18/9/17

¿De una comunidad autónoma en quiebra a un Estado independiente? Los intelectuales del procés lo tienen claro...

"Si no fuera por esta historia del secesionismo catalán, hoy Mariano Rajoy no sería presidente del gobierno. Le fortalece un cálculo maldito: a más procés, más Rajoy. Otros, tan desprestigiados y quemados como él, el Fiscal General del Estado, José Manuel Maza, y el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, cabalgan sobre la misma ola.

 La aventura secesionista ha sido un regalo para la derecha española, situada por los errores de otros a la vanguardia en la defensa del Estado de Derecho. Una vez más, se cumple la máxima del Churchill: “Las guerras no se ganan, se pierden”. Ésta no la gana el corrupto Rajoy, la pierden sus torpes adversarios.

¿Quiénes han diseñado una aventura con tanta irresponsabilidad histórica? Los autores materiales, visibles, son conocidos, pero interesa preguntarse por los arquitectos intelectuales de este desastre. Son los imprescindibles para dar apariencia de viabilidad al proyecto de secesión. Sin ellos, académicos e investigadores de prestigio, el procés no hubiera pasado del nivel de ocurrencia.

Los primeros expertos movilizados fueron un grupo de destacados economistas organizados en col·lectiu Wilson que puso en riesgo su prestigio académico con el alucinante panfleto “Amb la independencia, quanta diners guanyaria Catalunya?”. Avalaron unos datos que hoy tienen cero credibilidad, pero fueron decisivos en la movilización basada en aquel “España nos roba”. 

Cómo poner en duda los datos de los galácticos “minnesotos”, economistas catalanes con pedigrí de universidades americanas, liderados por el exconsejero Andreu Mas-Colell, del que dicen que, antes de los resultados de su política económica y de la torpeza del procés, aspiraba al Nobel.

 De momento, es el artífice de dejar las cuentas públicas de Cataluña en la quiebra, con una deuda que ha alcanzado la insoportable cifra de más de 75.000 millones de euros en 2016. En resumen, ha logrado que, sin el aval del Estado, hoy nadie prestaría a Cataluña. ¿De una comunidad autónoma en quiebra a un Estado independiente?

No son los únicos impulsores, con palabras de Popper, de la construcción de “una atmósfera intelectual” sin la que la aventura independentista del nacionalismo catalán no se habría producido. Hay otros colaboradores imprescindibles. Los catorce sabios (excluyo a Pilar Rahola i Martínez) que han redactado los informes del Libro Blanco de “La Transición Nacional de Cataluña”, coordinados por el catedrático de Derecho constitucional Carles Viver Pi-Sunyer, son igual de responsables en la construcción de ese clima.

Cada uno de ellos responde con sus informes sectoriales a cómo sería ese nuevo Estado en los “primeros meses”, a los que denominan Transición. Para curarse en salud, se trataría de hipótesis en circunstancia que los políticos independentistas les habrían dado. ¿Y si esas circunstancias no se dan? “Eso ya no es asunto nuestro”, vienen a decir. Como Peridis le hace decir a Puigdemont en una de sus viñetas, “menos mal que no nos dejan”.

De todos los informes hay uno que es especialmente llamativo, el que responde a la cuestión de cómo sería la Seguridad y la Defensa de ocho millones de catalanes en esos “primeros meses” del nuevo Estado, nada menos. 

Qué medidas para la seguridad de las fronteras terrestres, marítimas y aéreas, para el control de aduanas, para la lucha antiterrorista, la ciberseguridad, la producción de inteligencia propia frente a amenazas y riesgos, la lucha contra el crimen organizado, el control de la inmigración, defensa territorial y de infraestructuras críticas, etcétera.

 Qué medios de seguridad se necesita de forma inmediata, qué material marítimo, aéreo y terrestre. Eso en los “primeros meses”, en los que se reconoce en el informe que habría “más inseguridad por ser un país de nueva frontera”.
Y todo esto ¿con ejército o sin él? El experto no resuelve, deja abierta la cuestión, y le entiendo, dado el disparate en el que se han instalado las tres fuerzas políticas que promueven la independencia, cada una con una versión diferente sobre el asunto.

