21/6/16

«La escuela había de ser catalana por la lengua, los contenidos y las actitudes»... ¿lo dice un falangista? No, un fascista nacionalista

"(...) En realidad, el Manifiesto Koiné es la historia de la normalización lingüística del pujolismo a bocajarro, sin encubrimientos. Desde el primer Gobierno de Pujol en 1980, la idea de convertir al catalán en la única lengua institucional fue el objetivo de la normalización lingüística. A la vuelta de los años, esa evidencia es incontestable.

 Hoy la lengua catalana es la única oficial de facto en todas las instituciones y medios públicos de la Generalidad. Incluyendo la escuela, donde la inmersión sólo en catalán ha convertido a la lengua española en extranjera. ¿Qué diferencia hay entre lo que pide el Manifiesto Koiné hoy y la política lingüística desplegada por la Generalidad desde 1980? Sólo el exabrupto.

Ni siquiera esa petición es nueva. Ya en 1979 El Manifest d’els Marges pedía eliminar el bilingüismo y sustituirlo por el monolingüismo amparándose en el riesgo de desaparición de la lengua catalana. Se publicó bajo el título de Una nació sense estat, un poble sense llengua y estuvo promovido por profesores nacionalistas de la UAB y apoyado por el PSUC. 

No era la labor de cuatro fundamentalistas de la lengua, sino la pulsión inconfesable del catalanismo identitario surgido a partir de 1961 alrededor de Òmnium Cultural. La irrupción en 1966 del movimiento pedagógico Escola de Mestres Rosa Sensat, inspirado por la socialista Marta Mata, proponía, por el contrario, la enseñanza en lengua materna y bilingüismo escolar inclusivo.

Frente a este modelo de escuela pública y respetuosa con las dos lenguas, la DEC (Delegació d’Ensenyament en Català), organismo de Òmnium Cultural para la enseñanza del catalán, proponía un modelo excluyente. Descartaba totalmente el bilingüismo e imponía el catalán como único idioma de la escuela. «La escuela –sostenía Joaquim Arenas ya entonces– había de ser catalana por la lengua, los contenidos y las actitudes». 

Las razones de este modelo de lengua única las resume el mismo Joaquim Arenas i Sampera en la edición de 1988 de Abséncia y Recuperació de la llengua catalana a l’ensenyament a Catalunya 1970/1983: el bilingüismo significaría la muerte del catalán porque siempre favorece a la lengua más fuerte, en ningún caso la lengua propia puede ser la segunda lengua de un país libre, y sólo se puede asimilar a los niños inmigrantes a la identidad nacional a través de la lengua y la cultura propias.

Las tesis excluyentes de Òmnium cultural se impusieron a las bilingüistas de Marta Mata en el primer Gobierno de Pujol (1980); y Joaquim Arenas, responsable de los profesores de catalán de Òmnium Cultural y del DEC, es nombrado desde el Gobierno para organizar la Dirección General de Política Lingüística con Aina Moll al frente.

 Él será el padre de la inmersión y el inspirador de la doctrina nacionalista adosada a ella. El integrismo lingüístico y la identidad nacional serán el modelo de escola catalana de todos los gobiernos de Pujol durante los 23 años que estuvo en el poder. Y Joaquim Arenas el arquitecto.

Su influencia en la exclusión de los derechos lingüísticos de los castellanohablantes en la escuela es determinante, como lo fue la de Carme Laura Gil i Miró, nombrada desde 1980 directora general de Bachillerato de la Generalidad hasta 1996. (...)

¿Qué tienen en común estos responsables de las políticas lingüísticas de la Generalidad desde 1980 con el Manifiesto Koiné? Que todos lo han firmado. Por decirlo con exactitud, quienes piden ahora abiertamente imponer un modelo de fascismo manifiesto, han sido los responsables del racismo cultural encubierto de la normalización lingüística desde 1980. 

Aunque sus formaciones políticas de Junts pel Sí (CiU/ERC) y la CUP cínicamente se escandalicen ahora por temor a que el mundo perciba la xenofobia que late tras tanta revolució dels somriures. 

 Los editoriales de La Vanguardia y El País bastan y sobran para rastrear el cinismo de ese racismo cultural que les lleva a preocuparse más por la mala imagen que pueda provocar al catalanismo, que por delatar el fascismo manifiesto que destila: «Los autores del texto olvidan que en Europa existe un Estatuto de las Lenguas Minoritarias.

 Si se impone un idioma contra otro, los usuarios del agredido pueden reivindicar derechos lingüísticos escolares, canales de televisión y otros apoyos oficiales. Lo que consagraría una fragmentación de la sociedad.

 Y cancelaría por siempre la inmersión escolar y la unidad civil y cultural de la nación catalana. Por eso, simulando defenderlos, el manifiesto es una letal arremetida contra los catalanes». (Editorial de El País, 6/4/2016) ¿Hace falta explicar la obscenidad de estos párrafos? (...)

Francesc Moreno describía con exactitud el alcance perverso de este reparto de roles en Koiné, Poli malo, donde el manifiesto exagera la nota y provoca por defecto que las exclusiones lingüísticas impuestas por Junts pel Sí (CiU/ERC) y la CUP aparezcan como moderadas (Poli bueno).

 Mientras tanto, los gestores del negocio nacional seguirán gozando en exclusiva «del monopolio de las subvenciones públicas y blindan(do) sus puestos de trabajo en la escuela, en la cultura y en general en toda la administración pública o concertada dependiente de la administración autonómica y local».  (...)

Esta ceguera generalizada es lo que lleva a Gregorio Morán a preguntarse: «¡Que gentes, presuntamente de izquierdas, lleguen a sostener que en este país flagelado por el paro, los desahucios, los recortes, las estafas, ‘quizá el principal problema sea la cuestión lingüística’, es que se nos han roto todos los cristales y de pura vergüenza no nos atrevemos a mirarnos a ningún espejo que nos retrate de cuerpo entero! Son ustedes, señores firmantes, unos neofascistas sin conciencia de serlo». (El Neofascismo lingüístico. La Vanguardia, 9/4/2016). 

Neofascistas sin conciencia de serlo, he ahí el drama, incapaces de cuestionarse nada porque el delirio es la atmósfera donde viven y las mentiras de sus políticos, docentes, periodistas e intelectuales, el aire que necesitan para seguir respirando."                (Antonio Robles, El Mundo, 06/06/16)

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