"El título del manifiesto es: “Ocho puntos para avanzar hacia la III
República: Manifiesto del 6 de diciembre” (ni que decir tiene que se
habla de una República, laica, democrática, popular y federalista para
el conjunto de España). Corre por la red. (...)
El asunto de esta nota es el siguiente. Tras un segundo punto en el que se habla del “ Restablecimiento de la soberanía popular” y se vindica la "plena garantía, hoy negada por la Constitución, de que las grandes
decisiones que afecten a la Nación sean consultadas en referéndum
vinculante” (nación refiere como es obvio al conjunto de la nación
española entendida probablemente en sentido gramsciano ), se afirma en
el punto 3: la defensa del “ derecho a la autodeterminación de los
pueblos; solo Pueblos [con mayúscula innecesaria] libres que así lo
decidan libremente pueden construir juntos un futuro común. El derecho a
decidir es el armazón de su unidad.
El problema de las nacionalidades
en el Estado español existe, e ignorarlo como ha hecho el poder todos
estos años, únicamente ha servido para enfrentar a los pueblos entre
ellos”.
Ignorar no es palabra ajustada sobre todo si se afirma
“todos estos años”. Sea como sea, la Comisión Gestora de la Asamblea Social de la Izquierda de Cataluña (ASEC/ASIC), en fecha 3 de diciembre
de 2016, ha emitido un comunicado [1] en el que tomo pie para las
siguientes reflexiones:
Desconozco las razones que mueven a los
redactores a hablar del “Estado español” cuando, como es evidente, se
está hablando de España, término casi prohibido en tierras catalanes
donde el país de Lorca, Antonio Machado, Alberti, Negrín, Ibárruri,
Ruano y de mis abuelos, padres y tío (comunistas y cenetistas muchos de
ellos) se asocia sistemáticamente con la reacción y el fascismo.
La afirmación general y defensa del derecho de autodeterminación puede y
debe compartirse. Sin duda. Pero son también conocidas y aceptadas las
causas y situaciones que justifican la concreción de ese derecho.
Ninguna de ellas se da en el caso de las llamadas nacionalidades o
naciones españolas. Ni en Cataluña ni en Euskadi; que no son, en ningún
caso, comunidades humanas oprimidas y explotadas por ningún Estado
opresor y esclavista (como se ha afirmado también en Cataluña nada menos
que por la segunda autoridad del país, la presidente del Parlamento). (...)
El "derecho a decidir", al que se hace referencia en el manifiesto,
no existe, es un invento político-publicitario diseñado en laboratorios
de ideas secesionistas, en .Cat y en Euskadi. Usarlo es hablar en
lenguaje nacionalista-secesionista que no es el nuestro.
No hay ninguna
legislación en ningún país del mundo donde se recoja. De hecho, en
Cataluña, en las constituciones que elaboran los colectivos
independentistas, muchos de ellos netamente dependientes de la UE y de
una cosmovisión fuertemente neoliberal e insolidaria, no se incluye ese "derecho torcido" (en excelente expresión del filósofo helenista gramsciano Miguel Candel).
El problema de las nacionalidades en España existe. Por supuesto. No
olvidamos el papel del fascismo opresor como causa desencadenante, pero,
son ahora las fuerzas secesionistas, con el apoyo por reacción del
Partido Popular, fuerzas que suelen mofarse de otros pueblos españoles
(el andaluz de manera destacada, a pesar de que casi un tercio o más de
la población catalana tiene vínculos familiares y de amistad con gentes
trabajadoras de Andalucía), las que agitan todos los demonios, cuidan
todos los huevos de serpiente a su alcance y enfrentan a pueblos de aquí
y de allí, porque en el fondo sólo les interesa su Patria; es decir,
para hablar con claridad, el poder, el dinero y la acumulación de
patrimonio.
Hacerles el juego es suicida para las fuerzas republicanas
españolas. Su apuesta no tiene nada que ver con los valores republicanos
ni con la fraternidad de los pueblos. Lo suyo es liarla por liarla y
con la vista puesta en las ganancias colaterales. A costa de quien sea.
Catalunya über alles.
La conquista de la tercera República exige
generar y abonar cultura federalista. Lo contrario, precisamente lo
contrario, de lo que vienen haciendo las fuerzas nacionalistas, de aquí y
de allá, “los hunos y los hotros”, que ponen en primer lugar una
real-inventada identidad nacional por encima de cualquier otra
consideración de proximidad. Han llegado a afirmar que nuestros ADNs
culturales son opuestos y casi contradictorios. Toda una hazaña
intelectual." (Salvador López Arnal , Rebelión, 06/12/16)
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