"(...) Ramos Oliveira, que murió exiliado en México en 1975, caracterizaba
perfectamente, con una anticipación de cuarenta años, la política de
José Luis Rodríguez Zapatero en su primera legislatura, en la que no
paró hasta conseguir que el Parlament de Cataluña excretara ese absurdo
tercer Estatut, que, aun con los recortes introducidos por el Tribunal
Constitucional, sigue siendo un cuerpo extraño dentro del ordenamiento
jurídico español.
Sin embargo, su aprobación aseguró a los socialistas
el apoyo masivo del nacionalismo catalán y permitió que Zapatero fuera
reelegido en 2008, algo que no hubiera conseguido sin los votos que,
gracias a su apoyo al Estatut, arrebató a Convergència y a Esquerra.
Esta mezquina argucia electoralista y «oportunista» tuvo éxito en sus
propios términos, pero a los españoles, y en primer lugar a los
socialistas, nos está costando ahora sangre, sudor, lágrimas, y mucho
dinero.
Como señalaba Ramos Oliveira, las izquierdas españolas llevan muchos
años traicionando su ideario en pos de un espejismo electoral que puede
lograr réditos a corto plazo, pero que a plazo medio es sencillamente
suicida.
Citándole de nuevo, «el autonomismo de los socialistas era una
concesión a la clase media o burguesía nacionalista de las regiones. (...)
¿Cómo se explica esta tendencia autodestructiva en un partido con la
solera del PSOE, con mucho el más antiguo de España, con una historia de
135 años? (...)
Y en esa búsqueda de minorías oprimidas se ha topado el socialismo con
los nacionalismos periféricos, con esa «clase media o burguesía
nacionalista de las regiones» de que hablaba Ramos Oliveira.
Pero esa
pretendida «minoría oprimida», mucho más rica que la figurada «mayoría
centralista opresora», ha resultado ser capaz de oprimir más y mejor a
los que no comulgan con sus dogmas y sus mitos, y no está nunca
dispuesta a agradecer favores, todo lo contrario.
Los victimistas no
acostumbran a ser agradecidos. Y así se han encontrado los socialistas
sufriendo el rigor de aquellos a quienes pretendían ayudar. «Quien da
pan a perro ajeno pierde el pan y pierde el perro», como dice el refrán y
dicho sea sin ánimo de ofender.
El partido socialista ha dado demasiado
pan al nacionalismo y ahora se encuentra sin pan y sin aliados; se
asemeja al trapecista que ha dejado un columpio y no alcanza el otro:
para unos, nunca será genuinamente nacionalista; para otros, ha
traicionado a su ideario fundamental. Ha perdido sus señas de identidad,
dando así alas al separatismo y a las izquierdas desmelenadas (o
coletudas). Suicidándose él nos está suicidando a todos." (GABRIEL TORTELLA, EL MUNDO – 16/07/14)
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