"Desde el punto de vista exclusivamente técnico, las dos preguntas que
ha consensuado Artur Mas con las formaciones que respaldan su proceso
soberanista son malas: pretendiendo ser rotundas y precisas, resultan,
en realidad, ambiguas y equívocas.
Y, por lo tanto, si finalmente se
usaran, no permitirían saber con indiscutible claridad lo que quienes
las respondan habrían querido decir. Por ejemplo, en su actual
formulación, estas preguntas no serían de recibo en un estudio
demoscópico que aspirase a ser razonablemente honesto y veraz.
En la primera pregunta (“¿Quiere usted que Cataluña sea un Estado?”),
la opción de ser un Estado se contrapone a la opción de ser... algo que
no se dice y que se da por sobrentendido o que se deja a la imaginación
de cada cual.
La pregunta resulta así desequilibrada y, por tanto,
sesgada: propone una opción entre algo que sí se explicita y algo que,
en cambio, no se menciona y que queda en nebulosa.(...)
La segunda pregunta (para la que la primera actúa de filtro) incurre
exactamente en el mismo defecto (potenciado por la redundancia en el
mismo, como con frecuencia ocurre cuando se secuencian errores).
Aquellos que en la primera pregunta hubieran optado por que Cataluña sea
un Estado en vez de no-se-sabe-muy-bien-qué, se encontrarían con una
segunda disyuntiva asimismo incompleta y, por tanto, igualmente
pseudodisyuntiva: “¿Quiere que sea un Estado independiente?”.
Lo que
connota la opción afirmativa a esta nueva pregunta queda razonablemente
claro; pero ¿a qué es a lo que exactamente se estaría contraponiendo
esta opción? ¿En qué cabría entender que estarían pensando quienes
decidiesen responder “no”? Una vez más, la claridad frente a la
nebulosa, una oferta concreta frente a otra innominada. (...)" (
José Juan Toharia , El País, 12 DIC 2013 )
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