12/1/16

La triste inmolación de la CUP... la de su asamblea de 'notables'


" Estaba convencida de que poco antes del domingo, 10 de enero, Junts pel si y la CUP llegarían a un acuerdo para investir al presidente de la Generalitat, bien Mas u otro candidato, porque era lógico suponer que la alternativa de nuevas elecciones impulsaría ese pacto. 

Pero nunca imaginé que el acuerdo final se aproximara al hecho público el sábado. Y mantengo mis dudas sobre si era necesario inmolar a la CUP, con su propia complacencia, para dar salida al atasco en el que se encontraba la política catalana.

Cuesta entender que tres meses de negociaciones, de contundentes declaraciones de unos y de otros, se hayan dirimido no con un acuerdo satisfactorio para ambas partes sino con la dicotomía de vencedores y vencidos, con la entronización de un héroe, Artur Mas, y el apaleamiento de un único culpable: la CUP.

En su comparecencia del sábado, Mas trató a la Candidatura d’ Unitat Popular como el maestrillo prepotente castiga al alumno díscolo, al pringadillo que se ha atrevido a intervenir en su clase magistral preparada con pompa y boato. 
Y cuesta creer que una CUP respaldada por años de buena gestión en los ayuntamientos en los que ha gobernado, coherente durante tres meses en sus exigencias éticas para respaldar a un presidente de Catalunya, haya sido capaz de autoinmolarse en no se sabe qué altar de la patria y renunciar a unos legítimos derechos parlamentarios que asombraron a propios y extraños tras las elecciones del 27 de septiembre. 
¿Dónde han quedado los diez diputados conseguidos en aquellos comicios? En muy poco. En nada. 
Dos parlamentarios se han convertido en tránsfugas –¿recuerdan el Tamayazo de la Asamblea de Madrid, en el 2003?–, transferidos, anulados, “incorporados a la dinámica parlamentaria de Junts pel si”; otros dos –niños malos—han sido dados de baja de su propio grupo para evitar que sigan incordiando en el futuro y sustituidos por militantes, se supone, menos beligerantes con el nuevo presidente y su grupo. 
Y lo que queda de la CUP en el Parlament renuncia a ejercer como oposición, no podrá votar nunca en el mismo sentido que los partidos “contrarios al derecho a decidir en Catalunya”. 
Es decir, abdica de su independencia, rehusa los derechos parlamentarios conseguidos en las urnas. Y por encima de todo lo anterior, Artur Mas ha obligado a la CUP a asumir errores, a pedir disculpas por prolongar tres meses las negociaciones de investidura.  (...)
La CUP sabrá por qué ha prestado a Artur Mas lo que las urnas le negaron."         (La Lamentable, 09/01/16)


"Dicen desde la CUP que no quieren nuevas elecciones porque ganaría la derecha. Aparte de que no es verdad ¿te echas en brazos de la derecha para que no gane la derecha? Quién entiende nada… (...)

Se ha repetido hasta la saciedad que en la CUP habitan dos almas: una independentista y otra anticapitalista. ¿Por qué demonos tiene que triunfar la que coincide con la burguesía catalana a la que hasta ayer combatían? Creo que en el caso de las CUP, investir a un anticomunista y miembro relevante de CDC como Carles Puigdemont -corresponsable de todo lo que ha hecho ese partido- pudiera tener trazas de trampa electoral.

 Otro gallo cantara si hubieran ido a las elecciones diciendo: votarnos a las CUP es también votar el apoyo a un gobierno presidido por Convergència para caminar hacia la independencia. Cuando decían: “no investiremos nunca a Mas” implicaba decir para el común de los votantes: “nunca investiremos a nadie que sea del partido de Pujol, Suiza y el 3%”.

Quedarse solamente en un nombre y pretender justificar el resto desde ahí es tratar a la gente con una descarnada falta de respeto. Como si sacrificado Artur Mas -habrá que ver cuánto se ha sacrificado realmente- se terminara todo lo que ha significado CDC.

