"(...) A mí también me parece que este no es un país normal. Efectivamente, no
es normal un país en el que el partido en el Gobierno se presenta a las
elecciones con un programa en el que no aparece la palabra
independencia y, tras perder 12 de sus 62 diputados, decide que lo que
hay que hacer es preguntar a los ciudadanos precisamente sobre eso que
no se había atrevido ni a mencionar durante la campaña. (..)
No es normal un país donde la propuesta federalista, que está de
forma explícita en el programa de otros dos partidos que sumaron en esas
elecciones 33 diputados, no figure con su nombre e inequívocamente en
la pregunta de dicha consulta (me abstengo de valorar si es normal que a
uno de esos partidos tal anomalía le parezca lo más natural del mundo)
No es normal, en fin, un país en el que se acuerda la fecha de
celebración de la consulta y la pregunta que se hará, pero no se dice
nada sobre qué porcentajes de participación y votos favorables se
deberán obtener para dar la propuesta por aprobada.
No es normal un país en el que mañana, tarde y noche se nos machaca
con el ejemplo de Escocia y Quebec, sin que a los defensores de esos
modelos se les pase por la cabeza que, para poder exigir con justicia lo
mismo que allí han conseguido, primero deberían hacer como los
nacionalistas quebequeses y escoceses, a saber, ganar las elecciones con
un programa en el que, sin ambigüedad alguna, se afirme que si se
obtiene la mayoría parlamentaria se procederá a convocar un referéndum
sobre la independencia.
No es normal un país cuyo presidente reconoce en una entrevista a la
CNN que menos de la mitad de los catalanes quiere la independencia, sin
que eso le haga preguntarse si es legítimo tensionar la sociedad que
gobierna con una consulta secesionista cuyo único objetivo sería
comprobar si su percepción es correcta.
No es normal que a alguien
inteligente como debería ser ese presidente no se le ocurra que tales
pruebas de estrés solo están justificadas cuando hay una mayoría clara y
sostenida en el tiempo que apoya la opción por la independencia, algo
que es perfectamente verificable con los procesos electorales generales
que regularmente tienen lugar en este país donde según parece no nos
dejan votar.
No es muy normal un país en el que una mayoría parlamentaria que no
sería suficiente para poner en marcha un simple proceso de reforma del
Estatuto de autonomía sí lo sea para convocar una consulta en la que se
pueda decidir la secesión de ese territorio del estado del que forma
parte. (...)
Ya puestos, no parece muy normal un país cuyo gobierno y cuyo
parlamento llevan año y medio de parálisis legislativa, ocupados solo
con su juguete favorito, mientras crece la desigualdad social, la
pobreza infantil se extiende como una plaga y corporaciones privadas
hacen su agosto con el desmantelamiento sistemático de la educación, la
sanidad y los servicios públicos, todo bien tapadito con la estelada,
que para eso están las banderas cuando se las necesita.
Claro que menos
normal aún es que ese camuflaje se logre con la complicidad de una
izquierda tan abducida por los cantos patrióticos, que, ocupada como
está en ganar el derecho a decidir, ha perdido de vista que pronto habrá
poco sobre lo que decidir de verdad.
De manera que sí, efectivamente, yo también quiero un país normal. Y
más vale que nos pongamos pronto a ello, porque, a la vista está, se'ns gira feina." (
Francisco Morente Valero
, El País, 19 JUL 2014 )
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