 Hace años escribí un artículo como respuesta a una idea extraterrestre que Artur Mas presentó en Madrid: Cataluña estaría en la OTAN, pero sin ejército. Desde entonces la capacidad creativa de la antigua CiU, ERC y las CUP no ha dejado de crecer, y cada uno va por su lado. Así que el experto, que lo es de verdad, tira por la calle de en medio: mucha literatura sobre Seguridad y Defensa en el mundo occidental (¿habrán leído los de las CUP la propuesta sobre el vínculo trasatlántico, de Cataluña con USA?), pero ninguna concreción sobre cuestión tan decisiva para un Estado, más allá de una curiosa opción sobre “militarización parcial de los mossos”, en los “primeros meses”.

Pero, en definitiva, ¿cómo se resolvería la seguridad de los catalanes? La propuesta: con la colaboración de España. ¿Y si España no quiere colaborar? Según el informe, esa situación no se podría producir, porque a España no le interesaría un territorio al lado convertido en una plataforma para el crimen internacional. 

Así que ya está solucionado el problema sobre qué hacemos el primer día de independencia: España, la UE, la OTAN no les dejarían solos porque ¿“cómo van a permitir en plena Europa un estado fallido”? La seguridad de los catalanes  convertida en una ruleta rusa. Solo lo puedo entender si quien ha redactado este informe estaba pensando que nunca se daría ese escenario de un nuevo estado.

Todos estos sabios, juristas, economistas, expertos en relaciones internacionales, lo que han hecho es proporcionar una autoridad teórica a una chapuza, a un encargo de unos políticos enloquecidos por su propia deriva incontrolada. Pero no hay que engañarse, estos expertos han asumido una responsabilidad absoluta con su participación decisiva.

 Y se les debe demandar, por la buena salud de una sociedad democrática. Sobre todo ahora, cuando el letrado mayor del Parlament, reconocida autoridad en derecho autonómico, el secretario general, el Consejo de Garantías Estatutarias y otros especialistas de las universidades catalanas, afortunadamente, han dado contundentes respuestas democráticas. Un anticipo del fracaso anunciado del procés.

Habrá otros perdedores. Me temo que las izquierdas españolas volverán a pagar la factura de los delirios del catalanismo histórico nacionalista. Otra vez Cataluña divide a la izquierda. Solo hay que ver la variedad de posiciones en las organizaciones del Podemos de Iglesias y sus posiciones incomprensibles, como eso de llamarle “movilización” a un proceso orientado a una declaración unilateral de independencia o apelar a la “soberanía de pueblo catalán” como respuesta a un desafío soberanista.

 O los cambios diarios del PSOE de Sánchez con sus identidades nacionales, nación de naciones, plurinacionalidad y tantas improvisaciones que pareciera que “los conceptos se les deshacen en la boca como hongos podridos”, por emplear una clásica expresión alemana. El procés tendrá un precio político para la izquierda.

Si hubieran leído con atención los datos del CEO sobre  la sociedad catalana, tan plural, habrían actuado de modo diferente, imagino. Ahora, cuando los partidos independentistas fían todo su futuro a la capacidad de movilización de la ANC y Òmniun Cultural, ya sobradamente acreditada, en la Diada, habrá que preguntarse cómo termina esto.

 Mi opinión: uno, no hay movilización capaz de torcerle el brazo al Estado de Derecho en España; dos, ese catalanismo pragmático, que con tanto detalle estudió el historiador Ucelay-Da Call, ya está preparado para negociar tras la batalla. La Vanguardia, bien ubicada, es la pista a seguir estos días. Y el antecedente de los acuerdo PP-PNV. El despacho de Roca Junyent, los defensores de la Infanta, no estará muy lejos de la mesa de negociaciones. Perdedores y ganadores, como siempre."                              (Jesús Cuadrado, Cuarto Poder, 11/09/17)

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