"Es el consejero delegado de una gran empresa en Cataluña y ha puesto pies en polvorosa:
“Decidí irme de Barcelona cuando vino mi hija pequeña y me preguntó si
era verdad que los españoles estábamos robando a los catalanes”.
El
empresario explica que, cuando quiso darse cuenta de la situación, ya
era tarde, ya estaba dentro de esa atmósfera tóxica y densa con la que
el proceso soberanista ha envuelto Cataluña, un ambiente insano con el
que te acostumbras a convivir si te crías pegando patadas al balón en El
Raval, “pero que a los que llegamos de fuera nos parece un infierno”.
“Si quieres que tus hijos aprendan inglés, los llevas al británico;
si optas por el francés, los matriculas en el liceo; alemán, al colegio
alemán, pero si quieres que aprendan castellano no sabes dónde
llevarlos”, se queja. “No quiero que mis hijos crezcan en esta
Cataluña”.
La gota malaya del independentismo lo embarra todo, desde los programas prime time de la TV3 hasta la educación de los más pequeños, de tal forma que un día, cuando quieres darte cuenta, te encuentras con que tu niño de siete años habla igual que Pilar Rahola.
Tenemos el paradigmático caso de los diputados catalanes, que después
de muchos años en el Parlament empiezan a inventarse la historia y a
hablar raro, una especie de lengua élfica. Es lo que le sucede a Núria de Gispert en este vídeo, donde la presidenta de las Cortes -que ayer se dio de baja
en Unió abducida por el secesionismo- se vale de su cargo y de la
institución que representa para adoctrinar a unos niños de Primaria. (...)" (Nacho Cardero , El Confidencial, 29.06.2015)
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