"(...) El poeta Francisco Javier Irazoki, natural de Lesaka (Navarra), narra su
experiencia personal en el poema en prosa “Bandada de Tijeras” incluido
en el libro todavía inédito Orquesta de desaparecidos: “Fue a finales
de los años cincuenta del siglo XX. Mi hermana, en medio de un paisaje
verde, lloraba mientras recorría un camino de tierra.
Enseguida me
describió las burlas padecidas en el colegio. Ella se expresaba en el
euskera que nuestros padres nos enseñaron, y sus compañeros se reían.
Para que yo no sufriera, me hizo aprender sin ira el castellano y sentí
que con cada nueva palabra recibía un escudo.
Así construí el muro
detrás del cual Jorge Luis Borges, César Vallejo o Luis Cernuda me
regalaron libertades. Comprendí que aquel refugio significaba igualmente
una apertura.
Al poco tiempo, la democracia trajo deseos justos de
recuperar los idiomas apartados por el franquismo. Entre algunos
supuestos protectores del euskera no faltaron las desmesuras. Tachar los
letreros viales escritos en español fue una de sus tristezas culturales
preferidas. Con palabras borradas cerraron las mentes.
Su desafecto
hacia otras lenguas era la prueba de la insinceridad con que defendían
la propia; vi que usaban esa aventura para llenar el vacío íntimo. Al
cumplir años he perdido convicciones. Una de ellas sigue conmigo y sé
que va a acompañarme hasta los últimos días: quien ama un idioma ama
todos los idiomas”. (...)" (
José Luis Barbería
, El País, Pamplona
18 JUL 2015)
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