"(...) En tiempos a los andaluces, extremeños, murcianos, etc, recién
llegados a Cataluña buscando un futuro mejor se les ofrecía la
catalanización como un ascensor social.
Lo cuenta magistralmente Juan
Marsé en novelas como Últimas tardes con Teresa, donde a Pijoaparte, el morenazo semental de fuera
enamorado de una rubia pubilla burguesa le hace decir en un momento
dado: "Me la vais a quitar antes de darme tiempo de ser un catalán como
vosotros, cabrones".
Todo ello mientras la burguesía catalana verdaderamente, pero verdaderamente alta, hablaba castellano. Artur Mas fue Arturito de joven. Es que era y es divino.
Ahora la cosa empieza a llegar tan lejos que te encuentras gente
apellidada Hernández o Fernández que se pone a firmar con la grafía
absurdamente al revés (Hernàndez o Fernàndez) y es que ya no les basta
con la inmersión lingüística y con el España nos roba.
El Pijoaparte de
hoy en día se tiene que hacer de la CUP. Tiene que portar la estelada en
los calzoncillos. Y si le preguntan por su madre nacida pongamos que en
Murcia, te tiene que poder soltar con naturalidad que "pues sí, mi
madre es extranjera, qué pasa".
¿De qué más tendrán que renegar, para ser buenos catalanes?" (Anna Grau, Crónica Global, Sábado, 22 de marzo de 2014)
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