"(...) Para un profesional liberal que en Barcelona se gana bien la vida,
levantarse hoy contra el diktat del independentismo cuando el propio
Estado ha hecho mutis por el foro, tras levar anclas de aquella tierra
hace mucho tiempo, es casi un acto de heroísmo que desde luego le
asegura una existencia diaria más que azarosa francamente jodida.
Lo
de menos es ser tildado de “quintacolumnista”, “nube tóxica” y otras
lindezas parecidas. Lo peor es perder tu empleo y arruinar tu vida. La
empresa en la que trabaja uno de los promotores de SCC empezó a recibir
emails con mensajes insultantes contra “un mal catalán”, “un fascista
español que busca el hundimiento de Cataluña” y cosas por el estilo.
Los
sigue recibiendo por decenas. La gerencia le llamó para plantearle su
preocupación por el daño que pudiera sufrir la marca. Le pidió
prudencia. El aludido conserva su trabajo, pero la espada de Damocles de
la intolerancia pende sobre él. Otro de los promotores de SCC sufrió un
escrache frente a su casa de una cincuentena de energúmenos que durante
horas, con el visto bueno del alcalde del pueblo, le estuvieron
insultando. Fascista fue lo más bonito que le dijeron.
“Buscan
arruinarte la vida en la doble vertiente personal y profesional,
insultándote, aislándote, señalándote con el dedo. Es un comportamiento
típico de mafias”. Es el mismo espacio moral en el que judíos y
comunistas tuvieron que moverse en la Alemania de Goebbels.
“A veces,
cuando te da el arrebato, te dan ganas de que te insulten a la cara para
poder defenderte, pero no, ellos te dan la espalda y luego te marcan
como enemigo de la causa. Hacen algo peor: te condenan a la muerte
civil, porque si no eres nacionalista no eres nadie, bueno, eres algo
peor que nadie, eres un enemigo del pueblo catalán, un facha, un tipo a
exterminar civilmente”.
De modo que al catalán no nacionalista la
única vía de existencia que le queda es cerrar la boca y tratar de pasar
desapercibido. Confundirse con el paisaje. Como cuando, durante el
franquismo, nuestras madres, asustadas, nos decían aquello de “hijo, no
te metas en política” porque intuían en ti cierta desafección al
régimen. No te metas. Porque si te metes y te señalas, entonces corres
el peligro de perder tu empleo y arruinar tu vida.
Ellos se encargarán
de que así sea. Ni una voz discrepante en la atronadora uniformidad de
un nacionalismo que cuenta con todos los medios de comunicación en la
tarea de construir una sociedad impermeable a la diversidad. Es el coro
de la comunidad de los iguales que condena la discrepancia y la castiga
con la muerte civil.(...)
Pilar Rahola, asesora y hagiógrafa de Mas, tildaba este miércoles en La
Vanguardia de “anticatalanes” a los miembros de SCC. Si cuestionas el
mensaje de la tribu, si abandonas la tribu, la tribu te castiga, porque
no eres un buen catalán, aunque hayas nacido en Mollerusa. Así de
simple, terrible y efectivo es el espacio moral que hoy se respira en
Cataluña. (...)" (Un día en la vida de un catalán no nacionalista, de Jesús Cacho en vozpopuli.com, en Caffe Reggio, 20/07/2014)
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