 Han decidido que ahora mismo hay algo más importante que su denuncia implacable de las políticas corruptas y austeritarias de CDC. (...)

La decisión de la CUP no la ha tomada ninguna asamblea, sino un grupo de notables. Algunos hemos estado dispuestos a asumir el empate a 1515 por lo que implicaba de ejercicio democrático. Y hacía falta algo de fe.

Al final, los perdedores regresan victoriosos. Ni elecciones ni asambleas. Han sacrificado, pues, su metodología. Y han balbuceado en rueda de prensa -algo que contrasta fuertemente con otros momentos de enorme fuerza simbólica- que meten dos diputados circunstancialmente en el grupo parlamentario de Junts pel si, pero que en verdad no los meten aunque vayan a estar dentro (como si fueran a estar en diferido), y que van a pedir perdón todas las veces que haga falta porque se han portado mal, como repitió Mas en su despedida, aunque dicen que se han portado bien, y se entregan a lo que digan desde Junts pel si es que sirve al proceso, de manera que han perdido aunque que dicen que han ganado y juran portarse lozana y cabalmente al tiempo que dicen que no juran porque no son así mucho de religiones.

Como conozco a alguna gente de la CUP, me consta que, al menos una parte, está muerta de verguenza. Han sacrificado, pues, la compostura.  (...)

El otro gran argumento es: primero logramos la independencia y después arreglamos cuentas con nuestros adversarios ideológicos. Una de las cosas que ha aprendido la nueva izquierda europea -incluidas las formaciones que quieren reinventar ese espacio antaño llamado izquierda ampliándolo y reconsiderándolo- es que no hay soluciones locales, de manera que la única posibilidad de ganar es sumando esfuerzos.

 Está claro que la CUP renuncia a esa pelea concreta abierta ahora mismo -la que implica un cambio constitucional como el que reclama Podemos- para solventar asuntos propios de la mano de fuerzas políticas que están enfrente en la tarea de acabar con la austeridad.

 Es decir, que en los próximos 18 meses, los apoyos de la CUP no serán para superar la política de austeridad y de fin del estado social que se están intentando poner en marcha en España y en Europa, sino el seguimiento fiel a Junts pel si, no vaya a ser, como dice el acuerdo que han suscrito, que peligre la suerte del proceso independentista.

Si eso fuera así, habríamos perdido a las CUP para esa pelea. Para la superación del vaciamiento democrático en España, los progresistas de Catalunya necesitan a los progresistas españoles y viceversa.

(...)  porque los cambios territoriales reclaman pedagogía, no actos de fuerza. Un movimiento popular en Catalunya como el 15M podía despertar las simpatías del resto del estado. Un movimiento lleno de incongruencias, contradicciones, cambios bruscos de opinión y encabezado por el partido de Pujol, del 3% como estructura permanente y del encubrimiento de la corrupción como es Convergencia pocas simpatías puede despertar. Y aún menos cuando el gran argumento es “hemos quitado a Mas aunque dejemos a su partido”.   (...)"            (JUAN CARLOS MONEDERO, Público, 11/01/16)

"(...)  Los puntos del pacto que afectan a la CUP son inusuales: cesión de dos diputados al grupo gubernamental; cese de diputados de CUP que han sido molestos para CDC; imposibilidad de votar en contra del Procés.

En la dinámica actual, cualquier política gubernamental se entiende como partícipe de un Procés que se ha traducido antes en austeridad y en paraguas de la corrupción estructural, que en leyes y resultados.

La escenografía utilizada por Mas es humillante. Todo ello confirma un ejercicio de fuerza de Mas sobre la CUP, asumido en silencio por la CUP en una suerte de Tratado de Versalles político, en el que renuncia, incluso, a sí misma. (...)

