"La vicepresidenta de la Generalidad, Joana Ortega, no ve factible la consulta antes de octubre de 2014.
Una consulta legal y acordada con el Estado no se hará.
¿No se hará?
No, porque eso sería reconocer que Cataluña es un sujeto de soberanía
político, y no lo es. Esta es la línea roja que pienso que el Estado
nunca cruzará. Ahora bien, dicho esto, a mí me sorprendió que CiU
rechazara un moción de la CUP que planteaba convocar la consulta de
manera unilateral.
Por lo tanto, creo que no se hará ni una consulta
legal ni unilateral. Tampoco debería caber una declaración unilateral de
independencia, pues si no hay una consulta unilateral, entiendo que una
declaración aún menos.
Los partidarios de la consulta sostienen que no hay nada más democrático que preguntar a la ciudadanía.
Absolutamente falso. El nacionalismo catalán no quiere entender,
desconoce o falsea, la democracia. La democracia no es votar por votar.
Evidentemente, el voto es fundamental en un sistema democrático, pero no
se puede plantear como una manera de satisfacer los deseos del pueblo.
Eso es pura demagogia y populismo.
Con esta lógica, si el pueblo pidiera
suprimir los impuestos o expulsar a los inmigrantes, se tendría que
consultar. Asimismo, según con la lógica nacionalista, si el PP, que
tiene mayoría absoluta en el congreso, planteara una consulta para
derogar el sistema autonómico e instaurar un Estado jacobino, se tendría
que aceptar. Y no es verdad.
El PP no puede convocar un referéndum de
esas características porque las reglas democráticas establecen que para
cambiar el modelo de Estado se necesita una reforma profunda de la
Constitución.
En una conferencia reciente,
usted señalaba que el nacionalismo ha ganado la batalla mediática. ¿Eso
significa que la mayoría de la ciudadanía catalana es favorable a un
proceso soberanista?
En buena medida parece que el nacionalismo ha ganado la batalla
mediática. Porque es obvio que a partir del derecho a decidir se
concentran centenares de miles de personas y es obvio también que el
ambiente mediático catalán parece favorable, en principio y de momento, a
dicha reivindicación.
Y digo parece porque desconozco qué es lo que en
realidad piensa la gente. Lo que sí funciona es la espiral del silencio:
aquello de mejor me callo para no ir a contracorriente. En cualquier
caso, cuando el nacionalismo reivindica el derecho de autodeterminación,
le recomiendo que lea las resoluciones de 1960, 1966, 70 de la ONU.
Ahí
se ve que el referéndum se reserva únicamente para pueblos bajo régimen
colonial, y que en ningún caso se puede desintegrar un Estado
legalmente constituido. Por otra parte, la ONU nunca habla del derecho
de las naciones sino de los pueblos, y según sus relatores, Cataluña no
es un pueblo. Lo siento.
En todo caso, supongo que la reforma constitucional no es un anatema...
Las constituciones se pueden reformar y es bueno que así sea. Y a
medio plazo se tiene que reformar en muchos aspectos, pero creo que no
cabe la posibilidad de que haya que romper la concepción del conjunto de
España como único sujeto de soberanía. Y por otra parte, la
Constitución no es tan maleable como algunos nos quieren hacer creer. Y,
por otra parte, el nacionalismo catalán es muy difícil de contentar y
de saciar.
Es un nacionalismo que siempre pide más. Si ahora se
encontrara una salida, ya sea mediante una mejora del sistema de
financiación o con algún tipo de relación bilateral con el Estado, al
cabo de diez o quince años volvería a insistir. Es un nacionalismo que
en su genética, para entendernos, está implícita la independencia.
Dicen
que lo han intentado todo y que es imposible el diálogo con el Estado.
Pienso que es falso. A ellos les funciona cualquier negativa porque
pueden continuar con la cultura del victimismo.(...)" (Entrevista a Porta Perales, Crónica Global, 11/11/2013)
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