"(...) P.-
Se ha señalado por su resistencia al nacionalismo catalán y desde
posiciones de izquierdas, cosa aún más rara cuando estas se echaban en
bloque a los brazos de la patria. Suele explicar lo ocurrido como una
suerte de pandemia contagiosa... ¿Qué dice el último parte del paciente?
R.- El raro no soy yo, sino una izquierda -la nuestra, en esto también excepcional- que abandona sus ideales de ciudadanía, igualdad e ilustración, por una entronización de la identidad, el cultivo de la tradición y el mito. Es precisamente un ejemplo de lo que le contaba.
Resulta patético ver a gentes con lecturas comprar la superstición de “pueblos milenarios” inmutables,
dotados de identidad, voluntad esencial y compartida. Todo eso es
chatarra intelectual o simple falsedad.
En cualquier sentido precisable
de identidad Madrid y Barcelona son dos gotas de agua. Las dos
provincias con mayor identidad propias son Huesca y Lugo, porque se van
todos, y solo quedan las esencias.
Pero gentes que no son idiotas
repiten la cháchara de la singularidad, la lengua propia, el hecho
diferencial, y demás (cuando no la simple superioridad moral). No me
creo que se tomen en serio. (...)" (Entrevista a Félix Ovejero, El Cultural, 29/09/2014)
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