"(...) Como ocurre en España, y como también he
indicado anteriormente, las izquierdas catalanas están también
divididas. ERC, y también ahora la CUP, están apoyando y/o sosteniendo
al partido de derechas hegemónico en Catalunya (CDC).
No le faltaba
razón al dirigente de IU, Alberto Garzón, cuando señaló la incoherencia
del Sr. Gabriel Rufián, de ERC, que a la vez que denunciaba el
comportamiento de un partido (el PSOE) que se define de izquierdas y
que, en cambio, facilitó que el partido de derechas gobernante en España
continuara en el gobierno, no mencionaba que ERC está haciendo lo mismo
en Catalunya.
ERC ha sido el máximo apoyo del gobierno de la
Generalitat, hegemonizado por el partido heredero del pujolismo (por
mucho que cambie su nombre), claramente de derechas y perteneciente a la
familia política liberal en Europa.
El mayor obstáculo para la colaboración y
alianza de las izquierdas en Catalunya es, como también ocurre en
España, el tema nacional, que es antepuesto al tema social (que es el
que afecta más inmediatamente al bienestar de las clases populares) por
parte de sectores de las izquierdas catalanas (ERC y la CUP), asumiendo
(erróneamente) que el gran retraso social de Catalunya se debe a su
pertenencia a España, ignorando que una Catalunya independiente bajo el
dominio del partido de las derechas (como ha ocurrido en la mayoría del
periodo democrático) mostraría incluso menor sensibilidad social que la
que hay actualmente.
Es difícil de imaginar que una Catalunya
independiente con un Ministro de Finanzas como el economista Sala i
Martín, el economista independentista más citado por Convergència (y
también, por cierto, por algunos sectores de ERC), tuviera un Estado del
Bienestar más desarrollado que el actual.
Vemos así que, de la misma manera que la
izquierda española representada por el PSOE prefiere favorecer la
continuidad del PP a aliarse con Unidos Podemos, a fin de preservar la
“unidad de España”, en Catalunya ERC y la CUP prefirieren aliarse con la
derecha catalana a fin de conseguir la independencia, asumiendo
(erróneamente) que el tema nacional determinará el tema social.
Lo que es paradójico (y muestra una
limitada visión histórica) es la visión del independentismo de que tiene
posibilidades de ser exitoso sin contar con un amplio apoyo de la clase
trabajadora. El caso escocés muestra claramente que, a no ser que el
independentismo sea identificado con el compromiso social (no futuro,
sino presente), mostrando que es lo social lo que configurará el tema
nacional, tal movimiento no podrá alcanzar su objetivo.
Decir,
retóricamente, que los dos –el tema social y el tema nacional- van
juntos es asumir que las clases populares no perciben y reconocen
claramente (por la aplicación de sus políticas públicas) la sensibilidad
de los partidos hacia sus necesidades cotidianas. El análisis del apoyo
electoral de los partidos secesionistas muestra claramente el fallo de
sus estrategias.
Tales partidos secesionistas tienen un apoyo limitado
en los barrios obreros. El independentismo en Escocia es muy diferente
al catalán, pues quien lidera el independentismo allí es la izquierda,
no como aquí, en Catalunya, que es la derecha, es decir, CDC (ahora
PDECat).
De ahí que lo más razonable y que implicaría mayor certeza en
su estrategia sería favorecer, por mera coherencia democrática, el
derecho a decidir en todos los niveles (dejando abierta la posibilidad
de que la población escoja la secesión si así lo desea), pero
enfatizando la necesidad de priorizar lo social, pues es lo que
movilizará predominantemente a las clases más afectadas por la políticas
neoliberales aplicadas por el partido hegemónico dentro del
secesionismo.
No hay plena conciencia en los
establishments políticos y mediáticos en Catalunya de que la situación
social en Catalunya está muy deteriorada, deterioro que alcanza su mayor
expresión entre las clases populares y sus sectores más vulnerables.
De
ahí que la máxima atención por parte de tales grupos poblacionales sea
el compromiso inmediato y no futuro de resolver tal drama social, que
debería ser el mayor objetivo de los partidos progresistas tanto en
Catalunya como en España.
Para alcanzar este objetivo, el mayor problema
político que tienen tales fuerzas progresistas es su división, cuyo
coste lo están pagando precisamente las clases populares." (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 10 de noviembre de 2016, en www.vnavarro.org, 10/110/16)
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