1/4/14

¿Un movimiento democrático y de libertad, el secesionista? ¿ ¿Qué pintarían en una empresa liberadora gentes como Mas, Mas-Colell o Felip Puig?

"(...) Lo de movimiento democrático y de libertad, más allá del uso descafeinado o poco interesante de esos términos, permite cuanto menos un poco de discusión. Uno no ve, por mucho que se empeñe, que el movimiento secesionista catalán tenga nada que ver con la libertad si se entiende ésta como emancipación real de los pueblos.

 ¿Qué pintarían en una empresa humana, liberadora y humanista de esta características gentes como Mas, Mas-Colell o Felip Puig por ejemplo? ¿Individuos de ese talante poliético, de esa cosmovisión neoliberal, talmúdicamente propagada, apostando por un sendero de libertad considerada como autodeterminación personal, al igual que de democracia no demediada entendida ésta como real poder ciudadano? 

Más allá de los procedimientos democráticos seguidos hasta ahora, cuanto menos en la superficie del proceso (no siempre en su cocina o en la “cosa en sí”), es obvio que la finalidad central del movimiento pasa por la formación de un nuevo Estado del que apenas se tienen noticias.

 Se habla últimamente, por parte de algunos portavoces del movimiento, de República catalana aunque no siempre ha sido así. Se desconocen otros atributos de ese estado y todo parece indicar, como es natural dada la heterogeneidad del movimiento, la existencia de desacuerdos más que esenciales entre las fuerzas independentistas. Así que ignoramos y acaso ignoraremos las notas centrales del nuevo Estado que se quiere crear.

Añado además, admitiendo por supuesto que no apunto a las aristas nucleares del movimiento, que hay en él claras manifestaciones de etnicismo antidemocrático que llegan a considerar no catalanes a ciudadanos y ciudadanas que viven en este país simplemente por no hablar frecuente o únicamente en catalán o por no defender una idea de catalanidad próxima a la acepción más o menos dominante.

 Hemos pasado del catalán es todo aquel que vive y trabaja (o intenta hacerlo) en Catalunya (que excluiría de hecho a un sector importante, el más rentista, de las clases dominantes propias) al catalán es todo aquel que lucha por la independencia y tiene la estelada en su corazón. No hace falta dar referencias que están en la mente de todos. (...)

¿Serán algunos los buenos catalanes y seremos otros los malos catalanes, los apátridas incluso, los botiflers, los colaboracionistas, los agentes de la reacción en el seno del movimiento nacionalista? Con una organización-movimiento que tiene estas y otras características muy afines, ¿tienen que llegar a pactos y acuerdos los sindicatos obreros y las federaciones de vecinos insumisas? Vivir para ver y discrepar. (...)

Si una vía de carácter federalista o afín no resulta triunfadora momentáneamente porque las fuerzas de la España rancio-conservadora se oponen a ella con todas sus fuerzas y con muchos miedos generados y extendidos, entonces cogemos las velas, damos una patada a gentes hermanas que sufren la misma opresión y nos vamos a otro puerto nosotros solitos. 

¿No habría que insistir, no habría que buscar otras estrategias más fraternales y resistentes? ¿Por qué es sólo razonable la secesión y la ruptura del demos general?

También, concluyen en este punto, resulta insuficiente la simple aceptación del derecho a decidir. No basta. Sin planes pro-activos para antes y después de su ejercicio. Falta según ellos “una voluntad clara de diagnosticar el problema, dilucidar responsabilidades y encontrar soluciones”. Sus propuestas. 

Empiezan con este curioso tono. Hay que aceptar de una vez por todas (¿de una vez por todas? ¿Y eso por qué?) que la cerrazón de unos, debe ser el gobierno central y sus proximidades, y la tibieza de otros (¿estarán hablando de CiU o del tripartito?) han dinamitado las propuestas de convivencia y han hecho ya imposible un estado común. ¿Imposible un estado común? ¿Dónde está la demostración de esa imposibilidad? (...)

La creencia de que la secesión de Cataluña “abre la posibilidad de arrumbar con el régimen que desde hace siglos viene sufriendo el pueblo español” es un lema que pretende influir en voluntades indecisas olvidando la derechización “patriótica”, más que probable, que a medio plazo y durante años se produciría en el resto de Sefarad por no hablar de la inmensa división interna que se generaría en nuestra propia comunidad y que dividiría más o menos por la mitad al pueblo catalán.

(Entre paréntesis: si es el pueblo español, incluido el catalán supongo, quien sufre ese sufrimiento, ¿no debería ser este pueblo quien emprendiera conjuntamente la urgente y necesaria tarea de emancipación? 

 ¿No es acaso el 22 M, la marcha por la dignidad del pasado sábado y su prolongación, un sendero que señala ese camino de unión y solidaridad? ¿Qué sentido tiene romper ese demos, separarse de esa comunidad resistente y rebelde?)

La secesión de Catalunya, comentan los autores, “es el símbolo de un fracaso secular en la acción de gobierno de un régimen basado en al absolutismo y el clericalismo, de las clases dirigentes que lo han apoyado y de los partidos que le han dado cobertura”. 

¿Están entre esas clases dirigentes, las clases dirigentes catalanas? ¿A que sí? ¿A qué no puede ser de otro modo? ¿No han habido partidos catalanes que han dado cobertura a ese régimen clerical y autoritario?  (...)

Sea como fuere, hablando de pobreza, uno mira la historia de Catalunya y la actuación práctica, no retórica, de sus clases dirigentes y no ve que tengan mucho que envidiar en sus actitudes a otras clases desalmadas. ¿O no es el caso? ¿No hubieron franquistas en Catalunya? ¿No se recuerdan las acciones patronales en las primeras décadas del siglo XX? ¿No hubieron esclavistas catalanes?  (...)

“sólo la izquierda transformadora puede liderar esa alternativa”. Para ello, se sostiene, debe liberarse de sus propios prejuicios políticos (¿qué prejuicios?, ¿el federalismo?, ¿el no independentismo? ¿Eso son prejuicios?) y sentimentales añaden. A ver, a ver, un momento: ¿sentimentales? ¿La izquierda debe abandonar sus “prejuicios” sentimentales, sus sentimientos de unión y fraternidad con los otros pueblos de Sefarad? (...)"    (Salvador López Arnal, Rebelión, 27/03/2014)

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