"(...) El fuerte crecimiento del independentismo no se ha producido de forma transversal y homogénea. Es el resultado básicamente de la radicalización y movilización de una parte de la sociedad catalana. Estudiando los datos del propio Centre d’Estudis i Opinió de los últimos diez años aparece una Catalunya dividida respecto a la hipótesis secesionista en clave etnolingüística.
Han abrazado la nueva fe los catalanohablantes que se consideran
mayormente o exclusivamente catalanes (77%), y que se informan a través
de los medios públicos de la Generalitat, auténticas maquinarias de propaganda.
En
cambio, la penetración del independentismo entre los
castellanohablantes es muy débil (16%) pese a los Rufianes de turno, y
minoritaria también entre los que se consideran bilingües (36%).
Sorprende que se habla tan poco de esta división de la sociedad
catalana, a la que se añade la territorial y social.
El separatismo se
concentra notablemente en la Catalunya interior, por
razones identitarias, y solo aparece en los barrios más ricos de las
zonas metropolitanas, como Sant Cugat, donde también la CUP saca
excelentes resultados, pero cuyos votantes no son precisamente pobres.
Llama la atención que en Catalunya el discurso público ponga tanto el acento en la cohesión y la unidad civil, empezando por el Govern, y al mismo tiempo se promueva un referéndum que pasa inevitablemente por fracturar la sociedad
en dos mitades. Es aún más contradictorio que eso lo propugnen algunas
fuerzas de izquierda.
Es una propuesta socialmente indeseable, también
antidemocrática porque no reúne los consensos ni respeta la ley. Ahora
mismo es solo un instrumento de propaganda y victimización del independentismo, que busca una escapatoria para sus promesas irrealizables." (Joaquín Coll, El Periódico, 23/07/17)
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