caída sustancial del comercio internacional,
un régimen de aislamiento económico, con conflicto interno y externo.
Las bases de la convivencia se hunden como ocurrió en el Ulster. En este
escenario podríamos incluso ver cierto algún tipo de violencia
política.
Las tres condiciones se complementan: si pueden tener
acceso al mercado interno, las élites económicas apoyarán el proceso, y
la prosperidad económica permitirá limpiar las heridas. Si la tarta para
compartir es más grande, es más fácil satisfacer a todos. La miseria,
en cambio, probablemente agudiza el conflicto." (Luis Abenza, Politikon, 08/10/17)
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