8/2/16

Toda una guerra de guerrillas en las redes sociales, los medios de comunicación y las comidas familiares de las fiestas navideñas para que la CUP hiciera presidente Mas. Un relato de república bananera...

"La sociedad catalana está viviendo uno de los periodos políticos más extravagantes. El hecho de elegir presidente pocas horas antes de concluir el plazo que otorga la ley y que sea el número tres de la candidatura de Juntos el Sí por Girona ya nos da una idea de la excentricidad de la cosa.En este tipo de ópera bufa, que se ha representado durante los dos últimos meses, hay un personaje que sobresale por encima de todos, el señor Mas. Ha hecho todos los papeles posibles: traidor, mesías, cínico, padre inflexible que castiga su prole anticapitalista y héroe salvador de la patria. Todo desde la ideología neoliberal y austericida. Ahora tiene un nuevo reto: resucitar y reorganizar CDC para evitar su aniquilación.Pero lo más singular de todo es la actitud de una parte de la sociedad catalana, la que tiene la hegemonía cultural, que tolera, impulsa y ovaciona el llamado proceso sin importarle si la forma, las decisiones y las actitudes son éticas. El fin -la independencia- justifica los medios.

 También esta misma parte de la sociedad aceptó sin rechistar que en 2015 el señor Mas volviera a adelantar las elecciones (ya lo hizo en 2012) y además las convierte en plebiscitarias, dañando la concepción democrática que unas elecciones se celebran para decidir sobre programas y proyectos de futuro. 

 Humilló una vez más ERC, creando una nueva marca política para eludir la suya, sumida en numerosos escándalos mafiosos, capitaneados por la familia Pujol. Vulneró el orden natural de cualquier elección, donde el candidato a la presidencia encabeza la lista, y se escondió en el cuarto lugar, poniendo un hombre de paja en su lugar. Se negó a debatir con los otros candidatos a la presidencia y ganó las elecciones.

 Esta misma parte de la sociedad no va ni pestañear cuando después de haber aprobado una resolución parlamentaria de desconexión con el Estado español fue impugnada ante el Tribunal Constitucional y, como descargo, el Gobierno afirmó que no iba en serio y que era un simple papel sin valor jurídico. Cinismo y capacidad de tragar todo a partes iguales.

 Pero lo más reprobable, desde mi punto de vista, fue cuando los partidos independentistas siguieron su ruta de desconexión aunque sólo obtuvieron un 48% de los votos. Lo más decente y democrático hubiera sido reconocer que no tenían suficiente apoyo. Nada de eso.

Con el aparato propagandístico de la radio y la televisión públicas y los periódicos de la caverna nacionalista desarrollaron una estrategia de acoso y derribo a todo el que no quisiera entronizar el señor Mas, visto como imprescindible para conseguir el triunfo de los patriotas. 

 Toda una guerra de guerrillas en las redes sociales, los medios de comunicación y las comidas familiares de las fiestas navideñas para que la CUP hiciera presidente Mas.

 Y la penúltima escenificación ha sido el pacto de última hora para evitar unas elecciones que habrían sido un descalabro para los independentistas. Con la premisa "antes la patria que unas elecciones", el señor Mas da un paso al lado, otra vez utiliza un hombre de paja, esta vez para la presidencia, humilla a los representantes de la CUP, expulsa dos de sus diputados por encargo expreso del padre Mas, y dicta que dos más entren en el núcleo austericida de Juntos el Sí.

 Parece un relato de república bananera. Pero en todo este episodio se ha olvidado, otra vez, de las personas que sufren el deterioro de la sanidad pública, de las que no pueden pagar los recibos de la luz, el gas o la hipoteca, los parados, los jóvenes que deben exiliarse por la falta de oportunidades, de las personas empobrecidas que hurgan entre los contenedores (el actual presidente, como alcalde de Girona, puso candados con llave a los contenedores situados frente a los supermercados para evitar este "espectáculo lamentable").Sin embargo, al día siguiente de la entronización del valido Puigdemont, algunas personas comentaron que no pudieron contener la emoción de otro día histórico."               (  , El País, 13/01/16)

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