"(...) El balance de la batalla escocesa en España, en Cataluña o en
Euskadi, es muy elocuente: los soberanistas reivindican el proceso
seguido allí, los no soberanistas se quedan con el resultado favorable a
la unión.
El impulso que llevó a Cameron al ‘todo o nada’ con el
referéndum de autodeterminación para Escocia seguirá siendo analizado
como un comportamiento político temerario, no ya para él mismo y los
conservadores, también para el Reino Unido y los propios escoceses. Pero
hay una vertiente de su decisión que invita a una reflexión menos
politiquera.
Es esa idea de que la consulta maximalista –sí o no a la
independencia–, pactada como procedimiento, ha de preceder a cualquier
otra negociación sobre el autogobierno.
La experiencia de las autonomías
vasca y catalana indica que la vivencia estatutaria no sacia el apetito
soberanista, sino que lo alimenta. En su apuesta Cameron tentó la
suerte, pero ha logrado para el Reino Unido una vacuna unitaria de
eficacia para años. El autogobierno en su seno no se presenta como una
escalada paulatina que lleve hasta la independencia. La independencia ha
sido descartada cuando menos «para una generación».
La vía catalana se ha quedado sola en Europa. Hasta el PNV parece más
cómodo con la victoria del ‘no’: el ‘sí’ hubiese comprometido la agenda
pragmática de Urkullu y Ortuzar. El resultado del referéndum escocés
hace que pierda enteros lo que pase en Cataluña. (...)" (EL CORREO 20/09/14, KEPA AULESTIA, en Fundación para la Libertad)
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