"En las primeras líneas de su artículo -“Debate sobre el alcance del
proceso catalán como respuesta a un artículo de Salvador López Arnal.
Diálogo sobre los mitos del proceso catalán”-, Albert Noguera Fernández
[ANF] comenta que “con la intención de cerrar, por mi parte, esta
discusión entre ambos, quisiera señalar algunas cuestiones a su
crítica”. No sé si es una descortesía por mi parte responder a sus
nuevas reflexiones; desearía no cometerla. Ante la duda, sólo algunas
breves observaciones (...)
El movimiento independentista catalán es claramente heterogéneo
aunque, en mi opinión, la hegemonía política y cultural –insisto:
cultural, de cosmovisión incluso- de la derecha nacionalista (y
fuertemente neoliberal) es abrumadora. Más allá de la última encuesta
del CIS, lamento mucho no coincidir con ANF cuando afirma, en base
precisamente a otras encuestas, que “la mayoría de independentistas en
Catalunya son de izquierdas”. Ojalá fuera así, ojalá, brindaría por
Tussy Marx. No consigo verlo por mucho que me esfuerzo.
Ejemplos de esto último: en una manifestación independentista celebrada
un 11S cualquiera, si el movimiento tuviera esa característica, sería
muy de esperar la presencia de referencias a Chile, la Unidad Popular y
Salvador Allende. Poco o nada ha habido de ello en las manifestaciones
independentistas de estos últimos años.
En la última, la celebrada ayer
tarde, salvo error por mi parte, las referencias a la dramática crisis
humanitaria y política de los refugiados y migrantes no fue ni de lejos
tema esencial de los parlamentos y vindicaciones. Se dirá: el tema es
otro… Pues vale, dicho está.
No es en todo caso un argumento
convincente para defender la observación de ANF apuntar que “Junts pel
sí” haya elegido para las elecciones del 27S “como números uno en las
provincias de Barcelona y Girona a Raül Romeva y Lluis Llach, y no al
Presidente del Cercle Català de Negocis. O que la manifestación de este
11S en Barcelona se haya dividido en tramos dedicados a la
reivindicación de la Justicia social, la igualdad, la democracia o la
diversidad”.
La relación de Raül Romeva con la izquierda tiene en estos
momentos (no juzgo su anterior trayectoria, nada ejemplar por otra parte
en mi opinión) la misma solidez que la profundidad de mis lecturas de
la obra de Negri. Ambas tienden a cero. De Llach casi prefiero no decir
nada (por lo mucho que le he escuchado y admirado) pero sus amores
otánicos de estos últimos días lo dicen todo o casi todo.
Los tramos a
los que hace referencia ANF son simplemente (¡espero equivocarme!) un
decorado que ningún papel juega en el ideario real del movimiento.
Hablar de igualdad y justicia social en una manifestación convocada por
las fuerzas del “Junts pel sí i pel 3%”, la marca blanca de Convergència
y aliados, suena a manipulación de trazo grueso, a palabras vacías, a
retórica estudiada para contentar algunas almas inquietas.
Esa
heterogeneidad reconocida, y que vuelvo a reconocer, no quita que sea
altamente significativo que en todos los medios sin excepción se sumen
los escaños calculados en encuestas de “Junts pel sí” y los de la CUP
para dar cuenta de la fuerza del independentismo, globalmente
considerado, sin que, hasta el momento, haya habido protestas de los
responsables/dirigentes políticos de la CUP tipo ¡nosaltres no som
d’aquest món!
De hecho, en la manifestación de este 11S se podía ver al
cabeza de lista de la CUP, Antonio Baños, al lado de los primeros
candidatos de “Junts pel sí”. Juntos se manifestaron. Una fuerza de
izquierda rupturista y transformadora, ¿no debería estar más cerca de
las mareas blancas de Madrid, pongamos por caso, que de la cosmovisión
político-cultural de Mas, Forcadell o Junqueras? Si es asi, ¿a qué
vienen esas alianzas?
(Para no ocultar mi posición: si el
movimiento independentista catalán tuviera una hegemonía política de
izquierdas y se planteara el mismo objetivo de ruptura aislada y
separada del resto de los pueblos de España, yo seguiría ubicado en la
misma posición crítica. Seguiría sin compartir la lucha disjunta del
movimiento popular catalán respecto al resto de movimientos sociales de
ruptura españoles. Por muchas razones. Entre ellas: el pueblo unido, no
dividido por identidades estimuladas, jamás será vencido).(...)
Pero sigo pensando en todo caso que la dirección del movimiento
independentista pone énfasis especial en esas coordenadas economicistas y
de sabor lida-nordista. Lo ha hecho en repetidas ocasiones ANC y el
mantra de España nos roba, la Catalunya productiva da vida o subsidia al
resto de España, los 16 mil millones estafados, etc etc., son lemas por
todos conocidos y insistentemente aireados.
Con “ideas” así han
intentado penetrar -y conseguido en parte- en algunos núcleos obreros de
las poblaciones del extrarradio barcelonés. Solos, se les dice,
estaríamos mejor y podríamos tener un mejor dotado Estado de bienestar.
El resto de España, de donde son una gran parte de sus padres y/o
abuelos (País Valencia no excluido) es un lastre para conseguir empleo y
avanzar en conquistas sociales. (...)
Uno puede optar por pensar que todo el proceso abierto hoy en Catalunya,
prosigue ANF, “no es más que una maniobra artificial, planificada y
orquestada por la burguesía cleptónoma para desviar la atención de sus
políticas de recortes, en cuya trampa ha caído gran parte de la
población de Catalunya que actúa como masa uniforme de marionetas. Yo,
en cambio, creo que la cosa no es tan simple, el actual proceso no lo
abrió de manera planificada Artur Mas”.
Yo también pienso que no es tan
simple.. pero algo de eso hay. Uno de los consejeros del gobierno del
hijo político de Jordi Pujol, Santi Vila, se hacer llamar así, el de
asuntos territoriales si no ando errado, lo afirmó explícitamente. Cómo
si no, vino a decir, hubiéramos hecho aceptar los recortes que hemos
realizado. (...)" (Salvador López Arnal , Rebelión, 15/09/2015)
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