"(...) lo que tal vez obviaban nuestros interesados interlocutores es que
ser antinacionalista en España es ser muchas cosas, y todas
eminentemente prácticas. Una especie de cosmovisión inversa.
Para
empezar, ser antinacionalista es tener un punto de vista tajante sobre
la desigualdad. El aumento o no de la desigualdad es un asunto debatido
en medio mundo, en el medio mundo que puede permitírselo, por así decir.
Pero no hay dudas, ni académicas ni políticas, de que la reivindicación
nacionalista en España es básicamente una reivindicación de los ricos
frente a los pobres.
El «Espanya ens roba» que pusieron en circulación como banderín de
enganche fetén los nacionalistas puede traducirse sin aparatosidad
ninguna como «Los pobres españoles nos roban». Un lema aún más inmoral
cuando se recuerda hasta qué punto la prosperidad de los territorios
nacionalistas se debe también al trabajo de millones de españoles
inmigrantes, cuya parte de soberanía sobre el territorio que quiere
independizarse es bastante más que simbólica.
Cualquier concepto de la
solidaridad entre ciudadanos derrapa gravemente ante el acoso
nacionalista, y este es el más grave de los problemas que debe soslayar
la improbable, pero real, izquierda nacionalista. (...)" (Arcadi Espada, El Mundo, 04/12/16)
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