La CUP ha cedido a la presión. Sí, ha conseguido la retirada de Mas, en un indicio de que su fortaleza era mayor de la que la propia CUP llegó a suponer. Pero las encuestas internas de CDC situaban, en unas elecciones adelantadas, su resultado en no más de 20 diputados.

 La CUP ha participado en una corrección electoral —esa es la palabra y el conflicto ético asumido—, que cederá a la hegemonía de la derecha catalana las políticas durante un año, plazo legal para otras elecciones anticipadas.  (...)

¿Cuál es la explicación? No es fácil llegar a ella. Hace horas que la CUP no comunica. Algunos militantes históricos exhibieron ayer en las redes su estupor. El posicionamiento oficial hoy es extraordinariamente disciplinado y dócil.   (...)

Se apunta que existía la posibilidad real de transfuguismo en CUP —se ha señalado que hubieran sido cuatro diputados, insuficientes para la reelección de Mas—. Si eso fuera así, CUP ha decidido desaparecer antes que romperse. Es posible que fueran mecanismos culturales, la amenaza de CDC de situar a CUP en el marco anticatalán, ya ejercida, con éxito, con ERC.

La CUP, en todo caso y con la información hoy disponible, ha realizado, fácilmente y con rapidez, un cambio radical en su trayectoria: de proponer la unidad popular, ha pasado a formar un frente nacional. El pacto tendrá consecuencias en su futuro, y en el futuro inmediato del independentismo de izquierdas, hoy autoelidido. "            (   , El País, Barcelona 10 ENE 2016)

"La tarde del sábado del 9 de enero del 2016 pasará a la historia de Catalunya por muchos motivos. (...)

Y por la inmolación de las Candidaturas de Unidad Popular (CUP), que renunciaron a su patrimonio de veinte años de crítica al poder, a la corrupción, a la lucha por la igualdad de género, a la defensa de un sistema económico más justo, a nuevas fórmulas de participación política, a la oposición a los poderosos de siempre. Por el bien del ‘Procés’. Y porque un partido que siempre creyó en la ingenuidad de la ética no pudo soportar la presión de los profesionales del poder y de su entorno mediático.

El precio que pagan por cumplir su promesa de que jamás investirían a Artur Mas es inmenso. No sólo renuncian a su autonomía como grupo parlamentario, sino que entregan a dos de sus diputados, que pasarán a ser prisioneros o rehenes de Junts pel Sí. No sólo aceptan dejar de ser un actor político, sino que se ven obligados, prácticamente, a la humillación de pedir perdón. 

La rueda de prensa de Artur Mas fue un castigo en toda regla de los ‘cupaires’, a “ellos y a ellas” como repetía siempre el President. “La CUP –dijo Artur Mas – debe asumir la culpa de sus errores porque la vida es dura”. Y tanto. Anunció que habrá diputados (o diputadas) que abandonarán su escaño. Ojo por ojo.

La palabra más pronunciada por Artur Mas durante la rueda de prensa fue ‘yo’ y en numerosas ocasiones habló de sí mismo en tercera persona. El President encarnaba el ‘Procés’ y ahora debe abandonar el timón. Pero dejó varias cosas claras. La primera que a Carles Puigdemont “lo he propuesto yo”. 

Y que mantiene la puerta abierta para volver a presentarse. Mientras, se dedicará “a reforzar el partido”, Convergència, y a modo de aviso dijo: “Ahora nos conocerán mejor”. Mientras, ERC seguía en el limbo político, como espectador de las maniobras que tan magistralmente sabe ejecutar su gran rival en el nacionalismo.

 De momento, afirmó Artur Mas, lo que se ha logrado es “corregir en las negociaciones lo que no nos dieron las urnas” (sic). Es decir la mayoría de escaños. Pero las urnas siguen demostrando que el gran problema del soberanismo permanece, la falta de una mayoría social suficiente. Este es el punto débil. (...)"             ( , eldiario.es, 09/01/2016)

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