"(...) lo que más sorprende no es que los sindicatos mayoritarios aquí se
hayan apresurado a salir al paso de las declaraciones de sus compañeros
de Madrid cuando estos han manifestado sus reservas respecto al proceso
independentista, y que lo hayan hecho acogiéndose a las argumentaciones
más habituales del soberanismo en relación con la naturaleza de Cataluña
como sujeto político, su consiguiente derecho a decidir, la importancia
del principio democrático y otras generalizaciones análogas.
Lo sorprendente es que hayan rehuido entrar en un debate —el de en
qué forma podría repercutir en la situación económica un escenario de
secesión— que afecta directamente no solo a sus afiliados, sino también a
las clases trabajadoras en general.
Y lo hace aún más sorprendente si
se compara con la actitud que han adoptado otros agentes sociales, desde
patronales a grandes bancos, pasando por destacados empresarios, los
cuales, aunque haya sido a regañadientes y defendiendo sus particulares
intereses, se debe reconocer que han terminado definiendo su posición al
respecto.
¿No hubiera sido lo razonable que los sindicatos hubieran hecho lo
propio y, tras un análisis serio y riguroso, hubieran entrado a valorar
pros y contras de la propuesta independentista para los sectores a los
que representan?
En vez de ello, aceptaron, es de suponer que
presionados por el oficialismo, la premisa soberanista de que vivimos
una situación histórica excepcional que obliga a aparcar cualquier otro
asunto y a priorizar una cuestión de orden político sobre lo propiamente
sindical. (...)" (
Manuel Cruz , El País,
25 OCT 2015)
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