"Uno de
los fenómenos más grotescos del proceso independentista es la
sobrevenida determinación de los partidos que lo lideran de ensanchar su
base electoral intentando ganarse la adhesión de los catalanes
castellanohablantes, después de tres décadas mirándolos de lado por
inservibles como tales (electoralmente, se entiende). (...)
“La lengua propia de Cataluña es el catalán”, reza el Estatut, luego el resto son impropias, lo mismo el castellano que el urdu. Da igual que el castellano sea la lengua materna de la mayoría de los catalanes, porque la lengua materna ya no importa, esa pantalla ya la hemos pasado, por utilizar ese lenguaje infantiloide tan en boga.
Resulta que la única
lengua propia -un concepto que no existe en ningún otro ordenamiento
jurídico- de Cataluña es el catalán. Los nacionalistas personifican la
nación y la lengua y tienden a despersonalizar al individuo, al
ciudadano. (...)
No
es casualidad que los nacionalistas desechen ahora el concepto de
lengua materna, que tanto utilizaron durante la dictadura y la
transición, y lo sustituyan por el concepto de lengua propia, mucho más
adecuado a su proyecto regresivo de construcción identitaria.
Insisten
en identificar lengua, nación y Estado. Para ellos, los catalanes somos
una nación porque tenemos una única lengua propia, y precisamente porque
somos una nación tenemos derecho a constituir un Estado independiente.
De la lengua propia al derecho a decidir y tiro porque me toca.
Ni que decir tiene que
nada de eso ha cambiado ni va a cambiar para los partidos nacionalistas.
Lo que sí hacen últimamente es utilizar a ratos el castellano en sus
mítines y vídeos electorales, e incluso ERC ha colocado como cabeza de
lista para las próximas elecciones generales a Gabriel Rufián, cuya
principal cualidad es que en público se expresa casi siempre en
castellano.
Dicen ahora cosas tan peregrinas como que el independentismo
es un movimiento transversal que no excluye a nadie, que se puede ser
independentista sin ser nacionalista y sin renunciar a sentirse español,
que en su Cataluña independiente el castellano “será respetado”, como
si fuera posible respetar el castellano sin respetar los derechos de sus
hablantes, incluyendo por supuesto a muchos catalanohablantes que
también consideran suya la lengua castellana.
Rufián suele justificar la
inmersión lingüística obligatoria en catalán en el hecho de que el
castellano tiene quinientos millones de hablantes en todo el planeta,
como si eso compensara su exclusión como lengua vehicular de la
enseñanza en Cataluña. Cosas de la personificación de la lengua.
A mí,
como ciudadano de Cataluña, el número de hablantes que tenga el
castellano en el mundo me trae sin cuidado cuando mis hijos no van a
poder recibir la enseñanza en su lengua materna. Me importa sobre todo
la dimensión catalana de la lengua castellana, por encima de su
proyección internacional. (...)
Durante
el franquismo y la transición los nacionalistas tachaban, con razón, de
“crimen” y “tortura” el hecho de que los niños catalanohablantes no
pudieran educarse en su lengua materna. Ramon Trias Fargas, histórico
dirigente de CDC, recordaba en 1978 que la educación en lengua materna
forma parte de los derechos humanos y decía: “Lo que nosotros proponemos
es precisamente la enseñanza en la lengua materna, bien sea catalán o
castellano, y la enseñanza del catalán y del castellano obligatoria
para todos los que viven en Cataluña”.
Por desgracia, las palabras de
Trias Fargas se las llevó pronto el viento asolador de la construcción
nacional, y desde entonces cualquier objeción al dogma del nacionalismo
lingüístico ha sido y sigue siendo inmediatamente tildada de
anticatalana por los guardianes de las esencias, los mismos que ahora
utilizan el castellano como banderín de enganche para completar un
proyecto basado principalmente en la exclusión del castellano de la
catalanidad.
Se consideran
legitimados para utilizarlo porque lo hacen asumiendo el mantra
nacionalista de que se trata de una lengua impropia de Cataluña, de un
accidente, de una lengua forastera impuesta por la fuerza de las armas y
contra la voluntad de los catalanes. Todo se explica mentando a Felipe
V, a Franco y al ministro Wert.
Solo partiendo de esas premisas, para
los nacionalistas es legítimo utilizar el castellano en el debate
político catalán, siempre tan alejado del que se da en la calle,
afortunadamente mucho más respetuoso con la pluralidad constitutiva de
la sociedad catalana. Todavía recuerdo la imagen de los diputados de CiU
y ERC abandonando el Parlament indignados ante la osadía de un diputado
del PP de utilizar el castellano en la Cámara catalana.
Corría el año
1996. Un diputado de CiU, Joan Aymerich, incluso se rasgaba las
vestiduras porque aquel día había un grupo de escolares en el hemiciclo.
¡Pobres criaturas, forzadas a escuchar a un diputado perorando en
castellano! A eso le llaman respetar el castellano.
Es decir, se puede
utilizar el castellano para hacer política en Cataluña siempre que se
asuma -como hacen Rufián y compañía- el lenguaje apocalíptico de los
nacionalistas, siempre que se admita que los catalanes somos un pueblo
oprimido, colonizado, que llevamos trescientos años tratando de
liberarnos de nuestros opresores.
De lo contrario, utilizar el
castellano en el debate político de Cataluña te convierte ipso facto en
anticatalán. Si además de utilizar el castellano junto con el catalán
apuestas por una enseñanza bilingüe o trilingüe, entonces te conviertes
en un fascista que lo único que pretende es reventar la cohesión social y
acabar con la lengua catalana. Así funcionan las líneas rojas del
nacionalismo.
Cada día me parece más
evidente que a los independentistas el catalán les importa muy poco.
Prueba de ello es que, de la misma manera que celebran que alguien
emplee el castellano para hacer política en Cataluña siempre que lo haga
para denigrar a España, pasan absolutamente por alto hechos como que la
presidenta del grupo parlamentario de Ciutadans, Inés Arrimadas, hable
un catalán impecable después de solo seis años viviendo en Cataluña. (...)" (Nacho Martín blanco, e-notícies, 14/12/15)
No hay comentarios:
Publicar un comentario