"La sociedad catalana está viviendo uno de los periodos políticos más extravagantes. El hecho de elegir presidente pocas horas antes de concluir el plazo
que otorga la ley y que sea el número tres de la candidatura de Juntos
el Sí por Girona ya nos da una idea de la excentricidad de la cosa.En
este tipo de ópera bufa, que se ha representado durante los dos últimos
meses, hay un personaje que sobresale por encima de todos, el señor
Mas. Ha
hecho todos los papeles posibles: traidor, mesías, cínico, padre
inflexible que castiga su prole anticapitalista y héroe salvador de la
patria. Todo desde la ideología neoliberal y austericida. Ahora tiene un nuevo reto: resucitar y reorganizar CDC para evitar su aniquilación.Pero
lo más singular de todo es la actitud de una parte de la sociedad
catalana, la que tiene la hegemonía cultural, que tolera, impulsa y
ovaciona el llamado proceso sin importarle si la forma, las decisiones y
las actitudes son éticas. El fin -la independencia- justifica los medios.
También
esta misma parte de la sociedad aceptó sin rechistar que en 2015 el
señor Mas volviera a adelantar las elecciones (ya lo hizo en 2012) y
además las convierte en plebiscitarias, dañando la concepción
democrática que unas elecciones se celebran para decidir sobre programas y proyectos de futuro.
Humilló
una vez más ERC, creando una nueva marca política para eludir la suya,
sumida en numerosos escándalos mafiosos, capitaneados por la familia
Pujol. Vulneró
el orden natural de cualquier elección, donde el candidato a la
presidencia encabeza la lista, y se escondió en el cuarto lugar,
poniendo un hombre de paja en su lugar. Se negó a debatir con los otros candidatos a la presidencia y ganó las elecciones.
Esta
misma parte de la sociedad no va ni pestañear cuando después de haber
aprobado una resolución parlamentaria de desconexión con el Estado
español fue impugnada ante el Tribunal Constitucional y, como descargo,
el Gobierno afirmó que no iba en serio y que era un simple papel sin valor jurídico. Cinismo y capacidad de tragar todo a partes iguales.
Pero
lo más reprobable, desde mi punto de vista, fue cuando los partidos
independentistas siguieron su ruta de desconexión aunque sólo obtuvieron
un 48% de los votos. Lo más decente y democrático hubiera sido reconocer que no tenían suficiente apoyo. Nada de eso.
Con
el aparato propagandístico de la radio y la televisión públicas y los
periódicos de la caverna nacionalista desarrollaron una estrategia de
acoso y derribo a todo el que no quisiera entronizar el señor Mas, visto
como imprescindible para conseguir el triunfo de los patriotas.
Toda una guerra de guerrillas en las redes sociales, los medios de
comunicación y las comidas familiares de las fiestas navideñas para que
la CUP hiciera presidente Mas.
Y
la penúltima escenificación ha sido el pacto de última hora para evitar
unas elecciones que habrían sido un descalabro para los
independentistas. Con
la premisa "antes la patria que unas elecciones", el señor Mas da un
paso al lado, otra vez utiliza un hombre de paja, esta vez para la
presidencia, humilla a los representantes de la CUP, expulsa dos de sus
diputados por encargo expreso del padre Mas, y dicta que dos más entren en el núcleo austericida de Juntos el Sí.
Parece un relato de república bananera. Pero
en todo este episodio se ha olvidado, otra vez, de las personas que
sufren el deterioro de la sanidad pública, de las que no pueden pagar
los recibos de la luz, el gas o la hipoteca, los parados, los jóvenes
que deben
exiliarse por la falta de oportunidades, de las personas empobrecidas
que hurgan entre los contenedores (el actual presidente, como alcalde de
Girona, puso candados con llave a los contenedores situados frente a
los supermercados para evitar este "espectáculo lamentable").Sin
embargo, al día siguiente de la entronización del valido Puigdemont,
algunas personas comentaron que no pudieron contener la emoción de otro
día histórico." (Joan Boada I Masoliver , El País, 13/01/16)
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