20/8/14

El partido socialista ha dado demasiado pan al nacionalismo y ahora se encuentra sin pan y sin aliados

"(...) Ramos Oliveira, que murió exiliado en México en 1975, caracterizaba perfectamente, con una anticipación de cuarenta años, la política de José Luis Rodríguez Zapatero en su primera legislatura, en la que no paró hasta conseguir que el Parlament de Cataluña excretara ese absurdo tercer Estatut, que, aun con los recortes introducidos por el Tribunal Constitucional, sigue siendo un cuerpo extraño dentro del ordenamiento jurídico español. 

Sin embargo, su aprobación aseguró a los socialistas el apoyo masivo del nacionalismo catalán y permitió que Zapatero fuera reelegido en 2008, algo que no hubiera conseguido sin los votos que, gracias a su apoyo al Estatut, arrebató a Convergència y a Esquerra. 

Esta mezquina argucia electoralista y «oportunista» tuvo éxito en sus propios términos, pero a los españoles, y en primer lugar a los socialistas, nos está costando ahora sangre, sudor, lágrimas, y mucho dinero. Como señalaba Ramos Oliveira, las izquierdas españolas llevan muchos años traicionando su ideario en pos de un espejismo electoral que puede lograr réditos a corto plazo, pero que a plazo medio es sencillamente suicida. 

Citándole de nuevo, «el autonomismo de los socialistas era una concesión a la clase media o burguesía nacionalista de las regiones. (...)

¿Cómo se explica esta tendencia autodestructiva en un partido con la solera del PSOE, con mucho el más antiguo de España, con una historia de 135 años?  (...)

Y en esa búsqueda de minorías oprimidas se ha topado el socialismo con los nacionalismos periféricos, con esa «clase media o burguesía nacionalista de las regiones» de que hablaba Ramos Oliveira. 

Pero esa pretendida «minoría oprimida», mucho más rica que la figurada «mayoría centralista opresora», ha resultado ser capaz de oprimir más y mejor a los que no comulgan con sus dogmas y sus mitos, y no está nunca dispuesta a agradecer favores, todo lo contrario.

 Los victimistas no acostumbran a ser agradecidos. Y así se han encontrado los socialistas sufriendo el rigor de aquellos a quienes pretendían ayudar. «Quien da pan a perro ajeno pierde el pan y pierde el perro», como dice el refrán y dicho sea sin ánimo de ofender. 

El partido socialista ha dado demasiado pan al nacionalismo y ahora se encuentra sin pan y sin aliados; se asemeja al trapecista que ha dejado un columpio y no alcanza el otro: para unos, nunca será genuinamente nacionalista; para otros, ha traicionado a su ideario fundamental. Ha perdido sus señas de identidad, dando así alas al separatismo y a las izquierdas desmelenadas (o coletudas). Suicidándose él nos está suicidando a todos."        (GABRIEL TORTELLA, EL MUNDO – 16/07/14)

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